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Victoria: Igualmente...- hablé en un tono seco y luego solté su mano...- ¿vamos? - miré a Heriberto.

Heriberto: Por supuesto - la miré un poco serio - discúlpeme Luisa... nos vemos después... con su permiso - hablé y me fui con Victoria a mi oficina. Después de hablar con mi secretaria, entré en la sala, cerré la puerta y le miré esperando su reacción.

Puse mi bolso en la silla que tenía allí y lo miré en serio.

Victoria: Necesitamos una conversación Heriberto y hoy iremos... no quiero que intentes escapar, como lo hiciste las últimas veces que saqué el tema y lo desconectaste.

Heriberto: Está bien - respiré hondo yendo hasta la ventana - soy todo oídos - hablé sin mirarle y luego giré - sabes que independientemente de si estamos bien o no, soy educado con tus amigos y funcionarios... solo te pido que hagas lo mismo con mis amigos... Luiza es una gran amiga y la trató con indiferencia.

Victoria: ¿Indiferencia? En ningún momento fui indiferente con ella Heriberto y lo siento si te interrumpí con tu gran amiga...- hablé un poco fría - ¿quieres saber?... será mejor que vuelvas allí... no debería haber venido hasta aquí...- hablé cogiendo mi bolso para salir de allí.

Heriberto: No Victoria - me acerqué sosteniendo en su brazo - no te interponías en el camino... hablemos... ¿no era eso lo que querías? Así que aquí estamos... vamos a resolver todo y hablar - hablé tranquilo mirándola.

Lo miré y luego aparté la mirada.

Victoria: Está bien entonces...- hablé en un tono bajo - ¿lo que está pasando con usted Heriberto?... ¿con nosotros? - tenía una mirada medio perdida - ¿qué está pasando? ¿Por qué ya no estás conmigo como antes? ¿Por qué siempre llega tan tarde a casa y cuando va, casi no me presta atención?... ya no es tan cariñoso como antes...- hablé con la voz temblorosa - ayer ni siquiera era su turno, pero no se fue a casa... ni siquiera llamó para avisar nada... ¿qué es en?... ¿te has cansado de mí?... ¿te arrepientes de haberte casado conmigo?... ¿es eso Heriberto? - hablé con los ojos llorosos.

Heriberto: El problema no eres tú Victoria... el problema soy yo... yo como médico... como padre... mientras marido - me alejé de ella respirando hondo - son meses trabajando como un loco, tratando de encontrar un tratamiento que pueda curarte... te mantengo viva y no puedo... me siento incompetente ante todo esto... no puedo mirarte sin ver hacia dónde nos dirigimos... se acerca el momento de tener a nuestro hijo ¿y qué voy a hacer Victoria? ¿Qué hacer si... si te pasa lo peor? ¿Cómo voy a vivir con todo esto? Cómo mirar a nuestro hijo y no tenerte... saber que fallé... que no pude salvarte... de permitirle tener a su madre a su lado... cada vez que lo mire, allí estará la certeza de que fui imprudente, irresponsable con todo... te embarace... disminuye sus posibilidades de luchar eficazmente contra esta maldita enfermedad - pare de espaldas a ella dejando salir mis lágrimas.

Escuché sus palabras y cerré mis ojos, apretándolos. Me acerqué a él y lo abracé por detrás, acostando mi cara sobre su espalda.

Victoria: Heriberto... no eres impotente ante esto mi amor... tal embarazo no fue planeado no tienes la culpa... si estamos aquí, es porque he decidido que así sería... sé que quiere encontrar una cura para mí, pero estando lejos de mí no me está ayudando en nada... solo está empeorando mi estado... no sabes cómo me duele sentirte tan lejos... me siento sola Heriberto... frágil... perdida.

Heriberto: No lo entiendes... soy médico... investigador... ese es mi papel, desarrollar tratamientos... he salvado tantas vidas y no estoy consiguiendo salvar la suya - me di vuelta abrazándola apretado - perdóname Victoria... perdóname por fallarte... te amo... nunca te dejaría sola... yo... no quería dejarte sola - le susurré abrazado.

Victoria: Sí, entiendo mi amor... usted es quien no entiendes Heriberto... eres médico... es investigador, pero no es Dios... ni siempre las cosas suceden como queremos mi amor... has salvado tantas vidas y eso es hermoso y gratificante... pero no garantiza que va a salvar siempre... así es la vida mi amor...- hablé aferrada a él - no te cubres tanto mi vida... si es para que yo continúe aquí a su lado, al lado de nuestro hijo, de mis hijos... lo estaré...- le acariciaba la espalda.

Heriberto: No puedo perderte Victoria... no puedo - lloré dolido - es mi amor... mi esposa... he salvado a tanta gente y no lo estoy consiguiendo... no estoy - me arrodillé frente a ella - yo sé que ni siempre conseguiré lo que tanto deseo... pero nada de lo que hice, habrá valido la pena ahora... ¿el milagro que yo tanto suplico, no va a suceder?

Victoria: Mi amor...- verlo de esa forma, me estaba destruyendo - no llores Heriberto... no es así mi vida...- traté de agacharme, pero mi barriga ya no me lo permitía... a pesar de ser de 4 meses, ya estaba bastante voluminosa - levanta mi amor... mírame... no lo pienses así... sé que duele, pero aún no ha terminado... todavía tenemos mucho que hacer... todavía tenemos la oportunidad de vencer esta maldita enfermedad.

Heriberto: Tienes razón, besé su barriga, luchemos... todavía no es el final - tenemos que tener fe, que todo va a cambiar - me levanté y le besé con calma - estaré aquí a su lado... no te dejaré sola... no más.

Victoria: Gracias mi amor - le sonreí débil y lo abracé un poco fuerte, después de corresponder a su beso.

Heriberto: No me agradezcas - sonríe mirándole - ¿vamos a la casa? Quiero que descanse.

Victoria: No lo sé, tal vez quieras quedarte un poco más con tu pequeña amiga de la universidad - hablé de una manera divertida y con una cara graciosa.

Heriberto: ¿Celos Victoria? - me reí - Luiza es la esposa de Marcelo mi amor... los tres hemos sido amigos desde la universidad.

Victoria: ¿Yo celosa?... imagínate...- hablé mirando, haciendo pucheros - esa palabra no existe en mi vocabulario y es bueno que ella esté casada de verdad... menos una para estar encima de ti.

Heriberto: Tú mismo - toqué la punta de su nariz - qué linda se pone celosa... ella es sí mi amor, nunca pasó de amistad... los tres somos inseparables y ahora seremos los cuatro, porque no te apartas de mi lado... quién se topará con este hombre, que solo tiene ojos para cierta diseñadora de moda, considerada reina de la moda.

Victoria: No viene con eso de estilista y reina de la moda no, ok Dr Ríos Bernal... siempre me llevas en esta pequeña historia de reina, pero hoy estoy preparada...- hablé de una manera cómica - me siento hermosa con celos ¿es? - lo miré desde la esquina.

Heriberto: Yo sé que no - me ríe - queda mucho - le besé con amor - vamos a casa... su esposo pasó la madrugada en una cirugía bastante complicada... quiero ducharme y acostarme contigo en nuestra cama.

Victoria: Entonces vamos...- le besé la cara después de envolver sus brazos alrededor de su cuello - tu esposa te cuidará mucho...- le sonreí cariñosa y le besé los labios, con calma y amor - vamos...- hablé en voz baja y lo sostuve en su mano - ¿todavía tienes que hacer algo más?

Heriberto: No mi amor... solo necesito el cuidado de mi esposa - sonríe - tomaré mis cosas y nos iremos a casa... ¿vino con el conductor?

Victoria: Así que voy a ser todita tuya... te cuidará bien...- sonríe mirándolo - no, vine con Tony... pero ella solo me dejó y se fue a la casa de modas.

Heriberto: ¡Está bien! - recogí mis cosas y salí con ella del hospital, yendo a nuestra casa.

Meses después...

Estábamos en el quirófano. La cesárea de Victoria ya estaba planeada para los 7 meses, allí mismo ella iba a ser mantenida para comenzar el tratamiento. Un mes antes de su cirugía ella fue sometida a una ecografía más y para nuestra sorpresa, allí se constató que no era apenas uno, más sí dos bebés... esperábamos gemelos... nuestros hijos.

Bernardo fue el PRIMERO en llegar a este mundo, seguido de nuestra pequeña Valentina. Eran tan pequeños y tan hermosos. Los bebés más hermosos que este mundo haya visto. Después de cortar el cordón de cada uno, fueron llevados al cuidado de los pediatras. Permanecí allí en la habitación hasta que terminó la cirugía y luego fuimos a la habitación.

Los chicos estaban allí, pero los envié a casa. Victoria necesitaba descanso, el otro día regresarían. Me senté al lado de la cama y me quedé allí cuidándola.

Continúa...

La Fuerza De Mí Corazón - Victoria y Heriberto (Concluído)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora