Quería ser feliz. Algún día, algún día, quisiera ser feliz..
No había dejado de preguntar de quién era este bebé, desde que lo tuve en mis brazos. Pero como siempre, nunca hubo una respuesta... solo silencio. Solo eso. Silencio, silencio y más silencio. Era como si mis palabras eran mudas, y nunca llegaban a sus oídos, y por eso ellos jamás contestaban, tal vez porque nunca la escuchaban.
Era curioso, porque ese poco de cabello que tenía rubios, ahora eran como los de Stefan, cabello rojo, solo que uno como sucio, menos brillantes que los de él. Y pensaba que este era mi bebé, de verdad lo pensaba, y si no era mío, ¿de quién más podía hacer?, ¿de quién más? Pero una noche, mientras dormía, sentí algo moverse en mi barriga, otra vez después de mucho tiempo, fue algo sutil, delicado, delicioso. Ame totalmente disfrutar de esos pequeños movimientos en mi barriga, porque eso solo decía una cosa... mi bebé estaba aún dentro de mi barriga, y estaba vivo. Estaba vivo.
Pero aún dentro de esa enorme felicidad que me arropaba, no dejaba de pensar, no dejaba de inquietarme... ¿de quien era este bebé de cabellos rojos y ojos pequeños y oscuros?
El tiempo pasaba rápido, y yo solo lo pasaba en una cama, otra vez. Me habían prohibido levantarme bajo cualquier motivo, solo lo hacía a veces, y acompañada y solo era para hacer mis necesidades. Nunca supe qué pasó ese día, y sobre eso, ya no pregunté nada, igual, no iba a obtener ningún tipo de respuesta, y eso lo sabía. Esa pregunta, como muchas cosas más, iban a quedarse en incógnitas en mi cabeza, otra pregunta más sin responder. Otra cosa más, sin saber. Habían venido muchas personas a verme, y a "analizarme". Porque eso hacían, me miraban, me observaban, me... me mantenían en vigilancia todo el tiempo.
Como si tuvieran miedo de que algo me pasara... de que algo le pasará a mi bebé. Al nieto de la reina. Eso era lo que importaba y siempre era así.
Y me daba rabia y tristeza saberlo, de recordarlo, de vivirlo, yo no era nadie, no lo era, solo importaban los bebés que yo podía dar, solo eso le interesaban a todos. Y me dolía, ¿que tenía que hacer yo, para que por fin me tomaran en cuenta?, pero que me tomaran en cuenta de verdad, ¿qué cosa?, ¿qué?
Elijanh estaba cada día más inquieto, y siempre lloraba cada vez que tenía a ese bebé en brazos. Reclamando la total atención que antes siempre había recibido. Y era un tanto... complicado encargarme de dos bebés, porque cada uno requería cosas un tanto diferentes. Y había uno, del cual casi no conocía lo que le gustaba o no.
La reina estaba siempre colérica, porque decía que yo solo me la pasaba en una cama, y que parecía alguien que yo no era. Recordándome siempre... que yo era una simple concubina. A la cual se puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Estaba cansada. De verdad que ya no quería ni verla. Pero la entendía. Me pasaba todo el día, y a toda hora en una cama. Mientras personas venían a verme. Como si yo fuera alguien importante.
—Ella misma me había dicho que una concubina, es aquella que solo tenía como objetivo, función y obligación, darle tantos hijos como pudiera al rey. Siendo esta cambiada, cada que ya no daba más. Por otra que si.—
Según escuché, tenía mala la columna, y peor que la otra vez. Y necesitaba guardar reposo absoluto hasta que el bebé naciera. Y tenía la certeza de que aunque no era tiempo, ya mi bebé quería salir. Porque sentía aquellos mismos síntomas que aquel día. Estaba ya tan cansada de sentir tanto dolor, de sufrir.
|
-¿Cómo lo llevas?- estaba sentada en la cama —como siempre— pero esta vez, le estaba cambiando el pañal a aquel bebé de ojos oscuros y curiosos. Era tan bonito. Eran aquellas ropas que ya a Elijanh no le servirán. Y ese día, al darme cuenta de que mi bebé había crecido, había llorado mucho. ¿Por qué tenía que crecer mi bebé?, ¿no podía solo quedarse pequeño?, pequeño para mi.- ¿Cómo vas con los niños?- volvió a preguntar Stefan, estaba triste. Y no hablaba mucho, a menos que no sea para preguntar, que de quién era este pequeño bebé. Este pequeño bebé que me miraba con ternura y amor.
ESTÁS LEYENDO
El pecado de ser mujer.
Historical Fiction-Madre, ¿por qué ellos si pueden salir y yo no?, ¿por qué nosotras no?- susurré mientras escuchaba el sonido que siempre sonaba cuando "ellos" salían, salían por esa... ¿esa? ¿Por dónde ellos salían?, y... ¿a dónde iban?, ¿qué era eso?, era un miste...