Ángel siniestro

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"Y el  ángel muestra su  verdadera forma, las alas  manchadas de sangre y aquel  rostro  benevolente ¿Quién eres realmente?"

Viajamos durante toda aquella travesía aquel   tren nos llevaba fuera del país, me di cuenta tras pedir nuestras identificaciones y pasaportes, puesto yo llevaba todos mis papeles y por ello no había ningún problema. Dimos nuestros papeles, por momentos se nos quedó mirando, Johan  simplemente seguía absorto  mirando la ventana.

-          No hay ningún problema -  entrego  ambos pasaportes a mí  y se retiró del lugar.

Quería preguntarle muchas cosas, pero ante ello no  tenía idea realmente de cómo  empezar, encarar el asunto y ser lo menos doloroso para él, porque aunque solo miraba aquella ventana seriamente, su mirar, aquellos ojos denotaban una tristeza inmensa, una tristeza que  deseaba curar.

Llegamos a Checoslovaquia, una  lugar demasiado  tranquilo,  se sentía aquel  lugar como si fuera perfecto para vivir, alejarse de todo los problemas que teníamos  en Alemania y jamás regresar, pero en lugar de eso,  Johan tenía una mirada perdida llena de dolor y desesperación.

Fuimos a un pequeño hotel  de la ciudad , era modesto,  no costaba mucho y tenía  dos camas,  Johan había pagado por adelantado , llegamos algo  cansados del viaje, él  se sentó en su  cama algo  calmado  y después se acostó al igual que yo, voltee hacia él.

Johan parecía estar perdido en sus pensamientos mientras cerraba sus ojos, yo  cerraba los míos mediante el  cansancio dejándome llevar por el sueño, la pesadilla había regresado pero ya no había importancia en ello,  sabiendo la verdad,  haber comprobado todo, simplemente  intentaba despertar aceptando la realidad.

Abrí los ojos poco  a poco, asimilando aquel cuarto mirando la pared, escuchando unos pequeños sollozos como las de un niño en  el cuarto,  me levante muy a mi pesar pensando que era una pesadilla,  como aquellas historias de terror o  películas de horror.

Voltee hacia el lugar donde se escuchaba, para llevarme una gran sorpresa, aquellos sollozos salían  de los labios  de Johan,  parecía tener un sueño profundo, aquello no me había percatado quizás porque siempre estaba despierto antes que yo  y dormía después que yo.

Me acerque sigilosamente a aquel sujeto  que yacía dormido entre pequeños quejidos ,  acerque mi mano  lentamente,  tan lento  que al  tocar aquel  cabello rubio,  el solo  abrió sus ojos  azules llenos de  confusión. Al  verle despierto aleje mi mano, él rápidamente la tomo  fuerte entre la suyas.

-          ¿Qué haces? – menciono  confundido.

-          Lo siento,  yo  -  agache la mirada - ¿Qué estabas soñando? -  evite su mirada,  sentía mis mejillas arder con intensidad al  descubrir mi acto ante él.

-          No lo  recuerdo -  su  voz sonaba antipática ante ello.

Me aleje rápidamente y me senté en mi  cama,  agache la mirada avergonzada,  tome mi mano fuertemente  y no podía dirigirle  la mirada,  aquel sujeto que siempre se miraba implacable,  estaba recién levantado,  sus cabellos  revoltoso lo hacían ver como un niño  y aunque quisiera desearle unos buenos días o  abrazarle me era imposible, pues quizás para el solo  era una compañera de viaje, una intrusa que no  lo dejaba solo.

-          Reitero lo que te había dicho anteriormente  Berit -  su tonalidad cambio a  ser más serio – deberías regresar a Múnich -  al  escucharle, lo  sabía, a  él le molestaba mi presencia.

-          Si  es lo que deseas -  trague saliva – está bien – levante mi  cabeza – pero -  le mire directamente-¿Regresaras conmigo? – sentía arder mis ojos por alguna razón  sentía que me dolía aquello,  sentía un  rechazo total por su parte.

-          No lo  entiende Berit -  se sentó frente a mí  - yo no soy una persona de fiar -  recargo sus brazos en sus rodillas  -  no soy lo que aparento  ser ,usted no  sabe nada de mi  - dio un lánguido suspiro.

-          Quiero  saberlo todo, puedes mostrármelo -  hable con voz clara y  fuerte.

-          Temo que termine asustándose, dentro  de mí, dentro  de mi hay algo  terrible – se agarró la cabeza desesperado -  algo que al final no podré controlar, no quiero que me vea así  de deplorable -  parecía controlarse.

-          No  temas, no hay nada que pueda hacerme  odiarle, yo,  yo -  calle mis sentimientos ante ello.

-          No lo  entiende Berit -  parecía perder sus cabales.

-          Hazlo, muéstrame todo  de ti, quiero conocerte -  conteste con voz alta.

-          ¿Segura que desea saberlo? -  comenzó  a sonreír de manera siniestra -  ¿segura? – sus ojos  se mostraban  sin vida.

-           Lo  estoy -  dije firmemente.

Se levantó  lentamente,  el  tiempo parecía detenerse,  se acercaba cada vez más a mí, con una mirada perdida,  se agacho  ante mí,  dejando su  rostro  cerca del mío,  con  ambas manos  tomo  mis mejillas, sus ojos completamente abiertos,   sin brillo alguno, estaban  frente a los míos.

-          Mírame, mírame bien -  aquello me ponía nerviosa – no apartes la mirada -  sus ojos azules eran  tan profundos – míralo bien, míralo bien, mira lo que realmente soy -  dijo el  rubio con  desdén.

Sus ojos mostraban hostilidad, un mundo siniestro lleno  de dolor y soledad, un mundo  donde no había nadie más,  donde todo  se había acabado, un mundo  desolado, pero ante todo aquellos ojos azules mostraban  tristeza y melancolía, el dolor estaba latente,  aquel odio,  aquella hostilidad le lastimaba y el fin  del mundo visto  a través de sus ojos que parecían desbordar la lluvia del mismo cielo azul, porque ante todo mostraba el sufrimiento que sentía él.

Al verlo detenidamente, mis lágrimas comenzaron  a correr por mis mejillas,  él  se alejó  repentinamente, no  sabía qué hacer, estaba anonadada, no podía reaccionar, había visto lo siniestro, el terror, la hostilidad, pero ante todo, la tristeza y soledad marcadas en  el fin del mundo.

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El amor de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora