-No te he dado permiso para entrar- Gala se quejó al escuchar su puerta abrirse, se encontraba metida en la cama, llevaba toda la tarde entre siestas y llantos encerrada en sus cuatro paredes. Tras escuchar los pasos, se incorporó y miró hacia la otra esquina de su habitación. -Tenemos una cena esta noche en casa de los Nunier, se acaban de mudar. Papá dice que es buena idea que les des el pésame en persona- anunció su hermana, y antes de dejar que Gala respondiera, desapareció y cerró la puerta en pocos segundos.
Suspiro y se acostó otra vez un par de minutos más.
Quería asimilar todo otra vez, porque, por si lo fuera poco, ahora Marina estaba muerta, sus padres escondían información en relojes, el instituto estaba lleno de becados, y el hermano de uno de ellos era un asesino.
Se vistió con un largo vestido satinado negro y unos tacones del mismo color, dejó su liso pelo suelto y se maquilló las ojeras y un poco el resto de la cara para disimular su malestar.
Y a las 22:00 bajó las escaleras para encontrase con el resto de su familia en la entrada, y minutos después subirse al coche que los llevaría a la casa de los Nunier.
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Que los Nunier cambiaran de casa era algo, no tan negativo para Gala. Pensaba que si no volvía a la casa de Marina, no sentiría tanta nostalgia al recorrer esos lugares, ahora sin ella. Observó la nueva casa según aparcaron el coche en frente de esta.
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En comparación con la otra, esta era mucho más pequeña, eso pensó Gala al verla. Pestañeo un par de veces y se colocó bien el pelo antes de entrar. -Buenas noches- saludó Laura, la madre, abriendo la puerta principal. Los padres de Gala entraron primero saludando a la dueña de la casa, después entró Carla, saludando a la mujer con dos besos en cada mejilla. Y de última paso Gala. Que según desaparecieron sus padres y su hermana, se agarró rápidamente a Laura, abrazándola y soltando un pequeño sollozo. Al separarse unos segundos después, la mujer pasó un mechón de Gala por detrás de su oreja y la miró a los ojos. Ambas los tenían llenos de lágrimas. -Siento mucho no haber estado aquí, para ella, ni cuando ocurrió todo- -No tienes que disculparte- respondió ella sonriendo apenada. Tras unos minutos después hablando ellas entraron al salón para reencontrarse con los demás. Cuando todos por fin estaban sentados en la mesa para cenar, Gala notó la ausencia de Guzmán. Inevitablemente había pensado en el tras saber sobre la noticia, y sentía muchísima lástima por el. Lo había dejado con su novia, había perdido a su hermana... tenía la esperanza de poder ayudarlo en lo que ella pudiera. Era lo mínimo que podía hacer.