Al día siguiente, durante el desayuno, Gian estaba más tranquilo y callado de lo normal, observando de manera directa a Hera sin ningún tipo de vergüenza.
Kayler: ¿pasa algo Gian?, ¿por qué no estás comiendo?
Gian: no tengo mucha hambre papá.
Hera: intenta comer.
Gian: tú intenta recordar —las cosas se tornaron un poco tensas por parte de Hera—
Kayler: ¿qué debes recordar cariño?
Hera: —mira desconcertada a Gian— nada, no entiendo de lo que habla.
Gian: —sonríe por la manera tan descarada en la que Hera mantenía la calma— claro que sí mamá, recuerda lo que hablamos ayer, pero no pasa nada si no lo recuerdas, lo hablaré con papá más tarde.
Hera: —si algo tenía claro sobre su hijo era que no se media en sus actos con tal de conseguir lo que quería— ya sé dé que hablas hijo, pero no hablemos de estas cosas en la mesa.
Gian: ¿por qué no? —la mira “confundido”— somos una familia, no debemos ocultarnos nada, y como no me has mencionado nada en toda la mañana, supuse que tenía que ventilar el tema.
Kayler: ¿cuál es el misterio?, hablen ya.
Gian: ¿Lo haces tú o lo hago yo mamá?
Hera: Gian quiere estudiar fuera, eso es todo.
Kayler: ¿tanto drama solo para eso?, no me lo creo, hay algo más.
Hera: cuando digo fuera, no me refiero solo a tomar clases fuera de casa, sino fuera del país.
Kayler: pues que lo haga, lo enviaremos a un país cercano como España por ejemplo.
Hera: está buscando institutos fuera de la Unión Europea.
Kayler: ¿por qué? —lo mira extrañado—
Gian: la educación es diferente allá, quiero probar cosas nuevas.
Kayler: no me parece buena idea —el rostro neutro de Gian se iba desvaneciendo formándose una expresión de enfado que todos en aquella mesa conocían— si te atreves a hacer una escena tendré que darte una reprimenda Gian.
Normalmente, los castigos de Kayler hacia Gian no consistían en que se fuera a reflexionar a su habitación o quitarle los aparatos electrónicos, sino en fuerte golpes que la mayor parte del tiempo terminaban en cicatrices.
Abbie: —ella sabía que Gian explotaria en cualquier momento y su "padre" no se contendría — papá, yo quiero ir a una universidad fuera de Italia, puedo buscar una cerca del instituto en el que se inscriba Gian, no tengo problema con eso.
Kayler: Abbie principessa, no quiero que estén lejos de casa.
Abbie: —toma la mano de Kayler— papá me conoces mejor que nadie, sabes que siempre haré lo mejor para Gian y para mí, los llamaremos y les contaré siempre como va todo.
Kayler: —le da un beso en la frente— él es el hombre, él debe preocuparse por ti, no tú por él.
Hera: Kayler, ya hemos hablado de esto, ambos pueden preocuparse por el otro.
Kayler: —torna los ojos causándole una pequeña risa a Abbie que se le contagió a él— lo hablaré con su madre, si ella está de acuerdo, veremos que hacer.
Gian: —sonríe victorioso— créeme mamá está totalmente de acuerdo.
Después de desayunar todos se levantaron de la mesa para hacer lo que normalmente hacían, Kayler se iba al trabajo, mientras los hermanos se quedaban estudiando y Hera supervisaba los eventos próximos, pero el único en seguir la rutina ese día fue Kayler, ya que una tormenta se desató en el momento en que dio un paso fuera de la casa.
Hera: Gian, ¿qué pasa contigo?, ¿no podías esperar?
Gian: ¿más?, la verdad es que no, no podía esperar más Hera —su tono de voz era arrogante—
Hera: —se acerca lo suficiente a Gian para que escuchara lo que tenía que decir, incluso si susurraba— préstame atención Gian, piensas que eres muy listo, ¿no?, llevo años danzando con el diablo, pero tú no lo sabes, ni lo sabrás nunca porque tú solo conoces Kayler como tu padre estricto, yo no. Te amo, pero hay alguien a quien amo mucho más que a ti o cualquiera en esta casa.
Ganaste, como siempre lograste que se cumpla otro de tus caprichos, pero yo misma me encargaré de elegir a la gente que te acompañará y no será para que te protejan a ti precisamente —Hera se volteó dispuesta a irse—
Gian: mamá, no quiero que te preocupes, jamás le haría nada a tu hermano, a diferencia de ti, para mí tú sí eres la persona que más amo en esta casa y toda Italia.
¡Buenos vibes!
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Atrapada en mi libertad
De TodoParece ser que no existe forma, ni persona capaz de salvarse de la enfermiza obsesión de los Berlusconi, ni siquiera ellos mismos. Poderosos, manipuladores y sobre todo obsesivos. El mundo les pertenece junto a las personas que habitan en él, alguna...