Capítulo |35| -¿Qué pasa?-

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¿Y para que quería más?, ¿para que quería salir?, ¿para que quería comer como ellos?, ¿para que quería descansar como ellos?, ¿para que quería tener las vidas de ellos?, ¿por qué, o para qué?

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Me acerqué despacio, fue una escena que me dio mucha risa. Y aunque la cara de Stefan no se veía muy feliz, yo seguía riendo. Y de fondo, se escuchaba la pequeña, hermosa e inocente risa de mi bebé.

Sentí algo moverme en mi barriga, pero no fue uno de esos movimientos sencillos, o suaves que alguna vez había sentido, sino que, parecía ser... ¿una patada?, me acerqué a la pared que estaba más cerca, porque sentí mis rodillas temblar. Mientras sentía más de esas, más de esas patadas dolorosas, ¿mi bebé estaba bien?, ¿le pasaba algo?, ¿que tiene?, me asusté de solo pensar que esos movimientos bruscos eran porque algo le pasaba a mi bebé. Que mi bebé estaba en peligro, y que de esa forma, pedia auxilio.

-¿Pasa algo Eli?- levanté la cabeza, para mirar a Stefan, con mi... con el bebé en brazos, ya con un pañal limpio, aunque, mal puesto la verdad.- ¿El bebé está bien?- volvió a preguntar al no obtener respuesta, y es que como, ¡¿cómo iba a responder si estás patadas me quitaban el aire e impedía que formulara siquiera alguna palabra?!, ¿cómo?!, - ¿Al bebé le pasa algo?- volvió a preguntar, solo que esta vez, fue algo lejano.

Aunque Stefan estaba al frente mío, con mi bebé en brazos, lo oí lejos, como si estuviera en una habitación, o quizás abajo. Y todo lo que decía, se escuchaba borroso, no lograba entender nada, sentía que todo me daba vueltas, y que los ojos me pesaban. ¿Qué me pasa?, ¿qué me pasaba?

Y no lo supe, no antes de sentir mi cuerpo siendo golpeado por el piso, al caer a este con gran ímpetu, haciendo un gran estruendo a su paso. Sintiendo algo dentro de mi, romperse. Si, algo dentro de mi se sentía roto. Y dolía mucho, al igual que todo comenzó a oler a sangre, y los gritos, los llantos, y los pies descalzos que lograba ver las veces que podía entrever los ojos, me hacían sentir asfixiada, si, más de lo que ya estaba. Me faltaba el aire, algo hacía que no pasara el aire por mi nariz. Sentí mi cuerpo siendo zarandeado, pero por más que quería, no podía concentrarme, todo era tan confuso para mi. Tanto que lo que quizás, había comido ayer, lo vomité, si. Arriba de esa persona que me zarandeaba, se oían puertas, pasós, gritos, golpes. Era... una total locura...

Y yo seguía preguntando, ¿que pasaba?, ¿alguien me va a decir?, ¿alguien me va a explicar?

Auxilio. Auxilio.

Todo me dolía, todo me daba vueltas. Y de un momento a otro, solo había silencio, tanto que hizo que mi cabeza doliera, pero... ¿por qué no podía mover mis brazos?, ni ¿mis piernas?

Estaba asustada, estaba... tenía miedo, ¿QUÉ ME PASA?, ¿QUÉ ME PASABA?

¿Por que todo me dolía?, ¿por qué?

Auxilio... por favor, que alguien me ayude, que alguien me salve.

Mi bebé, mi pequeño bebé.

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Nada me había despertado, pero sentía una gran presión en el pecho, sentía que algo me faltaba, me sentía incompleta, me sentía...

Abrí los ojos, y los volví a cerrar. No fue por la luz, ni por el dolor que me provocó abrirlos, sino que frente a mi, tan cerca mío, había un hombre, revisando mi cuerpo totalmente desnudo, sin nada, solo tapado con una cobija, delante de las muchas personas que habían en esta habitación. Era tan bochornoso, sentir como ese señor manoseaba mi cuerpo, y nadie decir nada. Yo no quiero... no quiero. Quiero que se vaya lejos, y que me deje, no quiero, no quiero que nadie me toque, que nadie me vea, no quiero. No quiero.

El pecado de ser mujer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora