𝒳𝒳 -𝓥𝓮𝓷𝓾𝓼 𝓻𝓮𝓽𝓻ó𝓰𝓻𝓪𝓭𝓸-

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*Separador: Gally*

Entré al castillo después de una larga caminata que requirió de un gran esfuerzo para evitar pensar en cualquiera de las cosas que estaban sucediendo. De haberlo hecho, todo me abrumaría demasiado.

Si estar en medio de una posible Guerra de especies no me era suficiente drama, ahora se sumaba que la maldita bruja estaba por despertar y volverme a sacar del juego.

Al abrir la puerta del castillo, me topé de frente con alguien del que había olvidado por completo su existencia. Hollander, quien había llegado al inframundo junto a mí hace días y recién lo recordaba.

Mierda...

—Holly...— Dije sutilmente, pero ni siquiera eso me ayudó a calmarlo a él y al mal humor que le dio al verme.

—Que sorpresa, Gally— Se cruzó de brazos para mostrarme lo molesto que se encontraba, pero dejó la tontería rápidamente— ¿Qué mierda te pasa?

—¿A mí? Nada, ¿tú dónde mierda te metiste?

—¿Qué dónde me metí? — Casi grita— ¡Donde mierda me metieron, querrás decir!

Si le digo que olvidé por completo que había bajado aquí conmigo, probablemente hoy termine una amistad de cientos de años.

Soy la peor amiga...

¿Cómo pude olvidarlo?

Tomé su brazo y lo jalé lejos de la entrada del castillo. Su mal olor me llegó de inmediato, por lo que hice un gesto de asco.

—Vamos a mi habitación para que te bañes.

—¿A tu habitación? — Saber que tengo un cuarto en este lugar lo hizo enojarse aún más— Te odio...

Caminamos juntos un rato y al llegar, lo primero que hizo fue sacarse la camisa y meterse a bañar.

Salí a buscar a alguien que me diera ropa para el lobo, y al conseguirla, volví corriendo a mi habitación, pero antes de entrar, la voz de Sam me detuvo.

—¡Rubia, espera! — Llegó a mí y parecía más pálida de lo normal— Me acaban de decir que Hollander estaba aquí.

—¿Quién te lo dijo? Me lo acabo de topar y lo llevé a que se diera un baño porque olía a mierda.

—Puta madre... Fue el rubio llamado ¿Malum? — La forma en la que dijo su nombre mostró duda, pero siguió rápidamente—Dijo que estuvieron haciéndose cargo de él desde que llegamos y que luego de comprobar que no era peligroso, decidieron dejarlo libre.

—¿Por qué no nos preguntaron directamente si era de fiar y ya? — Dije molesta, ignorando que el enojo de Sam aumentó ante mi pregunta. — Cálmate, no te estoy culpando a ti, idiota.

Infierno Escarlata (C.E 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora