Dulce Venganza

Capítulo 1: El comienzo de todo.

Toda mi vida ha sido fácil, sencilla, no he tenido que esforzarme nunca por nada ni por nadie, únicamente en pedirle a mis padres lo que se me antoje.

Mi nombre es Trea Marshal, soy la princesa y única heredera al trono de mis padres, Renaud y Marion Marshal, los cuales son los reyes del inframundo.
El inframundo es un lugar oculto muy protegido de los humanos, creado por mi padre Renaud hace millones de años, prácticamente imprenetable, o eso creíamos.

-Padre, quisiera explorar sitios nuevos, estoy a nada de enloquecer-

Siempre he vivido en el castillo de mis padres, no me permiten ir muy lejos, a pesar de que estoy a punto de cumplir mis 19 años, para ellos aún no estoy lista para salir a dónde yo quiera, inclusive sabiendo que me se defender perfectamente, para eso me entrenaron ¿No?

-Lamento que te aburras aquí, pero, ¿Para que quieres explorar? ¿Acaso no te gusta tener todo aquí? No necesitas ir a buscar lo que no se te ha perdido.-

Desde que nací el rey, mi padre, me ha llenado de lujos, me ha consentido en todo, incluso a creado escenarios ficticios para mí, para su chiquita, solo para que no tenga la necesidad de salir a ningún lado, pero creo que mi mundo ficticio se está empezando a desmoronar, mi curiosidad por ver más allá me está consumiendo.

-Querido, tu hija ya se está convirtiendo en una mujer, ya no puedes mantenerla aferrada al castillo y a sus al rededores, ¿Por qué no le dices a uno de tus guardias que la acompañen solo un poco más lejos? Para que se sacie de la curiosidad que está sintiendo.-

Mi madre, la reina, siempre ha sido una mujer comprensiva, muy amable, cariñosa y me considera como la luz de sus ojos rojos, solo que, cuando se enoja no hay poder del inframundo que la detenga, es la mujer más fuerte y poderosa que conozco, en verdad la admiro mucho.

-Marion, no deberías ser tan permisiva, aquí tiene todo lo que podría encontrar allá afuera, y sin ningún tipo de peligro- .
-Por favor padre, prometo que seré muy cuidadosa, recuerda que ustedes me heredaron unos increíbles poderes para defenderme de lo que sea, inclusive puedo ir con un guardia, no me importa, solo quiero conocer un poco más allá de estás paredes-

Finalmente, la decisión que tomaron ese día de permitirme salir pudo haber sido algo muy bueno para mí, pero sería el peor día de mi vida.

-Señorita Trea, debe tener cuidado, no sé aleje de mi vista por favor, es muy importante que llegue con bien al castillo, no queremos que sus padres se preocupen-

El guardia que mi padre asignó era de sus mejores guerreros, un humilde centauro que se crió casi al mismo tiempo que yo, solo que él era un poco mayor cuando yo nací, le tienen tanto aprecio que es casi mi hermano.

-No seas tan formal conmigo, Percibal, y me alegra que seas tú a quién escogieron para que me acompañará en esta aventura-

En ese instante, escuchamos una fuerte explosión, que retumbó mis oídos.

-Eso ha provenido del castillo, ¡Debemos regresar de inmediato!-

Corrimos tan rápido como pudimos y al llegar, nos encontramos con la fatal escena de una parte del castillo completamente destruida.
Entramos y no podía creer lo que estaba pasando, mis padres estaban tirados en el suelo, sin respiración, con una gran herida en sus corazones.

-¡Señorita Trea, ocultese, voy a averiguar que demonios pasó aquí, por favor no salga de su escondite hasta que yo la encuentre!-

Rompí en llanto en un escondite secreto que tenían mis padres para emergencias, ¿Pero que demonios pasó? ¿Por qué carajos tenía que irme de su lado? ¿Pude haber hecho algo? Ellos eran los seres más poderosos del inframundo, ¿Cómo es que estaban muertos? ¿Quién pudo haber hecho algo así? El enojo se estaba apoderando de mi, la incertidumbre, el no saber que hacer, el miedo, la desesperación, solo quería huir y encontrar a los malditos que le hicieron eso a mis padres, pero tenía un nudo en la garganta, estaba inmóvil, todos los recuerdos de mi infancia me invadían, no podía hacer nada.

-Voy a entrar señorita Trea-

En ese instante Percibal me vio con lástima, me dio un abrazo muy fuerte, pero él también se estaba desmoronando por dentro, el era mi hermano de otra madre.

-¿Que está pasando allá afuera? Por favor dime qué tienes noticias de quién le hizo eso a mis padres, no me dejes así- le dije entre lágrimas y gritos.
-Los humanos han encontrado la entrada al inframundo y lograron ingresar, están aniquilando a todos, es un escenario horrible, tú no puedes estar aquí-

Él tenía una mirada de tristeza total, lo que él vio fue algo duro, pero ese era su trabajo, estar para defender el castillo y al pueblo, no podía hacer nada por él.

-No lo puedo creer, esto es algo terrible, pero ¿Cómo pudieron entrar? Mis padres me dijeron que era impenetrable, ¿Por qué me mintieron?-

Yo seguía inconsolable, sin entender absolutamente nada, no podía creer que mi vida había cambiado tanto en un segundo, todo por esos malditos y despreciables seres.

-Escucha Trea, tus padres tuvieron sus razones para ocultarte ciertas cosas, pero necesito que te controles en este momento y confíes en mi, tengo un plan que quizás no sea lo mejor que pueda hacer, pero es una manera de sacarte de aquí y que sobrevivas, necesito que vivas, luego nos reencontraremos-

No entendía nada, pero confíe plenamente en él.
Salimos del escondite y me encontré con otro horrible escenario.
Todos estaban tirados en el suelo, sangrando, muertos, agonizando, heridos de gravedad.

-Abrire un portal que te llevará al mundo humano-

¿Qué dices?

-¿Al mundo humano? ¿¡En serio crees que quiero estar ahí después de todo lo que esos malditos han hecho!? ¡Acabo de perder a mis padres gracias a ellos!-

Estaba tan molesta que sentí como mi cuerpo empezó a calentarse.

-Entiendo que esto es algo muy duro para ti, pero el inframundo va a quedar destruido, necesito que al menos tu vivas, te prometo que te encontraré en cuanto pueda, por favor vete, finge que eres uno de ellos, algún día nos vengaremos de todo este desastre, confía en mi-

Solo pude ver cómo Percibal me sonreía para que confiara en él, y no tuve opción, si lo que decía es cierto, entonces con gusto iría a fingir que soy uno de ellos, solo para hacerlos caer uno por uno.