-Hola, tengo esta citación. -dice mostrándole el papel a la recepcionista.
-Al fondo, subiendo por la escalera.
-Gracias. -sigue sus indicaciones y sube las escaleras, cuando está apunto de llegar al final, lo ve, sus miradas se cruzan solo un segundo. Sabía que se lo encontraría ahí, pero no esperaba que estuviera desde temprano. Ella no es capaz de saludarlo, él tampoco dice nada, solo una mirada basta para que ambos se den cuenta de la atracción que sigue existiendo entre ellos.
Camina por el pasillo y toma asiento en una de las sillas que están a solo unos metros de distancia de él, mientras que Joaquín se queda de pie frente a una ventana dándole la espalda. Él no es capaz de voltearse, el simple hecho de tenerla tan cerca y no poder abrazarla, besarla y decirle lo mucho que la ha extrañado lo tortura.
Ana se pierde en sus pensamientos, la conversación que había tenido unos días antes con Violeta se repite constantemente en su cabeza:
"-¿A veces piensas en él?
-Ay Violeta, sí, pienso en él todo el día, no te imaginas. Pienso en él y en sus manos, pienso en su boca, pienso en sus ojos y pienso en todo, como me tocaba, como me hablaba y... " Ana siente la necesidad de ir a su lado, se pone de pie y camina en hacía él, como si fuera un imán que la atrae. De pronto allí está ella delante de él, las palabras no hacen falta, sus ojos dicen todo lo que tienen guardado en su interior.
Una habitación oscura, la que podría ser la oficina de alguien les sirve de escondite. Joaquín no duda ni un segundo en empujarla contra el archivador y la toma del pelo, captura sus labios con su boca, acaricia y besa cada centímetro de su piel, llevándola a la locura, ella acaricia con fervor sus musculosos brazos, dejándose consumir por la pasión.
Se sentían tan reales sus besos, sus caricias, pero todo se esfuma cuando escucha la voz de Horacio llamarla.
-¿Ana? ¿Ana, estás bien?
-Sí... -es lo único que logra responder mientras recupera el aliento-. Sí, necesito agua, ya.
Horacio había llegado junto a la que ahora es su nueva esposa, Adelaida y acompañados por doña Dolores, su mamá. De uno en uno entraron a la oficina del fiscal y conforme terminaban sus entrevistas cada uno se retiraba.
Ana termina de dar su declaración al fiscal y vuelve a sentarse donde estaba hace un momento, no sabe si Joaquín aún está allí, solo espera verlo una última vez. Por más que trata de hacerse la fuerte, la realidad es que lo extraña muchísimo, pero ella no puede aceptarlo, no después de lo sucedido con el cheque que supuestamente había intentado cobrar.
-Señora Ana, ¿usted todavía por aquí? -le pregunta el abogado de Horacio.
-Pues si, no sabía si de pronto me necesitaba alguien para algo... -¿A quién trata de engañar? Ella solo espera poder ver al hombre que se ha metido en su cabeza y en su corazón, así sea unos segundos.
Joaquín sale de la oficina del fiscal y al verla allí parada no supo qué hacer, apresura su andar pasando justo frente a ella sin decir nada.
Ana queda perpleja al ver como este se va prácticamente corriendo, «Seguramente me está odiando» se lamenta ella. Se acerca a la ventana donde había estado Joaquín hace unos minutos y ve un papel arrugado, lo abre y se da cuenta que se trata de la nota que le había dejado la noche de la entrevista, aquella noche donde se había dado la oportunidad de creer nuevamente en el amor, de creer nuevamente en él.
"Joaquín, le creo. Es cierto, el corazón nunca miente. Ana."
Guarda la nota en su bolsa y sale del edificio, camina hasta donde tiene estacionado su carro pero ve un montón de personas afuera gritando. Se acerca para ver lo que sucede, era un accidente, un auto estrellado contra un poste de luz.
ESTÁS LEYENDO
El Corazón No Miente (Ana y Joaquín)
FanfictionLo que menos se imaginaba Ana y Joaquín es que un accidente los volvería a unir.