Abrazoooo

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Un alemán de personalidad pasiva leía en calma un libro, reciente regalo de su hermano.

 Sentado en uno de los sillones que conforman el livin', sala de estar; concentrado en la interesante lectura de dicho objeto a tal punto que no notó el sonido de unas llaves siendo incrustadas en la perilla de la puerta principal, tampoco el ligero chillido de las bisagras mucho menos el ruido sordo de un pesado abrigo invernal siendo colgado en el perchero. 

Y las botas estilo militar, especiales para ser silenciosas al contacto con el suelo, no advirtieron al alemán el momento de llegada de cierta persona especial. 

La imponente Unión Soviética, esposa del Tercer Reich, dominante de la relación por supuesto, y alguien bastante complicada en cuanto a personalidad. Le gusta ser quien tenga el control en cada situación de su vida, no le molesta para nada tener mucha más musculatura que otras mujeres, ser más alta que su propio cónyuge... ¿no parecer una flor delicada...? 

A veces se mortificaba la mente al pensar en eso. No ser cómo otras mujeres, tener mal carácter, incluso suele utilizar un vocabulario vulgar sin darse cuenta: no usar vestido, faldas, escote, maquillaje. No porque no le guste, ese tipo de estética le suele atraer de vez en cuando, el "problema" es su cuerpo. Algo grande y con mucho músculo. 

Pero a Third no parece molestarle. 

Todo lo contrario, el Nazi acostumbra decirle todo tipo de piropos cada que veía a la soviética con un cambio de ropa diferente a lo rutinario. Él todos los días la llama hermosa, sin importar el vestuario de ella. Él cada que ve la oportunidad le dice preciosa, por lo regular cuando URSS está desanimada. En el despertar de la mañana, al caer la noche, siempre con palabras dulces cada que detectaba inseguridad y tristeza en aquel ojo dorado. 

Otra cosa por la cual la mujer se sentía afligida consigo misma: el parche. Ese que tiene su símbolo de la hoz y el martillo, cubriendo su faltante ojo izquierdo. 

Por lo que, sin importar el lugar o la hora, dónde sea, mientras ella esté con él, será feliz. 

Llegar a casa después de tener un mal día, viendo a su dulce alemán sentado leyendo, le dio una idea para hacer el resto de su tarde, y noche, una más bonita. 

Cuándo Reich se percató ya estaba siendo levantado del sillón, URSS sentándose en su lugar, para luego ponerlo a él sobre sus piernas. Lo hubiera dejado pasar y seguir con su lectura, pues no era la primera vez que ella hacía algo como eso; mirando detenidamente el iris de Sovi (Soviet), fue capaz de encontrar algo de tristeza en ella. 

Así que dejó el libro de lado, rodeó con sus brazos a su esposa, recargando la cabeza entre el cuello y hombro de URSS. 

—¿Un mal día? —preguntó mientras ella correspondía el abrazo, acariciando el pelo del alemán. 

—Uno bien jodido —suspiró, sin ánimos de recordar los eventos de la tarde, aunque también deseando desahogarse para poder estar tranquila. 

—¿Me cuentas cómo te fue? —recibió un bufido flojo, al parecer ni ella sabía lo que quería —Está bien, entonces hay que preparar la cena y si después de comer te sientes con ánimos platicamos sobre tu día. ¿Qué dices, dorogoy

Una leve sonrisa se mostró en los labios de URSS, con el ojo cerrado, sin darse cuenta ya se había acurrucado en el sofá con Third en su regazo. Demasiado cómodo, excesivamente cómodo, tanto como para ser real. 

—Hay que quedarnos así, solo un ratito más —y abrazó con más cariño a su esposo. 

—Me parece perfecto, tenemos todo el tiempo del mundo para nosotros medved' —Nazi procedió a dar suaves y tiernos besos en las mejillas soviéticas, y en general todo su rostro. 

Y así es cómo Unión Soviética pasa de ser una mujer fría, de mal carácter, apática e indiferente, a ser una persona más en el mundo buscando amor, amor de su "otra mitad".

















667 palabras 

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