Office

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Era verdaderamente extraña la ocasión en la que decidía acompañar a Dazai a su trabajo, más que nada porque era casi seguro que haría de todo menos trabajar. Con su presencia a su lado, se le imposibilitaba hasta escribir.

Sobre todo cuando debía viajar de un lado a otro, en este caso, de la Agencia a la Port Mafia. No era nada del otro mundo, su relación no era sorpresa para absolutamente nadie a estas alturas y siendo honestos, tampoco les importaría que se supiera. Eran pareja hablando de forma romántica desde hace 2 años, asustarse por ello ni siquiera sería lógico.

Sólo que Dazai tenía problemas al estar con él.

Su necesidad de convertir cada momento en una lluvia de caramelo era impresionante, sólo habían ido a buscar unos papeles en alguna oficina de la mafia y de alguna forma acabaron beso tras beso. El sabor de sus labios no tenía comparación, si alguien le preguntara a Osamu sobre cómo describirlos, sin duda la palabra era "celestiales".

Era lindo ¿sí? Lo que no le parecía muy agradable era el hecho de que Dazai no estaba tomando en cuenta los regaños que recibirían si alguien los descubría. Teniendo a una pequeña parte de la Agencia en la Sede de la Port Mafia y toda esa gente a tan sólo unos metros de distancia, era obvio por qué se sentía tan nervioso.

Pero a su novio no le importó en lo absoluto, seguía sujetando su cintura con firmeza mientras jugaba con sus labios, recargándose ligeramente hacia adelante para juntarlos más. Tal vez los iban a crucificar después por mancillar un escritorio, después de todo esta zona era propiedad de Kouyou.

— Mierda, b-basta– discutió jadeando por el beso anterior que le hizo perder el aliento — Dazai, estamos e-en... uummgh...

— Sigue reclamando, sabes que no me importa– susurró entremedio del beso — Te sientes tan bien, Dosty, no sabes cuánto me estás poniendo ahora

— ¿Por qué te pondrías...? E-Espera, ¿e-estás...?

El castaño le sonrió cómplice, ladeando su cabeza un poco para que Fyodor pudiera ver si la puerta realmente estaba cerrada bajo llave. Carajo, lo tenía planeado desde el principio y no fue capaz de verlo hasta ahora. El imbécil quería hacerlo en medio de una oficina donde todos los días entraban y salían montones de personas, y para colmo también una ejecutiva de una organización criminal.

Negó rápidamente un par de veces, él no estaba tan desquiciado como para hacer esta clase de cosas. Y se resignaba aún más sabiendo que tendría el orgullo queriéndose salir de su pecho apenas Dazai le pusiera un dedo encima.

— ¿No te calienta esto?– cuestionó en su oído, tomando su cadera mientras ambas manos bajaban hasta donde pudieran — ¿No quieres saber lo bien que se siente hacerlo en un lugar así?

— Estás loco, t-todo el mundo nos va a venir a buscar y querrán tirar la puerta abajo p-porque le pusiste llave– respondió un tanto nervioso — Además, no veo ningún lugar q-que pod...

Otro beso le interrumpió, Osamu siempre había sido un completo impaciente de mierda. Éste fue un poco más rudo que los anteriores, jugando con sus labios buscando la manera de entrar a su cavidad y pasar a un juego más sucio, aprovechando la pequeña separación para finalmente comenzar.

Un suspiro y ya tenía la lengua del contrario peleando con la suya, un baile para nada tierno ni tranquilo que lentamente le hacía retroceder hasta chocar contra la silla giratoria. ¿De verdad se estaba dejando llevar de esta manera tan terrible? Un par de besos y ya quería descansar, esto es lo que conllevaba una vida sexual activa.

— No tienes que hacer nada, déjame a mí divertirme ¿está bien?– propuso el castaño, indicándole que debía dar un pequeño brinco — Arriba príncipe, aquí no es un buen lugar

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