18 - PLENITUD -

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(Recomendación: "Dreams" — The Cranberries)

Fue el momento más feliz de mi vida.

Es como si cada rayo de sol se impregnara en mi piel y recorriera cada rincón de mi cuerpo, magia que se termina por alojar en mi pecho, haciendo que las lágrimas que resbalan por mis mejillas sean solo de dicha.

—Deja que todo tu ser se llene de esta nueva energía. — me dijo con ternura al oído. —Deja que cada una de tus células registre este bienestar por siempre. — sentía su pecho sosteniendo mi espalda, en este maravilloso momento estaba conmigo.

La vida no es sencilla, pero ahora entiendo lo que Joseph me ha tratado de enseñar por medio de la terapia y los libros. Toda esa información ahora embona perfectamente como un rompecabezas.

Porque recordando las palabras de su conferencia, "la vida no se trata de lo que nos sucede, es lo que hacemos con lo que nos sucede, lo que marca la diferencia".

Y si Joseph... haré algo extraordinario con ella.

No cambiaría este momento por nada en el mundo

Me dio un beso en la cien y me fue soltando poco a poco, entendía que esto también se trataba de mi, así que me pidió. —Continúa, ahora regreso por ti.

Lo escuché alejarse y la verdad es que no me preocupaba quedarme sola, no sentía miedo, es como si lo hubiese dejado todo en ese lugar oscuro y ahora quiero comerme el mundo entero.

El calor del sol fue aumentando la temperatura del lugar y todo se volvió más agradable, el verde de los grandes árboles era más brillante que nunca, el canto de las aves mucho más melodioso, todo estaba en armonía y yo con todo resonaba en la misma frecuencia.

Me puse de pie contemplando todo lo que me rodeaba, respirando el oxigeno más puro que había llegado a mis pulmones alguna vez. Cerré los ojos y abrí mis brazos como si quisiera tocarlo todo, llevarme ese momento por siempre para mí.

Sequé los restos de mis lágrimas y comencé a disfrutar de lo que había a mi alrededor, eso que en la oscuridad de la noche no me era permitido. Ahora entiendo cuando Joseph me preguntaba si no acostumbraba a escapar de la ciudad, esto es quizá lo que él experimenta cada que lo hace y lo entiendo, puede ser adictivo.

A lo lejos pude escuchar el crujir de las hojas secas con el caminar del hombre más fascinante que he conocido. Se acercó, dejó las cosas que había traído del auto, tomó mis manos, y con su ya clásica forma de mirar como si pudiera verme el alma, me sonrió.

—¿Cómo te encuentras Aysel?

—Más viva que nunca... — dije apenas con todas las emociones chocando en mi garganta haciendo imposible que algo más saliera de ella. Pero estoy segura de que yo era tan transparente que lo pudo ver todo.

Joseph me atrapó en su pecho y con ello cerrábamos el ejercicio perfecto, me refugiada en sus brazos escuchando como suspiraba satisfecho, él está tan feliz como yo, lo puedo sentir.

—¿Tienes hambre? — me preguntó cuando nos separamos.

—La verdad... si. —respondí y él de nuevo se entrelazó con mi mano derecha y comenzamos a caminar.

Tomó una mochila y yo comencé a rodar mi maleta. No me importaba que las ruedas de mi Luis Vuitton se dañaran al golpearse contra las piedras, que mis tenis Gucci estuvieran llenos de fango, o que mi maquillaje se haya corrido un poco por el llanto.

Caminamos en silencio, pues no había mucho que decir, no era necesario porque el momento hablaba por si solo. Llegamos hasta las orillas de un pequeño río, donde estaba lo suficientemente plano, pero rodeado de árboles para obtener su sombra.

𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐈𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 -  Psic. QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora