Chronicles rpg...RÁBTHA #1

†Tomo 2† Hónok Sukki #3

Un altar con encajes de oro y piedras runicas, había sido creado específicamente para ser la habitación de mejoras mágicas del joven señor Hónok.

El encargado de dirigir las sesiones de potenciamento, no era otro mas que el propio chamán Vekker.

Un orco al que en secreto le apodaban el cara de cerdo, por su horrible rostro y las expresiones que hacía al enfadarse.

Su voz constipada tampoco ayudaba,
y si no fuera por su alto poder y que el propio Hónok lo respaldaba.

Muchos guerreros orcos ya habrían tomado medidas para eliminarlo.

Eso sí... debían admitir que el chamán sabía lo que hacía.

Cuando atacaron la zona sur de la tribu garra dorada,
fue el ñ, quien con un hechizo de insonorización, enmudeció los gritos de los inocentes para que ellos pudieran masacrarlos con todo el placer posible.

Vekker tenía muchas cartas bajo la manga, desde su control en la magia de fuego, hasta el potenciamento de las tropas.

Haci que de cualquier forma, no temía a ningún intento de asesinato.

Por algo era el segundo más fuerte en ese grupo enviado por Omish.

.. Actualmente, el chamán Vekker se encontraba sentado en el altar, supervisando las últimas piedras runicas y materiales que eran sacados de la cueva en caso de ser necesario.

Los orcos no se caracterizaban por ser cobardes, ellos preferirían luchar hasta el final morir en medio de un combate.

Huir no estaba en su genética...

Aunque claro, esto era solo para los más brutos,...
excepciones como Vekker y Hónok,
preferían tener precauciones cuando se trataba de materiales tan importantes para su clan.

Prácticamente ellos no estaban huyendo...solo aseguraban recursos valiosos.

~Bien...parece que esa es la última pizca de magia solida en el lugar~.
El chamán se refería a la magia solida como todos los objetos físicos que tenían está característica mágica.

Piedras runicas, pergaminos, núcleos y demás pociones.

Lo más valioso para el y Hónok ya había sido asegurado, por lo que ahora, podía aguardar nuevas órdenes desde su "trono".

-¡Anciano Vekker!-.
Un orco corrió hacia la camara, cargando consigo varías cabezas de soldados de la tribu garra dorada.
-¡Los enemigos están aquí, tenemos que!..¡Kajk!-

El orco cayo al suelo, una espada había atravezado su cuello, y el guerrero león que lo asesino aun sujetaba la empuñadura mientras observava a todos los enemigos a su alrededor.

-Señor Eliazar, creo que encontramos algo importante-.
Dijo el soldado antes de sacar su arma y pintarse el rostro con la sangre de su rival.

Seguido de eso, todo el grupo de soldados bajo el mando del elegido, inundó la camara mientras gritaban ansiosos por la batalla.

-¡Por la tribu garra dorada!-.
Rugieron todos al unisono.

Antes de ser repelidos por numerosas bolas de fuego disparadas desde el altar.

-¡Pir li tribi girri diridi!-.
Se burló de ellos el chamán, alzando sus manos para potenciar a los guerreros orcos que había con el.
-¡¡¡Matenlos y tráiganme sus cabezas!!!-.

-¡Grooo!-.
Gruñeron los orcos, antes de lanzarse contra los soldados león.

Comenzando haci una violenta refriega de espadas contra la carne, hachas contra huesos y numerosos intercambios de mordidas e insultos.

Mientras el chamán Vekker, se alzaba orgulloso lanzando una lluvia de ataques de fuego contra sus aliados y enemigos por igual.

-Es su fin, gatos pulgosos, a menos que soporten ser rostizados, esta es una batalla que no ganarán,
ni las mismísimas llamas del Inframundo se comparan con mi poder-.
El Anciano se regocijo con sus propias palabras.

Impulsar a los guerreros orcos no solo los llenaba de una violencia y euforia incontrolable.

Si no que también lo hacía a él muy arrogante y hablador.

Provocando que ni siquiera pudiera sentir el ligero choque de las piedras desprendiéndose del techo.

...¡!...

Haci era, Eliazar yacia colgado mientras observava todo el caos de la batalla.

Sintiéndose orgulloso de sus tropas, ya que a pesar de estar siendo quemados vivos, seguían rugiendo mientras peleaban hasta el final.

-¡¡¡GUERREROS DE LA TRIBU GARRA DORADA, MUERAN CON HONOR,
O CELEBREN LA VICTORIA JUNTO A MI!!!-.
Grito el elegido a todo pulmón mientras se soltaba del techo y descendía en picada sacando su pesado escudo del inventario para chocar contra la cabeza del chamán orco.

-¡Sus esfuerzos son!, ¡!-.
Vekker solo atinó a mirar furtivamente hacia arriba, antes de recibir un impacto metálico que casi le rompió el cuello.

Dejándolo con el rostro completamente lleno de sangre, mientras caía rodando del altar dando alaridos lamentables.

Durante la caída los efectos de su magia cesaron, y los guerreros león aprovecharon tal distracción para recuperar terreno en el combate.

Reduciendo rápidamente a varios de los guerreros orcos que se encontraban ensimismados por lo acontecido con el chamán.

Vekker soltó un quejido gutural, antes de que las toscas manos de Eliazar levantarán su cabeza del suelo.

Dándole un par de golpes cubiertos por su manto de fuego.

-¡Ja, entonces creo que es cierto lo de que ni las llamas del Inframundo se comparan a tu poder-.
Mencionó el diablillo con una expresión burlona mientras veía como sus puñetazos de fuego tan solo magullaban el rostro deforme del orco.

-Por... supuesto...me..¡eshjforse mucho como para khe tú zimple fuejo keme mi carshne!..-.
Vekker escupió un gargajo de sangre hacía el rostro de Eliazar.

Provocando que este tuviera un pequeño tic irritado, que sustituyó rápidamente por una sonrisa afilada.

-Ya veo...en tu próxima vida...-.
El elegido soltó al chamán para que esté dejará caer su peso contra el suelo.

Y sacando una pesada arma, canteo un poco su fuerza antes de dejar caer un martillazo devastador contra el rostro del chamán.

Esparciendo sus sesos por el suelo mientras Eliazar adquiría un porte tiránico mientras las llamas que cubrían su cuerpo se intensificaban gracias a una subida de nivel.

-Procura hacerte resistente a mis golpes...-.

-¡¡¡EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!-.
Celebraron los soldados antes de que el último de los orcos en aquella camara, cayera gracias a un tajo de espada.

Vekker, el chamán bajo el mando de Hónok Sukki,...había muerto...