25 - El peligro que acecha en la oscuridad

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Estuvo esperando en el invernadero por al menos un par de horas. Ya estaba atardeciendo, normalmente sus encuentros con Kadir habían sucedido durante el día, así que se había sorprendido cuando Bethel le había dicho que se verían en la tarde. Estaba aburrida y cansada de esperar, ya se había convencido de que él no vendría cuando finalmente llegó acompañado por Jens.

Sin esperar un saludo por su parte simplemente se abalanzó sobre él y le dió un abrazo pegando la mejilla contra su pecho, que era la zona más alta que podía alcanzar con su cabeza. Pudo sentir como el cuerpo de Kadir se tensaba de repente y sonrió satisfecha disfrutando del efecto que le provocaba. Cuando se apartó pudo notar que la cara inexpresiva de Jens ofrecía una rara imagen, pues una de las comisuras de sus labios se había alzado en una media sonrisa burlona.

Aylah hizo un puchero, no le agradaba este hombre en absoluto. No había sido amable con ella anteriormente y ahora la miraba como si fuera un raro animal en exhibición, vigilando cualquiera de sus movimientos. Le lanzó una mirada de disgusto que provocó que el mago sonriera ampliamente. Definitivamente era alguien desagradable.

La visita apenas duró unos minutos y venía cargada de malas noticias. El conde y su familia habían iniciado el viaje de regreso unos días atrás. Deberían llegar tarde en la noche o temprano en la mañana. También Kadir y Jens debían regresar a la capital, así que su leve momento de tranquilidad había llegado a su fin. Ellies estaría de regreso, la ansiedad acerca del peligro inminente comenzó a nublar su cabeza. Apretó las manos en su regazo tratando de calmarse, pero aunque intentó despedirse con una sonrisa, sus labios no se movieron. Mientras Kadir se alejaba podía sentir un enorme vacío en su interior, como si las esperanzas se fueran tras él. Había avanzado mucho, más de lo que esperaba, pero este era un duro revés pues no sabía cuando tendrían una nueva oportunidad de volverse a ver.

Al llegar a su habitación una sirvienta las esperaba en la puerta.

- Yo ayudaré a la señorita a acomodarse, Nehira te solicita en la cocina para traer su cena – dijo mientras se colocaba tras la silla y sin esperar una respuesta de Bethel la empujaba dentro de la habitación que estaba totalmente a oscuras.

Aylah se quedó sentada de manera obediente esperando a que la sirvienta la ayudara a cambiarse de ropa. En su lugar escuchó la puerta cerrarse tras ella y solo silencio. Estuvo sin moverse por unos segundos, pues no entendía lo que estaba sucediendo. ¿Acaso la sirvienta simplemente se había marchado luego de decir que la asistiría? Suspiró profundamente mientras su visión se acostumbraba a la oscuridad reinante. La ventana estaba abierta pero al parecer unas nubes tapaban la luna. Se paró de la silla, no podía quedarse ahí como una idiota luego de que la habían dejado sola esperando a que alguien apareciera para encender la luz.

Apenas había dado unos pasos cuando algo la hizo detenerse. Un escalofrío subió por su espalda, sentía como si estuviera siendo observada. Miró a su alrededor escudriñando en la oscuridad cuando tropezó con unos ojos violáceos que brillaban como los de un felino acechando su presa. Tragó en seco mientras de repente el cielo se aclaraba y la luz de la luna entraba por la ventana de golpe iluminando a su primo Ellies. Estaba sentado con las piernas cruzadas, con la barbilla apoyada en una de sus manos.

Su cara lucía fría, al igual que la mirada que le dedicaba con sus ojos violeta. Se quedó paralizada, mientras el terror de recordar lo que le había hecho la última vez que habían estado a solas recorría su cuerpo. Comenzó a caminar hacia atrás con lentitud, tratando de alejarse de él hasta que su espalda chocó con la puerta. Tanteó con sus manos a ciegas en el cerrojo, tratando de abrir sin éxito. Estaba cerrado con llave, la sirvienta debió hacerlo al salir. Gimió maldiciendo su suerte sintiendo como si el suelo se hundiera bajo sus pies, no había a donde escapar. Entró en pánico, no sabía cual seria la reacción de este hombre hacia ella.

Ellies se paró de la silla y comenzó a avanzar lentamente hacia ella. Un aura asesina lo envolvía, una sed de sangre que parecía salir por cada poro de su piel era evidente. Sintió como su respiración comenzaba a agitarse con cada paso que Ellies daba en su dirección. Se detuvo frente a ella y puso las manos en la puerta a ambos lados de su cabeza bloqueando cualquier ruta de escape.

- ¿Por qué? – fue lo único que salió de sus labios con una suave pero peligrosa voz

Ella lo miró sin comprender, tratando de averiguar de que demonios se trataba todo esto. No podía hablar, no debía hacerlo hasta que no entendiera esta situación y entonces pudiera pensar en una manera de reaccionar. Ante su silencio él continuó hablando muy lentamente.

- ¿Por qué lo abrazaste?

Aylah abrió mucho los ojos sorprendida ante lo que acababa de escuchar. El pánico de haber sido descubierta la embargaba. Ellies los había visto en el invernadero. Entonces ¿Cuándo había llegado? ¿Cuánto había visto? ¿Habría llegado ya el conde con el resto de su familia? Su respiración seguía agitándose, la mirada en la cara de su primo no era una broma, solo podía ver la ira reflejada en sus ojos violeta.

- Me apresuré en llegar antes que todos para tener algo de tiempo contigo a solas, quería sorprenderte y me encuentro con que estabas... Con ese desgraciado!!!! – gritó encolerizado – Sonriéndole, abrazándolo, traicionándome!!!

De repente las manos de Ellies volaron hasta su cuello, tomándola por sorpresa. Instintivamente trató de gritar, pero el agarre era demasido fuerte y no le permitía hacer ni siquiera un sonido. El aire no pasaba mientras él seguía apretando más y más, estrangulándola lentamente con una cara de ira que daba miedo. ¿Acaso la iba a matar?

Esto no podía terminar aquí, no así, no ahora. Apenas llevaba despierta unos meses en esta nueva vida donde cada día que disfrutaba era un desafío y cada minuto un regalo. Era una preciosa segunda oportunidad que no quería desaprovechar esforzándose cada segundo por tener una larga y tranquila vida. Quería vivir, no quería irse tan rápido.











Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora