El Chico De Los Girasoles🌻

🌻Capítulo 23🌻

Me levanté a las seis de la mañana, a pesar de que me quedé hasta las once de la noche dibujando un lienzo pequeño con girasoles y lirios blancos fusionados. Está colgado en mi pared, creo que se ve bien con el fondo verde claro y morado fusionados también. Tengo que averiguar algo, creo que tengo una idea para más adelante. Voy a prepararme porque siento que, mientras pintaba anoche, pensé muchísimo el cómo está haciendo Thiago las cosas. ¿Cómo me va a mostrar algo exclusivamente a mí en mi cumpleaños si apenas le dije dos días antes? Acaso él... ¿Me ha estado investigando? ¿Será posible?

¿Todavía te lo preguntas?

A veces mi conciencia es una idiota conmigo. Estoy mirando el reflejo de mi rostro en el espejo del baño. Mi nariz se ve sonrojada, mis pecas se ven todas bonitas y la gran maraña de cabello rojizo cae sobre mis hombros y el inicio de mi espalda. A veces quisiera raparme porque en el ambiente natural de esta ciudad mi cabello me da demasiado calor. Aunque... volviendo al tema... ¿Será posible? De que quizás él podría haberme preparado algo sin razón aparente y, casualmente, ya estaba cerca mi cumpleaños. No lo sé, ya no quiero pensar en ello, me da demasiada ansiedad. Me voy a mi habitación a vestirme, me coloco un jeans azul oscuro, un top negro y una camisa de cuadros en blanco y negro. Mi cabello suelto en rizos desordenados, maquillaje sencillo y ya está. Las botas negras me las estoy amarrando y preciso tocan mi puerta.

—Adelante.

Entra mi madre con una sonrisa que no cabe en su rostro, amo verla sonreír. Se emociona más por mi cumpleaños que yo misma.

—Ven, levántate —me dice abriendo sus brazos de madre protectora.

Termino de amarrar mis botas rápidamente y me levanto a abrazar a la persona más bella que tengo en mi vida. Creo que este día me pone demasiado vulnerable y deprimente. Nunca me ha gustado la idea de hacerme más vieja cada día, me recuerda que estoy en el mismo lugar cuando ya todos están avanzando, soy adulta y ni siquiera me he independizado. No me gusta pensar en nada de ello, necesito dejar esos pensamientos.

—Feliz cumpleaños, hija hermosa —dice besando mi frente —. Me siento orgullosa de la artista que tengo como hija, de lo mucho que has estudiado y te has esforzado. Has trabajado incansablemente y sé que todo esto valdrá la pena. Confía en ti como yo lo hago. Quizás antes de los treinta ya puedas sacar algún libro, canción o pintura tuya a la luz. Sé que cuando te decidas, te amarán. A pesar de lo que pase, siempre serás mi pequeña, serás mi artista favorita y estaré orgullosa de que estés superando y sobrellevando la depresión que no gritas, la depresión que te callas y la que sufres en silencio. Orgullosa de que quieras hacer de un mundo más bonito a las personas que te rodean y orgullosa de que siempre seas tan chistosa y alegre haciendo que los demás sonrían. Si volviera a nacer y me dieran a elegir a alguien como hija, te elegiría de nuevo. Feliz cumpleaños, chiquita —. Se separa un poco y vuelve a besarme la frente —. Que sean muchos años más a tu lado. Te amo.

Tengo los ojos cerrados, la garganta apretada y el pecho acelerado. Las emociones siempre me afectan con taquicardia, me siento tan afortunada de tener a una madre tan bella y especial como Linda.

—Gracias, mamá. Te amo sin límites —digo con la voz quebrada sin mirarla.

Ella me aprieta en sus brazos y se aleja de a poco.

—Vamos afuera, te tenemos un detallazo y bueno, queremos ya celebrar contigo.

—Vale —digo conmovida.

Veo en la mesa dos pasteles: un gran pastel de chocolate con chispas de chocolate y bolas de chocolate. ¡Todo es de chocolate! Pero el otro es más pequeño y parece ser de vainilla, aunque está cubierto con un dibujo de “La Noche Estrellada” de Vicent Van Gogh. No puedo creerlo. Es tan sencillo y tan hermoso. ¡Un pastel de La Noche Estrellada! Miro cuatro bolsas de regalo y una de ellas es una bolsa negra mate. Es raro. Miro hacia mi izquierda, donde está el sofá y me quedo paralizada.