A Aylan le gustaban muchas cosas.
Le gustaban las mentas de café, aunque su madre le dijera que le dejaba un extraño olor.
Le gustaban las películas y series infantiles, aunque provocara en ocasiones las burlas de sus primos.
Le gustaba dibujar...
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¿Él celoso? Nunca.
El sentimiento desagradable que sintió cuando vio a Harriet y Santiago juntos no eran celos, ni tampoco fue alivio lo que experimento al leer la carta de Harriet, la cual seguía en sus manos.
Leyó nuevamente su contenido, deteniendo en la parte que llevaba ya un rato, inquietándolo.
¿Ya había dejado de ser un simple gustar lo que sentía por Harriet? ¿Sus sentimientos se habían agrandado?
Sí.
Ya estaba enamorado de Harriet, se dio cuenta desde que sus labios se posaron en su mejilla.
¿Ahora que debían hacer?¿Convertirse en novios? Sus mejillas se calentaron al pensar en esa idea.
¿Novio de Harriet?
La idea no sonaba tan mal.
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