—22—
Entrar al Deessa como comensal es una experiencia totalmente distinta. El ambiente y el personal te hacen sentir importante nada más poner un pie dentro del restaurante.
Mi tía está especialmente emocionada y yo nerviosa a más no poder.
—Tranquila primita. Estás rompedora con ese vestido, se le va a caer la baba en cuanto te vea —me susurra confidente.
—No es lo que pretendo —miento descaradamente.
—Ya, por eso te has cambiado cinco veces y te has puesto el más escotado del armario.
Se adelanta riendo para tomar asiento junto a su madre y yo la doy por imposible, porque es absurdo seguir negando lo evidente. Me he puesto un vestido negro ajustado con un poco de escote y obviamente es uno que creo que me sienta bien.
Quiero que me mire, que tenga ganas de besarme y que se arrepienta de haberme alejado y frenado el otro día. Pues sí.
Nos atiende un camarero con quien he coincidido un par de veces y lo hace en un tono profesional y educado. Nos presenta el menú y hace venir al sommelier que nos acompañará durante la velada.
Llevamos dos platos y de momento, no hay ni rastro de Ainhoa ni de Clara y mi prima lo aprovecha para seguir haciéndome bromas cada vez que su madre no escucha.
El tercer entrante, un gazpacho de sandía confitada con mousse de tomate y langostinos, nos lo presenta directamente Clara, haciendo por fin su aparición.
—Perdonad chicas, hoy está siendo un día de locos —nos comenta con una sonrisa de disculpa—. ¿Estáis bien? ¿Os hace falta algo?
—Está todo perfecto, bonita. Habéis creado un lugar mágico y la comida es la combinación de sabores más explosiva que he probado nunca. ¿Ainhoa no está? Me gustaría felicitarla.
—Mi madre es vuestra supporter sin saberlo —susurra Marta muerta de la risa.
Yo la ignoro prestando exagerada atención a la respuesta de Clara.
—Me alegro mucho, Rita. Seguid disfrutando que aún queda noche por delante y cualquier cosa le decís a Bruno que me avise. Ainhoa saldrá en cuanto pueda, uno de los cocineros se ha indispuesto y hay que sacar la faena como sea.
—Si necesitáis ayuda, podéis contar conmigo —me ofrezco sin dudarlo.
—Nos salvarías la vida, pero no vamos a hacerlo, hoy eres una invitada. Además, estamos más que acostumbradas a los imprevistos.
Seguimos degustando y charlando y la verdad que entre mi tía y mi prima, consiguen hacer que deje de mirar compulsivamente hacia la puerta de la cocina; hasta el sexto plato, para mí el mejor del menú porque lo trae ella personalmente.
Nos saluda con una sonrisa antes de dejarlo sobre la mesa y explicárnoslo. Yo soy incapaz de retener los ingredientes porque no puedo dejar de mirar lo bien que le sienta esa trenza bajo el gorro. Es que está guapísima.
Mi tía la rapta y yo tengo que soportar otra tanda de comentarios jocosos por parte de mi prima sobre una servilleta y algo de limpiarme la baba, pero se me pasa enseguida cuando posa sus ojos sobre mí. Son tan solo unos segundos y el cuerpo me empieza a arder, porque antes de devolverle la atención a Rita me ha recorrido el escote con discreción y ha tensado la mandíbula.
—Pues ya está dicho, cuando acabéis de ducharos nos hacéis una llamada y os decimos dónde estamos.
No sé cuánto me he perdido de esa conversación pero parece que mi tía las ha invitado a seguir la fiesta con nosotras y han aceptado.
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Choque de trenes
RomanceLuz va a empezar su último año de Gastronomía en Le Cordon Bleu de Madrid. Alejada de su familia y su Toledo natal, se apoya en su prima Marta y en Paolo para acabar de cumplir su sueño y convertirse en una de las mejores chef de toda la ciudad. Per...