- Te enseñaré un truco. - Ethan habló sacándome de mis pensamientos y llamó mi atención. - Cierra los ojos y piensa en como es que tú lo recuerdas. Trata de que sea lo más específico posible.
Lo miré mal. No era el momento para hacer ejercicios psicológicos en ese momento.
- Por favor... hazlo. - Añadió.
Cerré los ojos trayendo a mi mente los hermosos candelabros de cristal con luz dorada, las paredes diseñadas a mano, la enorme escalera de madera, al igual que el suelo color beige que combinaba con el techo abovedado, las pequeñas mesas y sillas que se acomodaban a la perfección con el lugar y lo mejor de todo, las miles de repisas llenas de libros de todo tipo.
Dejé escapar una pequeña sonrisa al ver el lugar en mi mente y escuché a Ethan abrir las puertas, me tomó de las manos y me adentró al lugar, creí que olería a polvo y suciedad, pero era todo lo contrario, me inundaban las fosas nasales los olores a libro y vainilla.
-Abre los ojos. - Susurró Ethan y pude percibir que lo decía con una sonrisa.
Abrí los ojos encontrándome con la luz dorada, los pisos de madera brillantes y los bellos candelabros relucientes. Miré hacia todos lados conservando la sonrisa, era magnífico, como si lo viera por primera vez, como si no lo hubiera visualizado en mi mente los últimos dos minutos.
-¿Cómo? -Le pregunté a Ethan asombrada -¿Cómo lo hiciste?
-Yo no fui, fuiste tú. -Miró al techo -Veo porqué te gusta, es realmente hermoso.
-¿Yo?
Él asintió con la cabeza y me hizo un gesto para que me sentara junto a él en una de las mesas. Tomé asiento sin quitarle la mirada fija en sus ojos, esperaba intimidarlo... o mínimo incomodarlo, pero también me sostuvo la mirada y noté como trataba de disimular una sonrisa. ¿Por qué quería sonreír? ¿le parezco graciosa? Que idiota.
¿A quién engaño haciéndome la "intimidadora" y dura? Nadie me lo creería ni aunque volviera a nacer y me cambiara la personalidad.
-Espero que nos estemos sentando porque me vas a explicar -murmuré.
-Lo prometido es deuda -tomó aire -Este es tu sueño... -levanté la ceja con obviedad y él sonrió -... y no deberías estar tan consciente. Melissa, tienes un don, puedes controlar todo aquí con solo pensarlo.
-¿Cómo con la biblioteca? -pregunté y él asintió. -¿A qué te refieres a que no debería estar tan consciente?
-En general uno cuando duerme solo queda en negro y de repente sueña y al despertar recuerdas fragmentos o simplemente no lo recuerdas. Supongo que sabes que el recordar los sueños significa que no estás durmiendo tan bien. -guardé silencio para que siguiera. -Pero para ti no es así, ¿no? Es como si te levantaras de verdad, ves todo, incluso a ti misma, luego entras por algún tipo de "portal" hasta llegar aquí ¿me equivoco?
-No ¿Cómo lo sabes? -quise pretender una voz firme, pero la realidad es que estaba fuera de mí misma.
-Porque soy como tú... no desaparecí como los demás porque no soy parte de tu sueño, me colé. -entrecerró sus ojos -Lo siento por eso.
Me quedé pasmada y con la boca abierta, eso si que debía ser una broma, el sueño ahora si se estaba tornando un tanto creepy. Si había un buen momento para despertar, era ese.
Se me quedó mirando un momento analizando mis expresiones y decidió quedarse callado para que yo terminara de asimilar todo lo que me había dicho.
-Creo que... no logro entender -Fue lo único que atiné a decir -¿como yo?
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Más allá de los sueños
FantastikMelissa, una estudiante de psicología cansada y frustrada por varios problemas que la acompañan desde el pasado, opta por tomar pastillas para dormir sin saber que pronto descubriría algo que la hará desear no haberlo hecho. Los sueños son inofensi...