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Hay momentos en que imagino lo que sería de mi vida si ese día nunca hubiese terminado de esa manera.

No puedo evitar que mi cerebro piense en los "y si...".

Y si no me hubiese comportado de esa manera.

Y si esa pelea nunca hubiese pasado.

Y si no hubiese dejado que se fuera.

Pero ya era tarde para pensar en lo que pudo haber sido.

Mi corazón punza ante esa realidad.

Un vacío constante que no ha dejado mi pecho desde ese día.

Ese fatídico día.

Donde todo empezó a irse en picada.

Donde todo dejó de tener sentido.

Ese día que viene a mí en mis noches más vulnerables.

Pesadillas...No.

Recuerdos que vienen a dejarme temblando y con respiración errante por largos tramos de tiempo.

Despertándome por las noches con un sudor frío recorriendo mi frente.

Recuerdos que te calan hasta los huesos y nunca se van.

Te nublan la mente y te llenan de culpabilidad.

Castigándote por crímenes no cometidos y acusaciones erróneas.

Que también hacen contraste con esos otros que siguen ahí pero no están presentes en su totalidad.

Memorias que luchan por ser desempolvadas pero no son lo suficientemente fuertes para salir a la luz.

Que no son lo suficientemente fuertes  para luchar contra su oponente.

Pero que, aún así, siguen allí, en algún rincón de tu cabeza, sin dar señales de querer rendirse.

Memorias que gritan;

"¡Recuérdame!".

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora