capítulo 37

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Capítulo 37

     El panorama mostraba un lugar oscuro y polvoriento, un rincón perdido en un laberinto de viejos containers formando callejas herrumbrosas, junto al muelle, con olor a extrañas cosas viejas desintegrándose desde ultramar, entre curiosos jirones de niebla que dispersaba el viento abanicando la insania de seres corroídos por sus caprichos retorcidos. En resumen, desde el suelo al techo iban desmoronándose los valores entre seres anónimos y oscuros que de la nada se inventaban un horror desconocido que alteraba el orden de los elementos.

     Alex sentía que el demonio la arrastraba por el vacío sin sentido, solo podía nadar hacia la orilla más cercana teniendo que llevar el cuerpo de Albert a jalones, considerando su enorme tamaño y dimensión. La adrenalina del momento y la premura de las circunstancias le inyectaban fuerza y simplemente sentía que el tiempo se extendía ante ella y la apretaba.

    Albert al caer se había roto la cabeza, y una estela de sangre hacía una línea oscura sobre la superficie del agua; por lo cual los hombres que iluminaron con los reflectores el lugar en el que vieron saltar a Alex, pensaron que como no la veían emerger, y más la estela de sangre que divisaron; suponían que el cuerpo al caer, se había golpeado con el brazo del ancla que sobresalía muy cerca a la zona de la que se lanzó ella, y por tanto para ellos, ella se había matado en una, ahorrándoles la molestia.

     Los hombres no llegaron a ver a Alex arrojar a Albert, sólo la vieron saltar a ella y suponiéndola torpe. Por ello sólo esperaron lo suficiente como para verla emerger. Y al constatar que no salía del agua supusieron que se había golpeado y que se había ahogado. Se retiraron del lugar e ingresaron al Buque Insignia para terminar de acabar con la vida del caballero enmascarado que venía dando de baja de uno en uno a sus compañeros.

     Muy cerca del ancla Alex trabajosamente intentaba mantener a flote a Albert, con su rostro hacia arriba. Mientras que con una mano intentaba presionar su herida para evitar que siga sangrando. Albert al haber sido arrojado inconsciente había caído muy cerca a una tabla y por la fuerza de la caída ésta se había movido y le había rozado rompiéndole la cabeza. 

     Una hora más tarde, Alex, golpeada y rasguñada, pudo llegar hasta un hospital cercano para  que Albert sea atendido e internado alegando haber sido atacados por delincuentes que les quitaron sus pertenencias y les arrojaron al mar. En tanto la preocupación minuto a minuto crecía, pues Albert tenía un corte en la ceja, la nariz cortada por los golpes, 2 costillas fracturadas, un par de balas en una pierna, la cabeza rota y quizás alguna otra cosa más por los golpes recibidos mientras estaba cautivo y llevaba inconsciente mucho tiempo con el rostro blanco. Además había perdido mucha sangre por el camino... Mientras tanto no sabían nada acerca de Silvio que se había quedado solo a su suerte con esa horda de asesinos.

    Desde las simas profundas de valles sin nombres, las esperanzas deshojadas ladraban una pena y suspiraban una queja al destino, más allá de los brillantes enjambres arrastrados por el vacío de la angustia... Los agentes ya habían contactado a la familia de Albert comunicando acerca de su estado de salud, pues con todo lo que tenía, era seguro que debía pasar algunos días internado, y eso era más que una molestia que no le competía a Alex, sino a su familia. Por ello él debía de ir con su mujer y sus hijos. A criterio de Alex, Albert así era un estorbo para concretar lo que habían empezado. Lo bueno era que probablemente Silvio aún estaba en pie repartiendo balas o en el peor de los casos lo habían capturado y obligado a recibir golpes para que dijera nombres de sus propias ubicaciones. Y si había podido concretar la misión, quería decir que por fin había logrado terminar con todos los hombres de la lista, menos uno, el viejo. Que para ese entonces descubrieron que se trataba de Louis Anglas, el antiguo amigo y casi padre de Albert. Por otro lado, al haber descubierto su identidad la vida de Albert peligraba en el hospital. Lo único que Alex no había considerado era que Ellen no quería saber nada de Albert y que lo había apartado de su lado creyéndole infiel, y precisamente con ella.

ÁNGEL O DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora