PEOPLE | YOONTAE | COMPLETA

O1

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Nadie se daría cuenta que se había ido. Solo iría y volvería, máximo 30 minutos, no pasaría nada. Se decía así mismo aquel chico pálido cubierto de ropas negras de pies a cabeza, con un cubrebocas del mismo color, dejando a la vista sólo sus ojos gatunos.

Le habían prohibido salir porque en un mes sería su comeback y no podían permitirse otro rumor amoroso con una idol o actriz. Les daría un infarto a la prensa si se enteraban que ninguna de esas chicas le llamaban la atención porque era gay. Claro que más de una se le insinuó, pero él las declinaba amablemente, haciendo que ellas salieran diciendo que Agust D era todo un caballero.

Pero en contra de lo que le había ordenado su manager, ahí estaba en las calles de Seúl, yendo hacia la cafetería que tenía su café favorito y necesitaba con urgencia esa bebida para seguir produciendo.

El lugar tenía servicio a domicilio, por lo que nunca había sido un problema. Pero justo ese día, la página del lugar lamentaba que no había servicio a domicilio hasta nuevo aviso.

Sabía que los paparazzis rondaban su departamento, por eso salió por atrás, guiado por el conserje, el Sr. Chan, como solía hacerlo. Ese hombre sería millonario si vendiera todas las historias de cómo Agust D se escapaba de vez en cuando por las noches o traía a algún chico en incógnito. Pero Yoongi confiaba en él y lo recompensaba con efectivo por su silencio.

Solo dos cuadras más, se dijo. Había llamado para que lo tuvieran listo, así solo pasaría por él y regresaría sin ser visto.

Entró al lugar y se sorprendió. El lugar era precioso, había mucha luz y plantas por todo el espacio, aunado al delicioso olor inherente del café, pero para Yoongi, nada se comparó con el chico hermoso castaño detrás del mostrador.

Se formó detrás de una mujer, pudo haber ido directo al mostrador y decir que él solo venía a recoger un pedido, pero ese intercambio rápido no le permitiría observar bien al chico. Así que de reojo lo estuvo viendo todo el tiempo. Cómo es que era real, se preguntaba Yoongi. Tenía la piel más tostada más perfecta, unos ojos grandes y risueños, una nariz tan preciosa, y sus labios, Yoongi quería devorar esa boca que parecía tener siempre una sonrisa amplia, porque hablaba sonriendo, ¿Quién hace eso?, pensó.

—Bienvenido a AURORA, ¿puedo tomar su orden o me permite sugerirle algo del menú? —preguntó cordialmente el castaño con una amable sonrisa. ¿Los empleados están dentro del menú? Porque te daría hasta para llevar, bombón. Yoongi tuvo que suprimir su risa por el pensamiento, afortunadamente con el cubrebocas no se pudo notar.

—Vengo a recoger una orden a nombre de Jimin —dijo, siempre daba el nombre de su mánager.

—Por supuesto, ya la tenemos —se dio la vuelta para tomar una bolsa del mueble. Yoongi se inclinó un poco sobre el mostrador para dar un fugaz vistazo al cuerpo del chico. En ese momento habría saltado sobre la madera y se habría lanzado a rodear firmemente esa pequeña cintura y bajaría una mano a su redondito trasero que tan bien marcaba ese pantalón negro de vestir.

Regresó a su lugar, fingiendo ver la cafetería, solo tres mesas estaban ocupadas, escuchó la campanita de entrada y vio a dos hombres entrar, con su respectiva cámara y maletín. Mierda.

—Aquí tiene. Serían... —el chico no terminó de hablar porque Yoongi inmediatamente lo tomó con fuerza de la muñeca.

—Por favor escóndeme, te daré 100 dólares. Por favor —suplicó Yoongi.

—Señor, no puedo —dijo el chico un poco asustado.

—Te lo suplico, te daré 200, solo escóndeme un momento.

La mirada angustiada del chico le hizo confiar, en realidad, era muy confiado de toda la gente, ya le habían recriminado eso sus amigos, pero confió en ese chico que solo dejaba ver sus pequeños ojos que le habían gustado mucho.

Le abrió la puertita del mostrador y lo dejó entrar, le indicó con la mano la bodega y el chico se fue gateando hasta allá para luego encerrarse.

Entreabrió la puerta y observó a los paparazzis pedir su orden. Seguramente estaban en su descanso, pero eso no les impediría sacar unas fotos de un Agust D en incógnito. Cerró la puerta y buscó el interruptor de la luz.

Al encenderla y no tener nada más que esperar, se puso a curiosear entre los suministros. ¿Le venderían una de esas bolsas de grano de café? Si no tendrían repartidor y él no se arriesgaría a salir nuevamente, tenía que sobrevivir.

Se sentó en el suelo y se recargó en un costal. El olor a café puro lo estaba hipnotizando y sus ojos se cerraban con sueño hasta que el ligero golpe de la puerta lo despertó por completo. Abrieron la puerta y el chico bonito le dijo algo, pero él no escuchó, solo se quedó admirando la vista de ese hermoso castaño.

—¿Está bien? —preguntó acercándose y poniéndose de cuclillas para estar a su altura. Yoongi perdería la cordura en cualquier momento, ahora necesitaba ese olor embotellado: café y el aroma varonil pero dulce de ese chico. Observó sus labios, su cuello y volvió a sus ojos, que se veían algo preocupados y confundidos. —¿Está bien? —volvió a preguntar.

—Sí, perdón —dijo incorporándose al igual que el chico. —¿Ya se fueron? —preguntó y él asintió varias veces. —Gracias, bom —se interrumpió ¿De verdad se le iba salir decirle bombón?

—Bueno, no traigo tanto efectivo para pagarte, pero te lo traeré, lo prometo —él le respodió con un ademán despreocupado.

—Cómo cree, no me costó nada dejarle quedarse aquí unos minutos. Solo si le pido que se retire porque mi jefe se puede enterar y podría despedirme.

—Ah sí sí, disculpa. Gracias nuevamente eh... ¿Puedo saber tu nombre?

—Taehyung —dijo sonriente—, Kim Taehyung —hizo una venia.

—Gracias, Taehyung.

—Por nada, Jimin —el pálido mostró confusión, pero luego recordó que había sido el nombre falso que le había dado.

—En realidad... —le iba a decir, no es como si muchos lo conocieran por su nombre verdadero—, mi nombre es Yoongi —sonrió y aunque no se podía ver por el cubrebocas, Taehyung sí lo notó en cómo sus ojitos se hicieron chiquitos y brillaron.

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¡FELIZ DÍA DE LAS LECTORES Y LECTORES!

Iniciamos con este historia Yoontae que espero disfruten mucho 💜