Un amor que nunca se cansa

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Toma lugar al final de La reina del aire y la oscuridad.

"En otra vida, podría haber sido un surfista", dijo Jace. Estaba tumbado en la arena caliente por el sol de la playa, al lado de Alec. Ambos tenían las manos cruzadas detrás de sus cabezas, era la mejor manera de ver los fuegos artificiales de Ragnor explotando a través del cielo. La mayoría tenía forma de amor y de runas de boda, pero unos pocos parecían ser

imágenes groseras que Jace esperaba que Max y Rafe no vieran.

"Habrías pasado todo tu tiempo saltando de la tabla y golpeando tiburones", dijo Alec. Su nuevo anillo brilló en su dedo a la luz de la luna. "Eso no es realmente surfear". Tenía un aire de tranquila felicidad y paz. Jace no podía estar celoso de él. Se alegró por Alec, y también era consciente de todo lo que Alec enfrentaba ahora. En las tres semanas desde el quiebre de la Clave y su exilio de Alacante, se había formado un equipo de crisis en Nueva York. El Santuario del Instituto, donde todos los habitantes del inframundo podían ir y venir con seguridad, se había convertido en el cuartel general.

Jace y Clary dormían unas horas arriba y bajaban para encontrar a Alec que ya estaba trabajando duro, rodeado de otros miembros del Cónclave: Isabelle y Simon, Maryse y Kadir. Luke y Jocelyn podrían pasar por ahí, y Bat, Maia y Lily siempre estaba a mano, –como Magnus, cuando podía conseguir una guardería.

Había mucho que hacer. Había que encontrar un nuevo espacio para reemplazar la sala de reuniones del consejo. Se estaba armando una lista de los Cazadores de Sombras que se quedaron en Alacante y los que ahora forman parte de la Clave del Exilio. Muchos Institutos se habían quedado sin alguien a la cabeza, y era necesario realizar una veintena de nuevas elecciones, incluyendo uno para el Inquisidor (aunque Alec sintió que Diego Rosales era un favorito). Simon iba a ayudar a Luke, Marisol y Beatriz a establecer la nueva Academia y a prepararla para los estudiantes.

Las Basilias tendrían que ser reconstruidas en un nuevo lugar, ¿y cómo? Alacante había sido siempre de ellos: un lugar secreto donde podían planear, construir y vivir. Los cazadores de sombras de las afueras de Idris vivían en los lugares que los mundanos habían abandonado u olvidado. No creaban sus propias salas de reuniones u hospitales. No levantaban sus propias torres demoníacas, o al menos no lo habían hecho durante muchas generaciones.

Pero esta generación, sospechaba Jace, iba a ser única en muchos sentidos. "¿Estás dormido?" Alec, apoyado en un brazo, miró a Jace con curiosidad. Jace entrecerró los ojos hacia su parabatai. A veces le resultaba difícil recordar que Alec era un adulto, o que él mismo era uno. ciertamente Alec todavía era el chico que había conocido cuando bajó del barco en Nueva York. Alec, un niño de doce años, flaco y nervioso, con pelo oscuro y suelto. Jace había querido protegerlo y aprender de él, todo de una sola vez. Isabelle le gustó de una vez también para luego llegar a quererla.

Con Alec había sido más como una llave que encajaba en una cerradura, un clic de reconocimiento.

Algo que le susurraba: él es alguien a quien ya conoces.

Jace nunca había pensado mucho en la reencarnación, aunque Jem hablaba de ello todo el tiempo. Pero a veces se preguntaba si había conocido a Alec en otra vida. "No estoy dormido", decía. "Estoy pensando".

"Ah", dijo Alec. "Difícil, ¿verdad?" Sonrió.

"El matrimonio te hace molesto y sonriente", dijo Jace.

"Probablemente", dijo Alec tranquilamente, y se recostó en la arena otra vez. "Izzy y Simon se comprometieron, Magnus y yo nos casamos– ¿quién hubiera pensado que serías el último?"

Jace hizo una mueca de dolor, sólo un poco. Su propuesta a Clary, la que ella rechazó, era un secreto que había guardado. No porque fuera humillante o porque estuviera herido, aunque sí había sufrido. Pero debido a que Clary había parecido casi loca de dolor cuando se negó a hacerlo. Se puso de rodillas y puso su cabeza en su regazo y sollozó mientras él corría sus manos a través de su pelo en desconcierto, sin saber lo que había pasado, lo que había hecho mal.

We Jace You a Clary Christmas - A holiday compendium of Clace ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora