El brillo de una estrella

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La paz había arraigado profundamente, pero al igual que la luna que adornaba los cielos, la carga de la responsabilidad había ido en aumento hasta volverse abrumadora. Tras meses extenuantes de deber constante, el corazón y espíritu de la monarca de la noche empezaron a flaquear bajo el peso aplastante de esa responsabilidad que compartía con su hermana.

Desde lo alto de su reino, esculpido con esfuerzo, observó cómo las auroras danzaban con solemnidad y gracia. En la luminosidad nocturna, contempló cómo las aguas de la armonía finalmente hallaban su sereno cauce, tras los desafíos desde que ascendieron al trono.

Sus ojos suaves escudriñaron la tierra extendida bajo su mirada, bañada por el resplandor suave de las estrellas. Reflexionó sobre el cansancio que la había invadido en los últimos meses, una tristeza silente que la envolvía como bruma nocturna. El deber y el cuidado del reino habían dejado su marca; las largas horas de trabajo habían forjado una brecha imperceptible, pero profunda entre ella y su amada hermana. Lágrimas invisibles brillaron fugazmente en la oscuridad, reflejando el dolor que había mantenido en secreto. La soledad la envolvía con sus brazos gélidos mientras recordaba cómo todas las criaturas preferían el cálido resplandor del sol, relegando la hermosa noche que ella había proporcionado. Comprendía la razón de esa elección, pero su corazón de alicornio no podía evitar sentir un profundo vacío al respecto.

Sus divagaciones se interrumpieron bruscamente al percibir una anomalía entre las sombras de un oscuro callejón con sus agudos sentidos. Ahora que se daba cuenta, la tranquilidad de la noche la desconcertó, evocando las noches de estudio donde la fría soledad era su única compañía, aunque eso carecía de importancia en ese momento. Una figura pequeña y frágil capturó toda su atención, y de manera extraña, sintió que su corazón había omitido un latido.

Aunque la distancia dificultaba obtener una visión clara, su alma sensible percibió que algo no estaba bien en aquella figura. Los enigmáticos hilos del destino se entrelazaron cuando sus miradas coincidieron y, en ese instante, la extraña presencia de la criatura se transformó en un misterio que trascendía sus emociones. Una sensación desconocida se apoderó de su corazón, como si una entidad extraterrestre acabara de ingresar en su mundo, como si el propio universo le susurrara que este encuentro no debería haber ocurrido.

Sin que Luna fuera consciente de ello, se vio inexorablemente atraída hacia la criatura desconocida. A medida que se acercaba, la sorpresa se apoderó de ella al darse cuenta de que se trataba de un potro thestral. Este se encontraba en un estado lamentable, increíblemente sucio y delgado. Sin embargo, no fue la apariencia física lo que capturó su atención de manera tan profunda. Fue la intensidad de sus ojos. En un principio, esos ojos parecían vacíos y desprovistos de brillo, pero con cada paso que Luna daba hacia él, se percató de que eran todo lo contrario. Los ojos del potro estaban impregnados de esperanza, rebosantes de vida e inocencia.

Los propios pensamientos de Luna se vieron abruptamente interrumpidos cuando el potro la saludó con entusiasmo. Su voz resplandecía con una energía sorprendente. Decidida a no asustarlo ni perturbar a los vecinos con el tono distante de Canterlot, Luna tomó el control de su voz y optó por un tono suave y tranquilizador.

"Saludos, joven viajero de la noche" Respondió Luna con una ternura que emanaba de su ser. "En verdad, no esperaba encontrarme con alguien como tú en un lugar como este, pero veo que también disfrutas de la vista, ¿no es así?"

El potro asintió con entusiasmo. "¡La noche es increíble! Siempre me siento más feliz cuando el sol se oculta, porque eso significa que puedo contemplar lo más asombroso de este mundo: ¡las estrellas! ¡Observa lo resplandecientes que están!"

Luna observó cómo el joven señalaba el cielo estrellado con admiración, y en ese instante, sintió una profunda conexión con él. La forma en que él apreciaba la noche le recordó su propio amor por la oscuridad y las maravillas que venían con ella. "Tienes razón, la vista es realmente asombrosa en este momento."

La pequeña estrella que quería acompañar a la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora