Capítulo 8

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Axel David Garza Cantú

Mexicali, México

No me iba a perder esa oportunidad por nada en este mundo y más, le valía a mi primo, no llegar en ese momento o eso no se lo iba a poder perdonar. Establecí con Isabella un contacto visual magnético como si ninguno quisiera apartar la vista del otro, me coloqué debidamente el preservativo ante sus ojos y volví a situarme encima de ella para volver a besarla, a acariciarla y a prepararla para lo que pasaría ahora, ella se dejaba llevar por cada caricia que le daba y sentía entre mis labios lo dulce de sus jadeos, ella entreabría los ojos y con eso me tenía excitado a más no poder y entonces, separé sus piernas y me dispuse a hacer lo que llevaba un buen rato queriendo hacer.

–Axel David – dijo respirando agitadamente – por favor, ¿podrías ser delicado?

Desde luego que sería lo más delicado que pudiera, ella me estaba poniendo a mil, deseaba sentir toda la pasión que ella había despertado en mí, deseaba satisfacerla y que ella me satisfaga a mí. Estaba seguro de que los dos íbamos a disfrutar de este hermoso momento. Me encantaba que ella se viera tan hermosa así como estaba.

–Seré como tú me pidas que sea, no te preocupes por nada. Solamente tienes que limitarte a sentir.

Ella asintió con la cabeza y ya no dijo nada más, entré en ella con bastante esfuerzo, siendo la primera vez que me pasaba algo así con alguien, incluso notaba como ella cuando lo hacía se contraía un poco como si me rechazara, pero no era eso, era definitivamente otra cosa que no me iba a poner a investigar ahora, ella se estremecía apenas me empezaba a mover, pero hacia caras de dolor lo que me llevó a querer saber si ella se encontraba bien.

–Isabella, ¿estás bien?, ¿quieres que me detenga?

–Sí y no – dijo casi sin aliento – o sea que si estoy bien y no quiero que te detengas.

Ya con su aprobación, yo era el que ahora no me quería detener, quería hacerla gozar y que no se arrepintiera de haberme seguido e insistido. Isabella, estaba punto de experimentar una noche increíble en mis brazos.

–De acuerdo.

Seguí besando esos labios deliciosos suyos y resbalándome despacio y con cuidado dentro de ella. De pronto ya no se estaba contrayendo, se estaba soltando más y yo me dejé ir con ella, subiendo un poco el ritmo de mis movimientos, sintiéndola correrse cada cierto momento, esto estaba resultando excitante, maravilloso y muy mágico.

Sentía como sus músculos me aprisionaban con un placer que recorría mi espina dorsal, esto es más de lo que me hubiera imaginado. Nunca había hecho algo así con una chica y menos con una que acababa de conocer, estaba por terminar el momento junto con ella, al ver que de uno de sus ojos se escapaba una lágrima.

–Isabella, ¿te he hecho daño? – pregunté nervioso – sí es así, lo siento.

–No para nada, es que no pensé que esto fuera a ser así.

No pregunté más al saber que se encontraba bien y la besé nuevamente y me concentré en darle el mejor final a este momento maravilloso, tomé sus caderas y me impulsé varias veces dentro y fuera de ella con un poco más intensidad y en un último movimiento, ella me abrazó con fuerza y volvió a correrse, facilitándome a mí a que hiciera lo mismo y al ver las estrellas juntos, con un último y tierno beso, terminamos ese momento.

Estaba experimentando un nuevo significado de tener relaciones, esto había sido de otro nivel, había sido maravilloso, me había encantado la conexión que nos había unido. Me recosté un momento en su pecho y después me retiré, le di un beso muy dulce y me fui a asearme un poco al cuarto de baño, ella permaneció acostada y al volver, me recosté a su lado.

–Gracias, Isabella, por esta noche mágica – le di un tierno beso en los labios – eres muy linda, no pensé que haría esto nunca.

– ¿El qué? – preguntó intrigada – el hacerlo con una desconocida a la que acabas de conocer hace unas horas.

Exactamente, nunca me hubiera visto haciendo esto con otra persona, pero aquí estoy con ella acabando de tener uno de los mejores encuentros que he tenido en mi vida, no me gusta comparar, pero mi exnovia nunca me había hecho sentir de esta forma. Ahora me atrevo a decir que Paula y yo ya lo hacíamos de forma mecánica, como si ya no sintiéramos nada el uno por el otro.

–Pues sí, jamás me había pasado esto de conocer a alguien y a los pocos minutos entrar con ella a un hotel, esto quedó inmortalizado para la posteridad.

–Claro que sí, para mí también ha sido la primera vez en esto – dijo tímidamente – no solamente de hacerlo con un desconocido, de hacerlo en sí.

Estaba entendiendo lo que acababa de decir Isabella, que esta ha sido su primera vez, era virgen y ni siquiera me lo había confesado, le había robado su inocencia y hasta ahora me entero, esto era demasiada responsabilidad para mí. Me tuvo que haber dicho antes para no lastimarla como sé ahora que lo hice.

– ¿Qué? Déjame ver si te he entendido, tú no habías hecho esto con nadie por lo que me estás diciendo y ¿me lo dices hasta ahora?

–Relájate, Axel David – le dio un ataque de risa – en algún momento lo tenía que hacer y esto, ha superado mis expectativas. Nunca pensé que mi primera vez iba a ser con un guapísimo desconocido, así que no pasa nada. Qué bueno que hayas sido tú el primero.

La besé nuevamente y la pegué a mi pecho, la mantuve así y mi cabeza empezó a darle vueltas a todo lo que había pasado en tan pocas horas. Es la primera vez desde que pasó lo de Paula que se me olvida ella por completo, hasta ahora y no podía creer al mismo tiempo que después que dije que no quería saber nada de mujeres por un tiempo, termino en la cama con una chica que no conozco y que por si fuera poco como si nada, me entrega su primera vez.

Esto es una locura, pero una que he disfrutado muy bien, lo malo de todo esto es que me tengo que ir mañana y al menos quería decírselo. No sabía de qué manera ella lo iba a tomar, pero yo no iba a permanecer más tiempo aquí en Mexicali. Esperaría a ver que me iba a decir mi primo para emprender la regresada a Monterrey.

–Isabella – dije y la moví un poco – Isabella, bonita, mañana me tengo que ir, no vine por mucho tiempo.

Me di cuenta de que se había quedado dormida, al no escuchar respuesta de su parte. Ojalá que nos alcance el tiempo para podernos despedir mañana y tener un mañanero, pensé eso antes de caer rendido.

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