5. Pasado. 1/3

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Era otoño, aquel día hacía mucho viento, pues las hojas de los árboles no paraban de moverse de un lado para otro.

Dai salió corriendo de su casa con una pelota en la mano. Según las personas era la niña más adorable de todo el barrio. La pequeña fue a casa de su mejor amigo, Izumi. Cuando llegó a la puerta de la casa de éste se encontraba la madre del chico.

- ¿Izumi-kun está en casa? - preguntó la niña con las mejillas coloradas.

- ¡Pero si es la pequeña de los Kimura! Ahora mismo le aviso, tú espera aquí. - dijo la madre del niño sonriendo.

A los pocos segundos se escuchaba las pisadas de un niño corriendo por el tatami de su casa. Izumi, un niño tan sólo un año mayor que Dai. El pequeño se abalanzó sobre la niña para quitarle la pelota, haciendo que ésta fuera detrás de él persiguiéndole.

- ¡Corre, Dai! ¡No podemos dejar que los mayores nos quiten el sitio! - gritó Izumi para que ella le escuchara.

- ¡Sí! - sonrió ella, con las mejillas aún rojas, con mucho entusiasmo.

Ambos niños se dedicaron a jugar con la pelota un buen rato en un terreno vacío. Habían más niños por allí, la mayoría jugando con la arena.

Cuando se llevaron un tiempo jugando, vieron que varios niños mayores que ellos llegaron a donde estaban con la pelota. El más alto de todos, el que parecía ser el líder, agarró la pelota con una amplia sonrisa en los labios.

- Fuera de aquí, mocosos. Éste es nuestro territorio.

- ¡N-no queremos! - dijo Dai, agarrándose los pantalones del kimono, algo atemorizada.

Todos los chicos mayores comenzaron a reírse a carcajadas, dándole después un empujón a Dai, haciendo que se cayera al suelo. La pequeña miró con tristeza a los matones, mordiéndose el labio inferior mientras intentaba no llorar.

En ese instante Izumi se metió en medio de los chicos y Dai, empujando a los mayores para quitarles la pelota. La niña se levantó corriendo y agarró la mano de su mejor amigo para poder escapar de allí.

Los mayores empezaron a seguirles. Los dos pequeños recorrieron prácticamente todo el pueblo, escondiéndose en los lugares más pequeños y, algunos, los más sucios.

Cuando ya se iba haciendo de noche los niños decidieron ir cada uno a su casa. Izumi entretuvo durante un rato a Dai, no quería entrar en su casa, ya que si lo hacía su madre le reñiría por estar tan sucio.

Al final la pequeña no tuvo más remedio que irse, pues, sino lo hacía, la acabarían riñendo a ella también.

Cuando llegó a su casa, su madre comenzó a regañarla por lo sucia que venía.

- ¡¿Cómo una señorita puede llegar a casa tan sucia?! ¿Puedes explicarme qué es lo que has estado haciendo? - se cruzó de brazos la madre de la pequeña.

- Estaba jugando con Izumi-kun cuando unos niños mayores nos quitaron la pelota y... Entonces Izumi les quitó la pelota. Los dos salimos corriendo y nos escondimos por todos lados para que no nos encontraran. - dijo agachando la cabeza la pequeña-. Perdona, madre...

Cuando la madre de la niña fue a seguir regañándola alguien llegó a la casa. Dai sabía quién era nada más escuchar "¡Ya estoy en casa!". La pequeña se abalanzó sobre el hombre que se quitaba las sandalias en la entrada de la casa.

- ¡Padre! - abrazó con fuerza al hombre.

- Mi pequeña niña... - le correspondió al abrazo y pudo observar lo sucia que estaba-. Pero señorita, ¿qué has estado haciendo? Los cerditos que están allá fuera están más limpios que tú. - rió burlándose el padre de la niña.

Nunca te fíes de las apariencias. [ EDITANDO ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora