LFDMC 09

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Habían pasado unas semanas, desde esa fatídica noticia que recibimos de mamá. No le había vuelto a ver, la posibilidad de perderla me dejó en pánico. Al igual que yo, María tampoco había vuelto a hablar con ella. Estaba en el taller de la empresa, organizando los últimos ajustes para la nueva colección. Casi todos se habían ido, pero yo me había quedado. Allí era como si tuviera un poco de mi madre cerca de mí.

Esa noche Heriberto todavía estaba de guardia. Me sentía aburrida y por suerte no estaba sola. Hace unos días echaba de menos mi trabajo... de mi espacio y de repente me dio una locura y me levanté de la cama. Me cambié de ropa, tomé un abrigo y me fui, yendo a la habitación. Le pedí a Micaela que llamara a un taxi y bajé después de que ella intentara detenerme, por un tiempo. Luego entré en el taxi y me dirigí hacia la casa de modas, al parar delante, bajé del coche y entré en mi lugar. Caminé lentamente por los pasillos y vi la luz de mi taller encendida. Me acerqué y entré. Vi a mi niña allí y me apoyé contra la pared, estaba un poco cansada. Es increíble cómo esta enfermedad me quita las fuerzas tan fácilmente.

Trabajaba escuchando la música que siempre le gustaba. A la música que tocaba en las pasarelas cuando ella pisaba. Todo allí era ella, era de ella... respiré muy pesado tocando mi pequeña barriga, estaba de espaldas a la puerta.

Fernanda: Yo también la extraño... tu abuela es una mujer luchadora mi hijo... es guerrera... todo lo que pido es que termine... que no nos deje... no ahora que todo se ha arreglado... que tu mamá es otra mujer - dejé caer una lágrima.

Miraba todo a su alrededor, sintiendo una nostalgia enorme. Escuché las palabras de mi niña y sentí sus miradas arder. Caminé hacia ella y coloqué uno de mis brazos alrededor de sus hombros, el otro apoyé el brazo del soporte de la silla y le besé el rostro con amor.

Victoria: Ya no deberías estar aquí mi hija.

Fernanda: Mamá - me di la vuelta con calma y me tiré en sus brazos, llorando sufrida.

Victoria: Mi amor - le abracé con calma, apoyando mi cabeza contra la de ella, acariciando su cabello - no llores mi vida... mamá está aquí contigo...- hablé dejando salir algunas lágrimas... viéndola así, me rompía el corazón.

Fernanda: No me dejes... por favor no me dejes - solucé llorando en su hombro - te necesito... yo sola no puedo... no puedo.

Victoria: No te dejaré mi muñequita... no llores mi amor... todo estará bien y conseguirás mi amor... eres una mujer fuerte, guerrera como tú mamá aquí.

Fernanda: Tengo miedo - la miré con el rostro bañado en lágrimas - perdóname... no quise lastimarte... nunca fue mi intención... pero el miedo me dominó... yo... solo pensé que podría despertarme y no tenerte más aquí... no tener el calor de tus brazos.

Victoria: Lo sé mi pequeña... lo sé... yo también tengo miedo... no sabe cuánto y sé que no quiso hacerme daño... tenías la cabeza caliente y esta maldita enfermedad, nos asusta en todos los sentidos... pero yo estaré aquí... siempre... no importa cómo mi amor... mamá siempre estará contigo... cuidando... guardando... protegiendo... siempre.

Fernanda: No mamá... no hables de eso... por favor... necesitamos que esté bien... que luche y que gane... tu nieto quiere conocerte... quiere un cariño... un regazo suyo - lo llevé su mano hasta mi barriga sintiendo que mi hijo se movía - ¿lo sientes?

Victoria: Lo iré mi amor... lo estoy... estoy haciendo todo lo que está a mi alcance... y yo aún más... quiero ver su carita...- sonríe débil - a quién se parece...- miré rápidamente a mi hija, cuando sentí el movimiento de mi nieto y sonreí tonta... nunca se había movido así, tan agitado conmigo - lo estoy...- le dije en voz baja - ¿que fue amor de la abuela?... ¿te extrañaba?... ¿estaba mi lindo?

La Fuerza De Mí Corazón - Victoria y Heriberto (Concluído)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora