Marzo

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Era 1 de Marzo, Mati empezaba su primer día de clases en la secu como una normalidad. Su mochila de haikyuu delataba su inocencia. Su outfit oversize se basaba en poco más que un pantalón beige con un suéter marrón y sus converse favoritas. Sus gigantescos lentes eran lo que más sobresalía de él. La baja estatura que Mati poseía hacía que se notaran aún más sus anteojos.
De todas formas, Mati se decía a sí mismo que este sería el mejor año de su vida.
— Llegas tarde, otra vez, y vives a menos de cinco cuadras, es absurdo.— Dijo sarcásticamente Camilo. — Tuve un pequeño inconveniente, ¿ya?— Excusó Mati refiriéndose a su cabello. — Es entendible, también yo lo odiaría.— Contestó Camilo con un tono burlesco. Mati solo se limitó a rodar los ojos hacia la derecha y juntos continuaron su recorrido hasta el salón. Afortunadamente, ningún inspector los alcanzó ya que estaban más ocupados con el código de vestimenta y venta de marihuana. Una vez llegaron al salón, se percataron de que la profesora brillaba por su ausencia; ambos se sentaron hasta atrás intentando evadir a sus compañeros que provocaban un desastre detrás de ellos.
Pasaron unos diez minutos en los que no interactuaron con nadie más que entre ellos dos.
— ¿Quieres?— Paimilla se acercó desquiciadamente a Mati ofreciéndole un pito de marihuana. — ¡Aléjate!— Exclamó Mati con horror. Desubicadamente, Paimilla empieza a fumar el cigarrillo en frente de los dos, llenándolos de ese aroma tan particular. Mati se tapó la cara con sus manos intentando no inhalar nada y que no entre a sus ojitos.
De pronto, en el salón irrumpe Leiva, gritando e intentando analizar de quién provenía el olor a droga. — ¡Ustedes dos a detención!— Ladró el viejo. Camilo, en desacuerdo, se levantó y habló en contra de ello. — ¿También quieres irte a detención, enano?— Dijo Leiva, Camilo hizo una seña con su mano indicando que mantendría silencio y se sentó. Leiva se llevó a Mati y a Paimilla a detención, el menor, sin saber qué hacer, empezó a llorar en silencio. Paimilla se percató de esto y musitó — No llores mariquita, acostúmbrate.— Mati intentó detener el llanto, pero solo quedó en un intento.
El momento en el que cruzaron la puerta en detención, Mati notó que sería un infierno. —¡Orden!— Gritó Leiva; le arrebató el celular a Mati y se fue. Él se sentó en un rincón a esperar a que pasara el rato.
— Levántate, yo también estoy aquí por error.— Dijo Moncho extendiendo una mano hacia Mati. — ¿En serio?— Mati no podía creerlo, el chico que había visto el año pasado, Moncho el atlético le estaba ofreciendo ayuda. — Estás pasado a marihuana, pero un nerd nunca fumaría, ¿verdad?— Preguntó Moncho con curiosidad. Él no solía ser tan amable, siempre se mostraba un poco indiferente, incluso irritable. Esta vez parecía ser amigable. — ¿Cómo terminaste aquí? No pareces agresivo, sin ofender.— Continuó Mati. —No lo soy, nunca lo fui, parecer fuck boy y todo eso es una mierda. Estoy aquí porque mi balón de rugby golpeó a una chica de séptimo grado. Es desesperante.— Relató el mayor. —Por cierto soy Moncho, y tú eres..?— Hizo una pausa mientras estrechaba la mano de Mati. —Soy Matias, todos me dicen Mati.— Respondió un poco tímido. La conversación fluyó hasta la hora de almuerzo. Una vez que sonó la campana, los liberaron.

Matias, con una sonrisa de oreja a oreja, corrio hacia él comedor. Ahí estaban esperándolo sus amigos, Ignacia, Constanza y Camilo.
— ¡Mati! Ven aquí.— Dijo Coni. — Te veo contento, parece que a alguien le dieron pene.— Insinuó Ignacia, riéndose ligeramente. — Sí, andas como alegre, acabas de salir de detención, es extraño.— Rió Camilo, Mati sintió sus mejillas arder, se había sonrojado. — Bueno, bueno, pero no digan nada...— Hizo una pequeña pausa y continuó.— Hablé con el chico atlético de onceavo grado.— Musitó Mati con una sonrisa tonta. A Camilo se le desdibujó la expresión, su cara se enfrió y su semblante cambió a uno más serio. — Es interesante, ¿ah?—  Comentó. — Ay, no seas tan apático, solo conversamos, no es como que tuvieras algo con él.— Contestó Matias. — No, no es eso. Es solo que no me simpatiza y creo que como cualquiera del grupo de Fútbol Americano es un patán que usa a las mujeres como objetos.— Camilo mostró su lado prejucioso haciendo ese comentario, pero Mati no le dio importancia, dado a que Camilo solía ser un poco sobreprotector.

Al final del día, Camilo al llegar a casa azotó su mochila contra la pared, supuso que debía hablar con ese tal Moncho. No le agradaba ni un poquito.

Flashback
— ¿Eres real?— Preguntó anonadado acariciando su cabello. — Tan real como tú, mi amor.— Respondió Chuu con un susurro. Camilo y Chuu llevaban un año y dos meses juntos, solían ir al parque después de clases y recostarse a ver las nubes mientras se daban caricias.
Fin del Flashback

Chuu terminó con Camilo solo para irse con Moncho, él la ilusionó, pero el pelirubio no pudo perdonarla, él simplemente no podía. Había sido traicionado por la persona que tanto amaba. La persona con la que juró tener una casa en la playa lo había traicionado.

Esto no se iba a quedar así.

Como Camilo había planeado. Esperó a Moncho en la pérgola. Camilo no pensó en llegar a los golpes, pero si la situación se salía de control, tendría que hacerlo. — ¿Qué quieres, niño teñido?— Interrogó Moncho sin mucho interés. — Quiero saber qué planeas con Mati.— Habló el menor.— ¿Mati? Oh, el nerd de noveno grado. Solo cruzamos palabras en detención, no te vengas tan arriba, tampoco es Chuu.— Respondió juguetón.— ¡Ella no tiene nada que ver! Eso ya está en el pasado.— Camilo estaba casi por llorar, pero debía ser fuerte, no dejaría que Mati se acercara a Moncho. — Okay, ni siquiera pensaba hablarle a ese mariquita ojos de lupa.— Moncho se fue, pero Camilo siguió ahí, no dijo nada. Tocaba volver a casa.

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⏰ Última actualización: Nov 10, 2023 ⏰

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¡No podemos! | Monti (Moncho x Mati)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora