Capítulo 26: IDOL

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Compruebo la hora nuevamente en mi celular. Ryo me matará seguramente, se supone que hoy tengo que ir por Miguel a la guardería, si tan solo Lena no estuviera en esta situación, podría pedirle que me cubriera el final del turno, pero por lo visto mi mejor amiga está metida en el peor de los líos.

Sé que no va admitirlo delante de nosotras, pero es obvio que se ha enamorado y nada más y nada menos que de un estúpido idol. Algunas prefieren lo más difícil. Dejo el celular a un lado del mostrador. Alguien acaba de entrar agitando la campanilla de la puerta.

Lo primero que me hace detenerme en él es su estatura. Madre Woo tiene razón, los hombres altos siempre llaman la atención. Conozco la mirada que me está dedicando, esa que dice mucho más sobre mis curvas y menos sobre mis ojos.

Tuerzo el gesto y me dedico a repasar los precios en la pantalla del computador. Aun así le miro de reojo y descubro una sonrisa ladeada ¿Es en serio? Alzo la barbilla con orgullo. Quién se cree que es ese falso rubio.

Por lo visto lee mi mensaje claramente porque no pierde tiempo para internarse por el segundo pasillo de la tienda. Evito mirar en su dirección, desde aquí solo puedo verle la espalda protegida por una chaqueta azul mezclilla.

Por qué miro tanto a ese tío. Me enojo conmigo misma por esa absurda reacción, sin embargo no dejo de estudiar su postura. Se ha detenido al lado de Lena y ahora conversan ¿De dónde se conocen? Escucho una risa que indudablemente es masculina, un escalofrío me recorre la espalda. Pero qué rayos.

Comienzo a morderme las uñas como si fuera una cría. El chico se despide de Lena y vuelve a retomar su camino. Escoge algo en uno de los estantes y sé que en cuestión de segundos estará frente a mí. Vuelvo a concentrarme en el ordenador.

—Un cuaderno y una pluma, por favor.

Esa voz gruesa me da de frente. ¿En serio tiene hoyuelos en su cara? Frunzo el ceño más de la cuenta. Por lo visto hoy es el día de la demanda de los cuadernos. El idiota ese que vino a ver a Lena también compró uno.

Compruebo los precios y saco una bolsa de plástico para envolver la compra de ese tío tan raro. Sé que me observa así que evito devolverle la mirada.

—Son cinco con veinte—uso mi tono más monótono ¿En serio tarjeta de crédito? ¿Para comprar un cuaderno? Debo ser muy obvia en mi reacción porque él termina encogiéndose de hombros sin rebajar la sonrisa. Mierda, por qué me gusta tanto cuando sonríe así. Y qué estoy diciendo.

Paso la tarjeta de crédito sin mirar su nombre y cobro. Cuando la coloco al lado del cliente este ha terminado de garabatear algo en el cuaderno que acaba de comprar.

—Gracias, ha sido un placer—dice rasgando un pedazo de papel y dejándolo sobre el mostrador.

Estoy a punto de cuestionarlo cuando da media vuelta y desaparece con la misma rapidez que llegó. Tomo el papel y mis ojos se abren como platos.

Me encantan tus ojos”

Kim Nam Joon

Al dorso estaba lo que sin dudas sería su número telefónico. Pero qué se cree ese idiota. Arrugué el papel hasta convertirlo en una pequeña bola. Lo iba a tirar al cesto de basura más cercano pero entonces llegó otro cliente y tuve que atender.

El día en la tienda terminó finalmente. Me despedí de Lena y ambas tomamos sentidos opuestos en la parada del autobús. Ya era de noche cuando llegué a casa. Rebuscaba en mi bolso por las llaves cuando la pelotita de papel volvió aparecer.

Cómo había terminado ahí. Ahora si podía deshacerme de ella…desenrollé el estrujado mensaje, a la verdad tenía una letra muy bonita. Pero qué estoy pensando. Burra, solo lo ves de esa forma porque te gustan los tíos altos.

—Llegas tarde López—era Ryo desde el marco de la puerta, por lo visto llevaba más tiempo de lo normal parada allí como una idiota. Devolví el estrujado papel al bolso.

—No molestes ¿Quieres?

***

Era lunes, el fin de semana no me había dejado respirar mucho que digamos y para completar hoy había que descargar mercancía. El señor Chen debería contratar más ayudantes. Por poco me caigo con una caja de útiles si no fuera porque alguien había acudido a ayudarme.

—Gra-

No podía creerlo ¿Es que me estaba acosando o qué? Intenté tirar de la caja pero el resultado fue que por poco beso el piso. Unas manos de dedos esbeltos aparecieron otra vez al rescate.

—Creo que era gracias lo que intentabas decir—dijo él con una calma que logró erizarme los vellos de la nuca. Solté la caja como si su tacto me quemara. Otra vez esos hoyuelos.

—No necesitaba ayuda—me crucé de brazos ceñuda.

—No es lo que parece ¿A qué hora terminas hoy?

¿Pero que andaba mal con este tío? Ni siquiera sabía quién era yo y estaba filtreando tan descaradamente. Enrojecí de rabia y juro que si no hubiera sido por la inoportuna presencia de mi jefe le habría cantado las cuarentas a ese engreído.

—¡López, eso es para hoy!

—¡Ya vale! —casi grité. El chico frente a mí ladeó la boca en otra sonrisa.

—No te hagas ilusiones—le apunté con el dedo y tomando una caja más pequeña entré por la puerta del fondo.

—¿Siempre te trata así? —dijo él a mi espalda.

Me limité a asentir. Por qué me latía tan rápido el corazón. Acaso estaba nerviosa. Bah, era el esfuerzo de cargar tantas cajas en una mañana. Sí eso debía ser. Lena trabajaba medio tiempo por la universidad, además los lunes yo tenía que suplir a Madre Woo en el japonés del barrio.

—Existe algo llamado derechos laborales—continúo él y se ganó una mirada asesina de mi parte.

Nuevamente captó el mensaje. El resto de las cajas las pasamos en silencio. Hoy hacía calor, vaya caprichoso que era el clima de aquí. Me sequé la frente con el dorso de la mano. Alguien me tendió un pañuelo.

Mis cejas debieron unirse del asombro. Al ver que no lo tomaba él terminó acercándose a mí con la excusa de remover el sudor de mi cara. ¿Quién podía oler tan bien después de sudar tanto?

El pañuelo llegó hasta mi cuello y se me secó la boca cuando esos ojos almendrados me miraron. Joder, porque tengo ganas de besarlo justo ahora. El tono de un celular me rescató a tiempo. Él resopló con sorna antes de pedirme permiso para contestar con una imperceptible reverencia.

—Sí, claro—dije recogiendo el pañuelo de sus manos.

Sentí ese corrientazo otra vez cuando nuestros dedos se rozaron. Él esbozó un: “Gracias” con sus labios carnosos y se alejó para seguir conversando con quién fuera que estuviera al otro lado de la línea.

Joder, qué estaba mal conmigo. Por qué me atraía tanto un extraño. Terminé de secarme el sudor con el pañuelo. Me faltaba la punta de mi nariz, que siempre vivía llena de gotitas por deporte.

Otra vez ese exquisito aroma que ahora sabía que le pertenecía a él inundó mis fosas nasales. Dios Mío, la imagen que vino a mi cabeza habría vuelto loca a la criatura más inocente del planeta. Ahora tenía fantasías con extraños.

—Tengo que irme, pero lo de pasar por ti cuando termines se mantiene en pie…

Estuve a punto de soltar un chillido de susto. Me ardían las mejillas y el corazón me iba a mil. Hablé incluso antes de pensar lo que hacía.

—A las siete treinta—seguía sin creerme lo que acababa de hacer. Él por su parte sonrió como un gato y salió de la tienda.

***

Nam Team Latam🤣

•INCO13PLETE •© MYG#1BSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora