[ v e i n t i u n o ] - Amar sin miedo.

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꧁ M O N I Q U E ꧂

En cuanto pongo un pie en los vestuarios de la pista el jolgorio de los invitados se hace presente. Mi mamá está escribiendo apurada sobre miles de documentos para asegurar mi participación en la competencia mientras Alessio permanece sentado en el sillón de una de las esquinas, mirando su teléfono como si fuera lo más interesante del mundo. Incluso sonríe como idiota. Seguro debe de estar diciéndole a Enzo dónde estacionar su auto, porque para mi pesar, también lo han invitado.

Hay al menos tres chicas reunidas a mi alrededor, una peinándome, otra maquillándome y la última diciendo la programación. Al parecer primero se presentarán los grupos o parejas y finalmente los solos.

—Monique, irás de última.

Apenas puedo separarme del brillo labial que pone la maquillista sobre mis labios —¿Por qué última?

—Así lo pidió tu madre…—parece preocupada de mi reacción, no debe trabajar con gente amable si tiene miedo de mí. Irina se hace presente, entregando los papeles a uno de los asistentes y se acerca a nosotras.

—Me gustan los cierres —claro, siempre se hace lo que ella quiere, pero no le reprocho porque no me importa en qué lugar patine sino en qué lugar salga—. Alessio, sal de la habitación y ve a ver si tu padre ha llegado.

—¡Anotado, capitán! —él se levanta muy sonriente y antes de salir me da un beso sonoro en la frente, un gruñido de fastidio sale de la maquillista y Alex sonríe apenado—. Estaré mirándote desde arriba, rómpete una pierna.

—No le digas tonterías a tu hermana, por favor.

—¿Podrías decirle a Leni que venga?

—Monique —me detiene mamá, negando con la cabeza. Si no le gustan las distracciones en los entrenamientos, ahora menos durante una competencia. Pero algo toca su endurecido corazón y al final acepta a regañadientes—. Si te concentras ahora, prometo traerla para el solo final.

Asiento efusivamente con una sonrisa agradecida —Sí, está bien.

—¿Entonces la llamo o no? —pregunta mi hermano, confundido.

—Después, Alessio, después —pone los ojos en blanco y creo que es la primera vez que veo a mi mamá hacer una cara distinta a su ya muy conocida inexpresividad—. ¿Ya te vas?

—Ah, sí, sí —lo veo desaparecer por la puerta antes de que me empanicen en polvo para evitar que la piel brille demasiado.

—Recuerda respirar profundo, los pies bien estirados y las manos firmes pero siempre con movimientos ligeros —asiento a cada nuevo recordatorio y lo grabo en mi lista mental de cosas que no debo olvidar—. Deja que Máximo se encargue del peso, no importa eso para ti. Espalda recta, utiliza tu cuerpo y la inclinación para ganar rapidez en los giros. Quiero esa espalda bien arqueada cuando Máximo te eleve en el aire —el maquillaje está listo, hay un azul natural en los párpados y el imperceptible delineado lila—. ¿Algo más que se nos haya olvidado?

—¿Si me resbalo?

—No vas a resbalarte —me siento mal cuando mi mamá quita bruscamente las manos de la muerte que está peinándome para terminar de hacerlo ella misma—. Eres Monique Milán D’Angelo y naciste para ser una estrella.

Esa mirada que me da por el espejo me pone la piel de gallina. Es como una mezcla entre confianza e impaciencia. Esto es por lo que hemos estado practicando tantas horas, esto es por lo que he perdido días de clase y por lo que he dejado de ser una adolescente normal, y ella lo sabe.

—Vamos —me ayuda a levantarme cuando todo está listo, mis manos se sostienen de las suyas mientras me ayuda a caminar porque los patines no hacen buena combinación con el sueño de mármol.

Mozzafiato. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora