·.Prólogo.·

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-Entonces...¿Cuál es tu nombre real, señor?

-Muerte.

La niña le miró extrañada

-¿Se llama "Muerte"?

-Sí.

Ella miró al hombre con ojos como platos.

-¿Es su nombre real?

A lo que el hombre tardó en responder.

-Sí

Luego se hizo un silencio incómodo, la niña no podía apartar los ojos de la enorme guadaña apoyada en la puerta del hospital, pasando totalmente desapercibida.

-¿Qué hace usted aquí?

Parpadeó un par de veces, sus manitas aferradas a la manta del hospital, y, por un momento, solo se pudo escuchar los cada vez más lentos pitidos del monitor cardíaco.

-¿A por quién viniste?

Ella preguntó de nuevo. Muerte frunció el ceño, era una de las pocas expresiones que realmente era gustoso de expresar.

-A por ti no. No todavía.

Y dicho eso Muerte se irguió como una torre, caminó hacia la puerta y, con su guadaña en mano desapareció de la habitación. Al instante el ambiente volvió al calor de ese verano que olía a antiséptico.

Y el pulso de la chica volvió a latir constantemente, sano.

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⏰ Última actualización: Jan 30 ⏰

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Amar A MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora