Una noche más.

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   Todas las noches suelen ser iguales para mí.

  Cuando el silencio reina de forma solemne en la habitación, mi hogar, escuchándose a duras penas en las afueras el sonido de cualquier coche pasar... es justo cuando por lo general mis pensamientos comienzan a correr y ser cada vez más ruidosos, más imprudentes, más precisos... más dolientes, muy a mi pesar.

   No soy alguien que habla mucho de su vida, porque en si no hay muchos recuerdos memorables como para relatar cuál protagonista entusiasmada de dar a conocer su pasado. Eso, en gran parte, es gracias a mi... ¿o por mi culpa, debería decir? De todas maneras, esos episodios importantes para mí que marcaron un antes y un después, tampoco pretendo hacérselo saber a alguien en caso de que pregunte... y no por cualquier cosa y excusa; son únicamente esos momentos que quiero encerrar en mi corazón, y no compartirlo con nadie en este mundo, a modo de esconder tal debilidad a la que su portadora siquiera tiene ganas de hacer frente; son recuerdos en los que, ni siquiera yo, Katherine, quiero pensar y revivir en cada instante.

   Es gracias a ello que habitualmente en mi día a día finjo que no sucedió, actuando como si mi vida fuese tan normal como otras aún sin tener a alguien a quién demostrarle tal cosa; pero más que por apariencias, es más bien a modo de intento de querer convencerme de que es lo más sano para mí, y es la manera correcta de seguir adelante con la barbilla arriba, estando así segura de mi y de las decisiones de mi vida... así como decidí hacer en el pasado. Hice y dejé de hacer cosas para poder protegerme, porque de lo contrario, ¿quién más lo haría?

   Esto, cuándo aún pudiese ser incluso más doloroso para mí. Leí alguna vez que, sí no cierras debidamente tus heridas, quedarán allí abiertas y en algún momento, la repercusión existirá. Entonces dolerá más.

   Sí no afrontas adecuadamente la situación, y dejas que te hiera como debe de ser, al final será peor. Entonces, sufrirás más. Sí no te rompes, no puedes reconstruirte. Y yo, en cambio, sólo me contuve, por miedo a todo lo demás.

   Quizás es por ello que jamás he podido escapar de todo eso, de lo que es una verdad absoluta, de lo que es mi propia historia. Al final, supongo que es imposible huir de aquello que temes y a lo que no quieres enfrentarte... y aunque aprendí de eso a las malas, aún así es algo que sigo repitiendo insistentemente como la propia niña terca que he sido siempre. No tengo remedio, ¿verdad? Me frustra ser incluso consciente de ello, pero ante todo, siempre tengo una misma, única y estúpida justificación. Por esa razón, no hay ningún motivo para sentir pena por mi.

   Es una suerte que nada de eso se note en el exterior. Es una suerte que haya podido controlarlo todo; o mínimamente, lo haya estado intentando con todo lo que podía. Así nadie se fijaría en mí.

   No obstante, con el pasar del tiempo todo esto me ha cobrado factura, para mí completa vergüenza. Mis miedos, mis memorias, mis arrepentimientos... todo lo veo en sueños, justo como si el mundo quisiera recordarme que nunca puedes huir de aquello que te atormenta. Así es como, en ocasiones, aparezco en la nada, donde la penumbra es lo único a notar.

   Siempre lo recuerdo con claridad. Todo inicia en esa sala oscura, fría y vacía, donde puedo sentir a duras penas una brisa helada que acaricia con suavidad mi piel blanquecina, provocando en ella un incómodo escalofrío. Y si doy un paso, o retrocedo, puedo sentir mis pies mojados que además de estar descalzos, duelen como si estuviera pisando algo muy rugoso a sensación. No puedo hacer más que sólo soportarlo.

   No importa qué es lo que le diga a la nada, jamás consigo una respuesta. En cambio, sólo puedo escuchar el sonido del eco, que repite mis palabras mostrándome el hecho de que el sonido es lo único que rebotaría allí, en ese dudoso y terrorífico lugar. Pero aunque sienta miedo, y no entienda dónde estoy, sólo me queda caminar e intentar encontrar algún tipo de pista, sin saber con exactitud que pueda esperarme dentro de la densa oscuridad justo frente a mí.

Pesadillas del ayer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora