Capítulo X

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Advertencia: Este capítulo contiene menciones de abuso infantil.

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NEJI

Después de haber dejado al pelinegro sobre su cama, me hice paso hacia la salida del apartamento. Me trajo muchos recuerdos de la universidad, que en realidad no me hubiera gustado rememorar. Pero ciertamente, esos recuerdos fueron la base de lo que me convirtió en lo que soy, y que ahora en adelante sería mi destino.

Bajé las escaleras hasta el lobby y salí del edificio, el complejo Hyuga no se encontraba lejos de ahí, y para ahorrarme la molestia de sacar mi motocicleta y verme sospechoso en la entrada, fui caminando.

Tome una bocanada de aire que terminé exhalando ruidosamente. Antes de la universidad, yo no era nada, mejor dicho nadie.

Mi tío mató a mis padres en un intento desesperado por ganar poder. Yo solo tenía cinco años en ese entonces y las cosas en mi hogar no eran muy agradables. De mi madre nunca supe nada, por lo que a los cinco años y medio yo ya me encontraba en un orfanato.

La vida no era miserable allá, solo deprimente y, muy solitaria. Como mis padres no me habían dejado nada de dinero a mi herencia, el orfanato en el que estaba se encontraba fuera de la cuidad, en un lugar recóndito del que creí que no saldría nunca. Hasta que llegó él.

Si creía que mi vida era miserable, con la llegada de Hiashi Hyuga todo empeoró en un 1000%, el nunca sería mi figura paterna, y él se encargó de mostrarme aquello el día que me saco del orfanato, yo tenía siete.

Era un niño, un niño al que desde su nacimiento lo criaron en un mundo lleno de cuchillos y armas que pronto derramarían sangre, de posiblemente inocentes. Ese sería mi destino también.

Ese día, que me sacaron del orfanato, me llevaron a la mansión, pero yo siempre la conoceré con el nombre de La Casa de La Tortura. Cuando llegué, me di cuenta de que no estaba solo, habían más como yo, niños maltratados que compartían las mismas carencias, y se convirtieron en mi familia. Hinata me agradó desde el primer instante, fue la compañera que nunca tuve y fue quien limpió mis lágrimas y yo limpié las suyas cuando creí que no sobreviviría un día más en ese infierno.

No me creería aquel al que le contara que en esa mansión nos convirtieron en máquinas de matar. Nos enseñaron todo, desde robar hasta matar a sangre fría y arrebatarle el último aliento a quien se atreviera a cruzarse en nuestro camino.

El día que llegó Hanabi, supe que no iba a dejar que a ella le sucediera lo mismo que a nosotros, no, no iba a permitir que esos viejos asquerosos y repugnantes le tocará un solo pelo. Ese acto heroico estuvo a punto de cobrarme la vida un par de veces, pero cuando se trata de proteger a quienes les debes tu salvación, no tienes otra opción.

Todos me querían, aunque yo no les hablara, no le hablaba a nadie, en realidad no recuerdo haber pronunciado palabra alguna desde mi llegada a esa casa. Nos hicieron memorizar como se desarmaba y armaba un rifle, a como disparar una Glock 19 y ya no recuerdo que otras cosas más, porque él conocimiento que tengo ahora es tan inmenso, que si alguien llegará a preguntarme qué era un Ruger yo no solo les daría la definición, si no, todos los tipos posibles y como se siente ser disparado con uno.

Aquellos que no cumplían las órdenes los encerraban en El Calabozo, yo escuchaba los gritos de auxilio que pedían mis compañeros, escuchaba los golpes, los quejidos, gemidos y las balas. Las balas eran el peor castigo de todos, porque te arrebataba tus últimos latidos a horcajadas. Si, los liberaba de esta tortura, pero yo no podía imaginar partir de la tierra sintiendo dolor.

Rosas & Sangre (Shikaneji/Nejishika Mafia AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora