-No me avergüenza ser bruja. La mitad de los adultos en ese reino no hubieran existido de no ser por mí. 'Princesa, mi hijo está enfermo' 'Fiorimonde, deseo concebir y no puedo', no fue suficiente.
-¿Y qué se supone que querías lograr Fiorimonde?
-Libertad. Esos príncipes vanidosos querían quitarle sus tierras a mi padre, y él nunca me escuchó.
Cuando encontré a Fiorimonde, no creí su historia. Que era una bruja inmortal, y que el cuento que se escribió sobre ella era una calumnia hacia lo que realmente sucedió con el reino de Welderland.
La conocí de casualidad, aunque empiezo a dudar si fue realmente así. Es la anfitriona del club nocturno La perla dorada. El lugar era todo oro con art decó, a tono con la moda de los locos años 20.
Me invitó un trago en su casa atrás del club, pero yo accedí con la condición de que me comentara cómo es que alguien tan joven era dueña de un lugar así. Era una de las pocas mujeres que todavía tenía un título nobiliario del viejo reino de Welderland, pero su vida privada era un completo misterio.
La anfitriona comenzó su conversación de una manera muy extraña:
-¿Usted cree en las historias de brujas?
-Mi abuela decía que las brujas no existen, pero que las hay, las hay.
-Su abuela era una persona muy sabia.
Como si se tratara de un espejismo, la pequeña habitación impersonal se iluminó, y ella cambió de vestido en un parpadeo.
-¿¡Cómo hizo eso!?
-Eso es magia. Soy una bruja, por eso es que el dicho que acaba de mencionar es muy apropiado.
Lejos de estar asustado, me sentía profundamente intrigado, ¿Montará este club para obtener víctimas? ¿Se alimentará de sangre humana? ¿Por qué me revela esto?
-Contrario a los dichos populares, las brujas ya no nos alimentamos de sangre humana, deja mal aliento. Si le revelo esto ahora es porque sé que se dedica al periódico local, y su columna es de mis favoritas. Habitantes de otros planetas, seres paranormales... Me gustaría que me entrevistara.
No me resistí. Fiorimonde todavía conservaba su gran belleza, sabiendo ser un camaleón en cada época. Pero de lo que ella quería hablar era de ese infame libro que la dejaba tan mal parada, el de ese maldito collar, como ella lo mencionaba.
-Para empezar, mi madrastra también era bruja, ella fue quien me explicó cómo funcionaba el cordón mágico. Fue la gran referente de mi vida, junto con sus hermanas, vivían en las montañas al oeste del Reino de Welderland. Es cierto que las visitaba cada noche, pero no arriba de un avestruz volador, era sobre un águila gigante. Cuando fue la batalla de Grunwald, Welderland era solamente un pequeño reino comerciante, pero ese dichoso conflicto atrajo a muchos indeseables. Como ese imbecil del Rey Pierrot.
-¿Pierrot fue su primera perla?
-Sí. Yo vivía los lujos usuales de la realeza, que suelen aislar a los nobles del mundo real, pero cuando empecé a frecuentar las prácticas mágicas, me enteré que a nuestro reino no le iba muy bien. Mi padre, lejos de hacer algo, simplemente se sentó en el trono a ignorar la amenaza. Alguien tenía que hacer algo, no me iba a quedar de brazos cruzados esperando a que me rescaten. Junto a las mujeres del reino, hicimos una compleja red de sabotaje para ayudar a Welderland desde las sombras.
Fiorimonde me explicó que ella ayudaba a las mujeres en sus problemas a cambio de que le hicieran favores, para inclinar la balanza a favor de Welderland. Una cocinera que intoxicara a los marineros, una costurera que pusiera chinches en las cotas de malla, pequeños movimientos que tambaleaban cosas enormes.
-Mis actividades se interrumpieron con la visita de Pierrot, que se quiso hacer el benevolente con mi padre pidiendo mi mano en matrimonio, pero mi madrastra descubrió que era una trampa para hacerse con el reino, y matarnos a todos. La noche antes de casarme, mi madrastra me mostró el cordón dorado: "Este cordón hará que dejen de molestarnos. Irás a la alcoba del Rey Pierrot y lo obligarás a que lo toque en tu cuello. Cuando lo haga, me lo agradecerás"
-Y así fue. El muy tonto no me dio ni un beso que ya estaba tocando el cordón, y se convirtió en una perla roja.
Detrás de él vinieron muchos nobles, todos con intenciones similares. Fiorimonde buscaba cualquier excusa para que se conviertan en perlas. Como desaparecían, su padre lo consideraba una ofensa y atacaban al reino en falta.
-Welderland se había vuelto poderoso, hasta que llegó ese idiota de Florestán. Infiltró a una doncella, a quien ayudé muchísimo para que su madre dejara de concebir, porque no le daba más el cuerpo para parir. Pero mi vanidad no tuvo nada que ver con mi caída, fue mucho más simple y aterrador. Invadieron el reino de noche, fueron a mi habitación y me obligaron a tocar el cordón mientras dormía. Yo me resistí, pero Florestán me inmovilizó con su fuerza, convirtiéndome en una perla dorada. El príncipe liberó a los demás nobles, se hizo con el reino, ejecutó a mi padre y mi madrastra huyó a las montañas con sus hermanas, mientras que a mí me exhibió como un trofeo de caza vulgar. Pocas noches después, mi madrastra regresó a liberarme, Florestán nos había quitado todo. No nos quedó opción que masacrar a todos los invasores. Con esa matanza hicimos un ritual, donde gané la inmortalidad.
-¿Y por qué se quedó?¿Qué hizo que siguiera viviendo en esta región del mundo?
-Como consecuencia del hechizo, debo matar a todos los de la línea sucesoria de Florestán. Pasé siglos cortando las ramas de su progenie, y hoy no será la excepción.
-¿Hoy?
-Le dije que las brujas ya no bebemos sangre porque deja mal sabor de boca, pero lamentablemente debo hacerlo. ¿Por qué cree que lo cité aquí? Usted señor, es el último de su estirpe, los huelo cada vez más fácil.
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La perla dorada
FantasyComo muchos personajes poderosos, la Princesa Fiorimonde fue acusada de las más crueles calumnias: De hechicera, de malvada y sobretodo, de un crimen que no cometió... Como la gente cree. Este retelling de "El collar de la princesa Fiorimonde" busc...