Capítulo 12 El Traslado.

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Grandulón con Cerebro vino a buscarme. Lorraine me dijo que debía estar sedada, cosa que odié, pero me consoló el gesto. Al menos pudo decirme esta vez.

-Perdóname-. Dijo Lorraine, cuando la aguja penetró mi piel. Sólo le di una suave sonrisa.

Fue cuando la oscuridad me reclamó. Mi cuerpo comenzaba a adaptarse al hecho de estar ausente, y era algo que me asustaba. No sabía que era lo que me inyectaban, esperaba que fueran simples sedantes, sin embargo no estaba segura. Me asusta que sean el tipo de drogas, que consumía mi madre. Estar en manos de traficantes de mujeres, a merced de quienes controlan toda la organización ya era lo suficientemente malo, pero que a todo ese desastre, le añadan, el hacerme drogadicta...

No existían las palabras suficientes para expresar, lo oscuro que sería mi futuro.

Mi futuro... Realmente, ¿era mi futuro, ahora? Ya no soy la dueña de mi destino, me arrebataron esa oportunidad, y no sé cómo recuperarla, y si quiera si eso es posible. Me dolía el hecho de que tenía planes, quería viajar por el mundo. Explorar las maravillas de la naturaleza, probar comidas exóticas, y aprender a conducir motocicletas.

¿Haría todo eso?

La verdad, no tenía idea. Me pregunto cuántas chicas han recorrido todos esos pensamientos, a cuantas de ellas les arrebataron los sueños, y sufro con ellas. Aquí en la oscuridad de mi seminconsciencia, sufro por cada mujer que le robaron la vida. Y por mí, por ellas, no podía rendirme.

Es lo único que me repetía día y noche, que no me rindiera. Ya había llegado demasiado lejos para regresar, acaricié con la punta de mis dedos la libertad una vez. Y lo haría otra vez.

No sé a dónde nos dirigimos, sé que estuvimos en el auto, luego sentí que me cambiaron a otro vehículo, y bueno, ahora creo que estoy en un avión. Mis párpados parecen rocas, son muy pesados y no logró abrirlos. Trató de estirarme pero siento unas ataduras, en las manos y pies. Estos idiotas. ¿Por qué me atan? ¿Creen que secuestraré el avión? Paso un rato luchando contra el adormecimiento, hasta que consigo abrir los ojos, cuando siento un pequeño sobresalto a mí alrededor. Estoy en una pequeña habitación color crema, con minúsculos muebles caoba. No hay ventanillas a mi alrededor, pero el sobresalto de hace unos minutos me indican que estamos aterrizando. ¿Cuánto tiempo llevo sedada? Necesito hacer pis.

El Grandulón con cerebro, Orlando creo que es su nombre, viene por mí.

-Debo hacer pis.

El sin mirarme me toma en brazos.

-Aguanta.

-Te haré encima, desgraciado. Llévame al baño ahora.

Sigue caminando, ignorando mis quejas. Maldición, mi vejiga va a explotar.

Bajamos del avión y un sol radiante nos recibe, a nuestro alrededor el viento es algo frío y recuerdo que estoy casi desnuda. Como puedo trat de ver lo que me rodea pero, estoy en un aeródromo sin dudas. Golpeo a mi captor en la espalda y sigo vociferando, hasta que nos acerca a lo que parece ser una estación de control.

-Escucha, vas a entrar, harás lo tuyo y no me darás problemas. Las órdenes son llevarte intacta, pero no me provoques.

El baño es incómodo y muy pequeño. Él me baja, y afloja mis ataduras de las manos. Como puedo subo mi vestido y bajo la ropa interior, intento no sentarme por completo, y por fin libero todo.

-Necesito papel.

El refunfuña muchas cosas, y de espaldas a mí, me pasa el papel. Cuando estoy terminando de vestirme, me pongo de puntillas, y doy un brinco pasando mis manos atadas por encima de su cabeza, hasta posicionarlas en su cuello. Tiro con muchas fuerzas, mientras el Grandulón me lanza puños al azar sin mucho éxito. Hasta que retrocede y me golpea contra la pared. Demonios, eso duele. Orlando se zafa de mis pequeñas manos y me mira, muy muy molesto.

Hades (Trilogía Hades libro 1).   Historia Registrada bajo El Número 23082851606Donde viven las historias. Descúbrelo ahora