La luz que entra por la ventana es la responsable de que me despierte. Miro la hora y me sorprende ver que aún es temprano: las nueve y media de la mañana.
Cuando me doy la vuelta, veo a Els acurrucada a mi lado. Lleva una de mis camisetas puesta, y gracias a lo ancha que le va puedo ver con total claridad su escote. Trago saliva. Es muy sexy.
La barriga empieza a sonarme estrepitosamente. Decido levantarme a por algo de comer y dejar dormir un rato más a Els, pero en cuanto me doy la vuelta, los muelles de la cama crujen bajo mi peso y la despiertan.
- Buenos días.
Su voz es soñolienta y angelical.
- Buenos días. -le respondo con una sonrisa en la cara-.
Vuelvo a tumbarme a su lado. Mi peso hace que se desnivele el colchón, por lo que Els se pega más a mí por culpa de la gravedad. Me pongo rojísimo, pero ella se ríe y me da un beso en los labios.
- ¿Cómo estás? -me pregunta con una sonrisa tierna-.
- Aún me cuesta un poco moverme, ayer comí un montón... -me acaricio la barriga con vergüenza. Ella hace lo mismo, pero con la misma sonrisa tierna de antes-. ¿Y tú?
- Feliz. -su sonrisa se ensancha-. Estoy feliz.
Esta vez el beso se lo doy yo, y es algo más largo y profundo que el anterior.
Me incorporo para sentarme, apoyándome en el cabezal de la cama. Els se sienta encima de mis rodillas y se incorpora hacia delante, dándome otra vez una perfecta vista de su escote. Se da cuenta de lo que está pasando, por lo que se pone roja y se lo tapa.
- P-p-perdona, n-no quería hacerte sentir i-incómoda...
- N-no pasa nada... No es que me dé vergüenza, ni nada...
- N-no debería... Son muy b-bonitas.
En cuanto me doy cuenta de lo que acabo de decir, me pongo rojo hasta la raíz del pelo. Acabo de decirle a Els que sus pechos son muy bonitos. Acabo de decírselo como si nada. ¿Quién me creo?
- N-no q-quería decir eso... Es d-decir... Claro que tienes unos p-pechos muy b-bonitos, p-pero...
Antes de poder acabar mi -penosa- explicación, se echa a reír.
- Eres muy tierno. -añade, y me propicia un beso corto en los labios-. Perdona que me haya puesto así, es que... nunca antes nadie los había visto, y por supuesto tampoco... tocado.
- ¿De verdad?
Abro mucho los ojos, sorprendido. Ayer cuando nos besamos por primera vez intuí que no era su primer beso, pero no imaginé que yo sería el primero en tocarla... aunque fuera por encima de la ropa.
- Sí... Es decir, me he besado con otros chicos. Nada especial... Pero nunca he pasado de ahí. He tenido oportunidad, pero... nunca me he sentido lo suficientemente cómoda.
- ¿Y conmigo sí?
Voy a pedirle perdón por haber sido tan directo, cuando me responde con una sonrisa.
- Contigo sí.
Trago saliva. Es increíble que se sienta cómoda conmigo. Me hace sentir muy afortunado.
- Yo nunca me he sentido agusto con mi cuerpo... -empiezo a hablar sin ni si quiera pensarlo, pero cuando me doy cuenta de lo que estoy diciendo no reculo. Es algo que creo que debe saber-. Siempre he notado que la gente me trata diferente por tener... bueno... sobrepeso. -Els envuelve mis manos con las suyas, haciéndome saber que me entiende-. Pero la noche de ayer... y hoy... Me siento realmente agusto contigo. Creo que es la primera vez que no siento vergüenza de mi cuerpo.
- Eso es muy bonito, Jake. -otra de sus preciosas sonrisas aparece en sus labios-. Me alegro mucho de que te sientas así conmigo. ¿Y sabes qué? Que le den a los complejos.
Sin previo aviso, Els se quita la camiseta y se queda en ropa interior encima mío. Yo me pongo rojo e intento luchar contra la erección que está naciendo en el interior de mi pantalón. Cuando descubre su cara, ella también está roja.
- Tienes un cuerpo... precioso...
Me incorporo un poco para poder acercarme más a ella. Lentamente y con suavidad, le acaricio los muslos y voy subiendo hasta su cadera, para segundos después alcanzar su cintura. Tiene algunas estrías, supongo que como resultado del cambio de peso tan radical que dio en tan solo unos meses. Me parecen bonitas: son cicatrices que relatan una historia. Poco a poco subo hasta su sujetador, donde dos pechos perfectamente redondos se esconden tras una tela de encaje negro.
- ¿Puedo? -a lo que Els responde con una sonrisa tímida y a la vez nerviosa-.
Coloco cada mano encima de un pecho y los aprieto. Es aún mejor sin la tela del vestido de por medio. Los masajeo con cuidado y les doy algún que otro apretón. Varios gemidos empiezan a salir por la boca de Els, y entonces dejo de preocuparme por controlar mi erección y me concentro únicamente en darnos placer a ambos.
De un momento a otro, se quita el sujetador y se queda únicamente en tanga. Justo cuando voy a cogerla de la cintura para atraerla hacia mí, se inclina y me quita la camiseta.
- Quítate el pantalón. -me susurra-.
Els se aparta y yo me quito los pantalones lo más rápido posible, intentando no hacer el ridículo. Me vuelvo a sentar apoyado en el cabezal de la cama, y esta vez se sienta aún más cerca de mí.
- Estás muy... -coloca su mano sobre mi erección y la aprieta- cachondo.
Asiento con énfasi, sin poder apartar la vista de su cuerpo desnudo. Els se inclina sobre mí y me besa, a la par que empieza a masturbarme de una forma adorablemente torpe. Con una mano la agarro del culo y con la otra le acaricio el clírotis, y sin cortarnos con los gemidos vamos haciendo.
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El gran peso del amor
RomanceElizabeth es un misterio para Jake, que debido a su timidez y a pesar de compartir clase desde el primer día de instituto, nunca ha sido capaz de acercarse a ella. Jake es un compañero para Elizabeth, pero no solo eso: es la única persona que ha con...