Uno

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- ¡Scarlett ¡- la voz de Stephanie interrumpe mis pensamientos.

- ¿Sí?

- ¿Ya pensaste en que sector te quedarás?

Estaba tan perdida en el pasado que casi olvido el presente. Intento retomar el tiempo. Vacilo un instante. Si alguien va a alegrarse de mi sector, es ella. Si le digo la verdad, gritará y aplaudirá. Me dará un abrazo y tal vez por un instante, podré absorber su felicidad y creer que todo va a salir bien.

- No en realidad. - miento.

- No importa, está bien. - afirma con gesto decidido -. Al menos así tendrás más tiempo de pensarlo.

Preferiría fingir que Stephanie está en lo cierto y perderme así en las decisiones de una chica de diecisiete años, en vez de enfrentarme a lo que me espera. Tengo toda una vida para cumplir con mi deber y solo un día más para ser yo. Nos levantamos de nuestros asientos y nos dirigimos hacia la salida de la institución. Lanzo exclamaciones en los momentos adecuados y ella cree que la estoy escuchando.

Es una tarde como cualquiera en la cafetería, en un día común y corriente. Suena el tictac del reloj de la estancia, todos al fin salen de sus clases y fuera el cielo se desvanece con la última gota de sol que precede a la noche. Es un día como cientos de los anteriores, aunque esta vez no dormiré en mi departamento.

Desde hace mucho tiempo vivo sola en Weetmare, dónde me asignaron a una escuela temporalmente hasta las pruebas de selección. Adam me contó que solicitó mi estancia en la sección 7, pero le fue denegado. El costo de reubicación de cada individuo obliga a la hermandad a controlar la población. Me lo explicó con naturalidad una mañana, mientras cepillaba mi cabello.

Me concentro en el vacío de mi copa, pienso en todas las restricciones que tengo al ser una integrante no valorada de la familia Corson, y me doy cuenta de lo sencillo que habría sido la vida si desde un principio yo no hubiera existido.

-Scarlett. - dice Tom en voz baja. -, te vez triste. Las pruebas terminaron. Y al fin tenemos permiso de beber algo más fuerte. Pensé que estarías feliz de eso.

Él sabe exactamente como mostrar una actitud tranquila, aunque en ocasiones me pregunto si la forma de decir las palabras en el momento indicado no será una táctica para ayudarlo a mantener el equilibrio. Da la sensación de que no supone ningún esfuerzo. Su imagen refleja justo lo que se esperaría de un (juzgado de paz): persuasión, perseverancia y carisma.

- Estoy bien. - mi respuesta suena apagada y poco convincente.

La hermandad avanzó mucho en cuanto a tecnología, creando así a lo que llamaban un mundo futurista, dividiéndose en secciones, sin enfermedades, sin guerras, sin emociones fuertes, un mundo "perfecto". A pesar de eso los mortales aún deben de cursar diversas etapas (educativas y de crecimiento) para al final poder ser asignados a trabajos de medio a bajo nivel. Muchos se guían por el liderazgo, pues tienen mayor ventaja en cuestión de poder. Algunos de mis compañeros de clase prefieren las cápsulas de rejuvenecimiento, ya que tienen más posibilidad de ser ascendidos. Yo en cambio no tengo elección. La hermandad elige por nosotros dependiendo de la jerarquía de nuestros padres y habilidades peculiares, algo a los que las personas suelen llamar "Damlers". Si al menos hubiera sido un primogénito indirecto, tal vez me hubiera quedado en Bloodymoon, pero no fue así.

- ¿Y qué piensan de los Damlers? – comentó Stephanie bebiendo un poco de vodka.

- Algunas personas quisieran ser como ellos. Tienen toda la vida resuelta. – comenta Tom.

Affliction - CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora