José Eduardo

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El balanceo de las cadenas de los columpios sonaron de nueva cuenta como en los viejos tiempos, a mi lado como no podría ser de otra manera estaba Miguel, alias ROMMEL, ese día fue planeado como otra salida más a Nanchicahuite (un parque de nuestro pueblo), estábamos conversando tranquilamente y Rommel cada que tenía la oportunidad metía cosas de la milicia o política a la conversación, pero casi nunca prestaba demasiada atención a sus comentarios de ese estilo. En el transcurso de esa salida Rommel mencionó cosas interesantes y fuera de lo común, hizo ver su decepción hacía sí mismo por los pocos amigos que tenía actualmente y a su temor o preocupación hacía el futuro que nos deparaba a todos tanto así que en algún momento me preguntó si yo lo olvidaría algún día, ¿Cómo podría olvidar a la persona que probablemente fué la única que de verdad fué una amistad?.
Siempre he tenido un don, o más bien una maldición, las personas cercanas a mi o que en algún momento estimé mucho me llegaron a odiar al final, aún no entiendo porqué, quizás mi personalidad, o las cosas que digo, o por mis acciones, me gustaría realmente saber qué hago mal yo, me gustaría saber si yo soy el problema, por eso esta breve autobiografía de mi vida hasta el momento, quisiera mostrarles mi perspectiva y evolución personal.

Mi nombre es José Eduardo aunque muchos me conocen como JosesitoMX, un apodo que yo mismo me puse, pero no siempre fuí él, antes que él fuí un niño.
Mentiría si digo que recuerdo muchas cosas de mi infancia, la mayoría de personas solemos olvidarnos de esas cosas debido a nuestra corta edad, sin embargo hay cosas que nunca voy a olvidar cómo mi primer amigo, Emmanuel fué un vecino que conocí una tarde al explorar nuestra nueva casa, el vivía casi delante de la que ahora era nuestra nueva residencia, no recuerdo exactamente qué edad tenía pero seguro fueron como ocho o nueve años, vivía en Acapulco, una ciudad donde la vida nocturna es la mayor atracción y por supuesto las bellas playas, aunque al decir verdad no éramos personas que saliéramos mucho, me refiero a mi familia, puedo decir orgulloso que viví una infancia agradable y rodeada de diversión, sin embargo por una jugada del destino tuve que mudarme con mi hermana al pueblo de mi madre por unos años, Apaxtla.
Con la calidez de un atardecer y sobre nuestras bicis Emmanuel y yo disfrutamos mi último día en Acapulco, todo el tiempo insistió si era posible quedarme pero era imposible, finalmente cayó la noche y me despedí de mi mejor amigo de la infancia, no me sentí triste, no lloré, simplemente era un niño que tal vez no se imaginaba que dejaría atrás una vida.
El pueblo Apaxtla al principio fué agradable, no lo conocía mucho debido a que las únicas veces que lo visitaba era de niño, pero ahora sería mi nuevo hogar, durante cuatro años viví en la casa de mi abuela junto con mis tías, madre y hermana, cursé la primaria ahí y conocí muchas personas importantes en mi vida, como mi mejor amigo de la primaria Oliver y un amigo llamado Miguel. También recuerdo los nervios que tenía de entrar a la secundaria, conocería gente nueva y estaría en un nuevo ambiente, tenía un poco de miedo.
-¿Crees que me toque estar con mis amigos?.
-Puede que sí, pero de todas maneras ahí harás más amigos. Contestó mi madre.
El día de la selección de grupos llegó y me tocó el grupo C, afortunadamente Oliver también entró en ese grupo, aunque no fué para nada del agrado de mis tías y abuelas ya que existían prejuicios sobre los salones de la secundaria, decían que al único que debía aspirar era al salón A, aunque no tenía nada que ver el salón ellas sentían desprecio por los salones B, C, D y E. Suena mal pero no puedo culparlas, toda su infancia vivieron a la idea de la perfección escolar, sus vidas se basaron enteramente en ser las mejores estudiantes y siempre sacar buenas calificaciones, se mataron por conseguir eso toda su vida, así fueron criadas y siempre esperaron lo mismo de mi, hay gente que es así y hay mucha más que es obligada a hacer eso, aunque al final todo causa consecuencias y desde mi experiencia todas esas personas al obsesionarse tanto llegan a tener desprecio y discriminación con las personas que no se esfuerzan tanto en el estudio como yo, es una estupidez pensar así, creerte más porque piensas que eres mejor estudiando que otra persona.
El primer año de la secundaria no me regaló momentos tan memorables honestamente, salvo que hice más amigos, Bryan, Adán, Carlos y el más importante de todos Osmar, mi relación com Osmar empezó un tanto agresiva puesto que habíamos tenido un problema y él era muy impulsivo en ese tiempo, no recuerdo exactamente qué problema fué ese pero si recuerdo que la pelea empezó con un empujón pero afortunadamente no pasó a mayores, luego de eso él y yo indirectamente quedábamos de salir porque los amigos de nuestros amigos coincidían y ahí nos hicimos más cercanos. Sin duda se convirtió en mi mejor amigo, era como un chicle para mí porque nunca se despegaba y siempre me seguía a todos lados, la vida en esos años también me dió un tesoro invaluable, un pequeño perrito de color blanco llamado Wynnie que siempre esperaba mi llegada para saltar y mover su colita, todo para terminar en una siesta por la tarde debido al agotamiento de ir a la secundaria, un niño alegre, amable, divertido aunque muy tímido, con muchos sueños, con muchas ganas de vivir la vida, felicidad y optimismo para las adversidades, sin duda ese fué José Eduardo.

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