Repentinamente, una chispa saltó en su mente, inflamando todos sus melancólicos sentimientos y tornándolos en ira y sed de venganza. Olvidando lo cuidadoso y atento que era, Kazim dejó caer en el suelo del salón al hombre de cabellos rubios al que había recogido en mitad de la calle. Éste se encontraba cada vez más afectado por la fiebre y si en algún momento expresó algún quejido por el impacto de la caída, debió quedar opacado por sus intensas inspiraciones tras haber estado expuesto a la tormenta de arena. Casi sin estar consciente, tuvo fuerzas para girarse y así quedar tendido hacia arriba. Con su mano temblorosa comenzó a palpar el piso de su alrededor, quedándose más tranquilo en cuanto dio con la bandolera que estaba junto a él.
Ajeno a todo aquello, el muchacho se dirigía lentamente hacia la entrada del que era de nuevo su hogar. Tenía su cuerpo en tensión, preparándose para el inminente enfrentamiento con uno de los que creía culpables de la muerte de su familia. Kazim podía visualizar mentalmente cómo éste se dirigía hacia la emboscada que le había preparado para cuando traspasara el umbral de su casa. En su cabeza no cesaba de repetirse la idea de que aquellos hombres que habían acabado con los suyos tampoco merecían vivir.
Con la piel de su espalda pegada a la pared junto a la puerta, Kazim esperaba impaciente el momento en el que daría caza al intruso. Lo sentía cada vez más cerca. Apenas un metro de distancia y un muro de adobe les separaba. El joven vampiro giró su cabeza hacia la entrada, con el propósito de hacer contacto visual con el miliciano. A pesar del ruido del viento, era capaz de escuchar los latidos del corazón de aquél hombre que unos segundos más tarde se convertiría en su presa. Comenzó a contar hasta tres para fijar el momento en el que se abalanzaría sobre él.
Pero el estruendo que provocó el disparo del rifle que portaba el miliciano interrumpió su concentración. Dejó atrás ese estado salvaje en el que se había sumido, volviendo a ser aquél chiquillo prudente y comprometido de siempre. Kazim se echó las manos al abdomen tan pronto como percibió un leve pero punzante dolor en aquella zona. Aunque, a simple vista, pudo comprobar que no tenía herida alguna.
– ¿Qué significa este dolor? – se preguntó a sí mismo presionando con las yemas de sus dedos por encima de su ombligo.
Inmediatamente, reparó en el extranjero, que se encontraba totalmente expuesto en el suelo del salón. Era él quien había recibido el disparo en el abdomen. Su sangre ya había comenzado a teñir la ropa que cubría esa parte del cuerpo.
– Maldito fusil defectuoso. – escuchó quejarse a Assim, el mismo soldado que minutos antes había interrumpido su descanso diurno para torturarle. – ¿Es que es imposible acertarles en la cabeza?
El sonido de un nuevo disparo desencadenó en la mente de Kazim una sucesión de imágenes en las que ese miliciano ejecutaba sin piedad a su madre y hermanos. Otra vez, la ira se apoderó del muchacho y nubló su parte racional. Instintivamente, dio un salto para presentarse ante Assim; cuya expresión del rostro cambió de rabia a terror. No le dio lugar alguno a reaccionar a tiempo y, cuando llegó a darse cuenta, ya tenía los brazos y piernas del chico apresando su cuerpo. En el momento en que los colmillos del vampiro atravesaron la piel de su cuello y pincharon su yugular, el miliciano entró en un estado de placer y dolor a partes iguales, que sería su sentencia de muerte.
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Bertram Kastner: El Origen Olvidado
VampirosEl periodista de investigación Bertram Kastner despierta en un edificio abandonado. Enseguida descubre que su vida ha cambiado de forma radical, siendo un gran peligro para su familia. Por ello, decide abandonar su ciudad en busca de respuestas sobr...