Carolina Isabella Caballero Beltrán
Mexicali, México
Nunca había visto en mi vida a un chico tan guapo y por ese lado, no era para nada un sacrificio esta apuesta a la que sin querer terminé metiéndome con mis amigas, ahora al parecer ya no había vuelta atrás. Tenía que culminar mi osadía, me había metido en esta y tendría que llegar a las últimas consecuencias.
Axel David sí que sabía besar y aunque en momentos me sentía una estúpida, lo cierto era que estaba disfrutando plenamente del momento y de sus besos. Él me pegó a su cuerpo y al mismo tiempo que me besaba, deslizó con la yema de sus dedos uno de los tirantes de mi top, la temperatura estaba a todo lo que daba, hasta que fuimos interrumpidos.
–Servicio a habitaciones – dijo alguien del otro lado de la puerta – tengo aquí una orden de una cena y unas bebidas a nombre de Axel David Garza Cantú.
Llegaba lo que había pedido y me había parecido que no se habían demorado nada o los besos de Axel David me hacían perder la noción del tiempo, me sentía como en una burbuja de ensueño, me encantaba esta sensación que me hacía sentir este chico guapo.
–Ya voy – dijo él con la voz entrecortada – no te muevas, por favor.
Fue lo último que me dijo antes de tomar una bata que se veía muy cómoda de las del hotel y se la puso para ir a recibir la orden. Aunque me molestó que nos sacaran de lo que estaba pasando, eso me volvió a la realidad y me puse otra bata igual que la que se acababa de poner él. No había sacado fotos de nosotros y si quería ganar esa apuesta con mis amigas, tenía que mandarles pruebas y cuanto antes, mejor. Axel David se encontró conmigo en la sala de la suite y me miró un tanto decepcionado.
–Lo siento, pero no me pude resistir – me disculpé con él – es que yo, si no ceno algo no funciono.
Tengo que tomar las mejores fotos, ahora que los dos nos encontrábamos en bata, eso se veía muy sugerente, como si acabáramos de hacer algo indebido, pero mis amigas no se iban a conformar con eso. Le tenía que mandar algo que ellas consideren que si había pasado algo.
–Está bien, es lo que te iba a sugerir – él no sabía disimular – es mejor que cenemos algo, la noche definitivamente promete, tenemos que comer, yo necesito por lo menos unos cuantos bocados o no voy a funcionar lo que deseo.
–Sí, así es.
Nos pusimos a cenar y empecé a sacar fotos de todo y a él pareció no importarle, lo que a mí me facilitó demasiado las cosas. No quería que pensara que estaba loca por sacar tantas fotos y después de cenar y de tomarnos una que otra bebida, me animé a besarlo y a sacar varias fotos de nosotros, así y él parecía estarlo disfrutando y yo aún más. Además de estar besando a un chico guapísimo, mis amigas y futuras socias, se iban a quedar impresionadas y arrepentidas de haberme lanzado esta apuesta. Eso pensaba en el momento que Axel David, me quitó el teléfono.
–Bien, ya hemos cenado y hemos brindado – me quitó también mi copa de vino – ahora, ¿me recuerdas en dónde estábamos?
Esto ya iba a pasar a la siguiente etapa, no me acobardaría a último minuto, pero dada mi falta de experiencia, creo que se va a dar cuenta de que soy una inexperta y que tendré que fingir que me sé todo lo referente a cuestiones de la cama. En menudo lío me han metido mis amigas y futuras socias. Pero esta oportunidad no la voy a dejar pasar, tendré mi parte del negocio a cualquier precio.
–Por supuesto.
No pude decir más y me acerqué a él apenas lo suficiente y él se encargó de lo demás, me envolvió en su abrazo y volvimos a entrar a la recámara de la suite. Nos estábamos besando aún con más intensidad y desesperación, como si quisiéramos acabarnos los labios del otro con cada beso, él me separó un poco de él para tirar del listón de la bata y dejarme tal y como estaba antes que nos interrumpieran y en ese momento, él me empezó a desvestir con solo mirarme con esos felinos y preciosos ojos verdes.
–Y pensar que yo no quería conocerte, estás guapísima, eres una chica demasiado linda – dijo dándome una vuelta – menos mal que se ha remediado la situación.
Ahora sí que ninguno de los dos se iba a perder de nada, él iba a tener una noche de pasión, y yo sería la tercera socia de la cafetería, estaba que brincaba en un solo pie, ya no tenía que inventarme, que iría a hablar con mis padres, ya esa excusa salía sobrando.
–Así es, tú te lo ibas a perder y lo bueno es que nadie se perderá de nada. Ahora, ¿dejarás de verme?
–Nunca me cansaría de hacerlo, pero sí.
Me arrepentí de haber dicho eso, porque ahora sí no iba a haber cena, ni nada que nos pudiera detener. Yo no había estado íntimamente con nadie y él, bueno, parece ser un seductor y ahora sí que me encuentro en aprietos y claro que no se lo dejaré saber. Me aventuré a tumbarlo en la cama y me subí encima de él, lanzando la bata por los aires y sacándome el top por encima de la cabeza, él me miraba maravillado y me atrajo con un solo brazo hacia él para seguir besándome apasionadamente y en medio de los besos él, empezó a reírse.
–No lo puedo creer, estoy por hacer esto con una desconocida – él no paraba de reírse – y eso que tú eras la que quería conocerme y no me has dicho ni tu nombre, señorita dueña de la cafetería.
–Soy Isabella – dije casi sin aliento – mucho gusto y lo siento que, con todo lo de la cena y demás, olvidé que no te había dicho mi nombre.
Estuve pensándolo bien y al fin le dije mi nombre, pues esto lo voy a hacer con toda la honestidad posible, si las chicas quieren que enamoré a Axel David, tengo que dar mi nombre verdadero.
–Un placer, Isabella.
No me volvió a decir nada y los besos siguieron su ritmo y era un ritmo delicioso, él sí que sabía besarme y desesperarme, las dos cosas juntas y al tiempo que me deleitaba en sus labios él me dio la vuelta y quedó encima de mí, tomó un preservativo del buró de la recámara y volvió a besarme desde mis labios, hasta llegar a mi cintura para despojarme de lo último que me cubría, mis calzones del siglo XV como dice Vera. Entonces él se retiró su bóxer y se colocó la protección y antes de lo que era obvio, me miró felinamente hechizándome con esa mirada por demás preciosa.
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Apuesta por amor
RomanceApuesta por amor A sus 22 años, Carolina Isabella, tiene grandes amigas y grandes sueños. Está en bancarrota, pero quiere ser parte de una sociedad con sus amigas al no tener el dinero para su parte de la cafetería, en un giro inesperado del destino...