CAPITULO 59

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 Zayer arremetía con fuerza contra la puerta de la habitación, mientras intentaba acallar las voces de su cabeza. El guardián luchaba para poder controlarse, tan solo podía salir dolor y miedo.

-Mátalo, te dejaré ir si lo matas... - gritaba para no escucharlo. – Mátalo y serás libre.

La puerta empezó a astillarse a medida que pasaba el tiempo, Zayer usaba toda la fuerza de su cuerpo para derrumbarla, necesitaba que aquella tortura termine pronto. Su cuerpo se movía por inercia, no obedecía sus órdenes, ni siquiera cuando le pedía que se detuviera. Podía notar como le recorría la sangre por su brazo derecho, uno de sus compañeros lo había cortado antes de que lo matará.

No pudieron detenerlo, aunque él dije que lo hiciera, los mato sin saber su nombre, eran recuerdos vagos pero sabía que él había sido el culpable. Escapo por arte de magia, no tenía una explicación lógica para explicar cómo había podido salir de aquella habitación.

-Cállate, cállate, por favor... - cubría sus oídos con una falsa esperanza de que Javaid dejará de hablar. – Silencio, necesito silencio. – grito.

Golpeo su cabeza contra la pared en varias ocasiones, no escuchaba más allá de sus pensamientos, ocupados por la voz de Javaid. Zayer le pedía a Pietro que lo ayude, que lo hiciera callar que lo silenciara para la eternidad. Podía notar como el guardián se movía por dentro de la habitación, controlando sus movimientos, tal y como Zuko les había enseñado en sus años de aprendices.

La situación le parecía irónica, Pietro siempre había sido demasiado ruidoso para este tipo de situaciones, ganándose el regaño de los superiores. Su compañero le mostraba sin hablar donde se encontraba.

-Ayúdame, por favor. – le suplicaba con lágrimas en los ojos. – Pietro ayúdame a terminar con esto.

No hubo respuesta, su compañero seguía pendiente de sus movimientos, lo escuchaba caminar, respirar, incluso podía imaginarse en qué posición se encontraba. Era un hombre muy fácil de leer cuando lo conocías. Pietro podía ser fuerte, pero su inteligencia estaba por muy por debajo del resto de los guardianes. Aun así pudo ganarse un puesto alto entre todo ellos.

-Pietro, por favor. – quería detenerse, deseaba que todo aquello llegara a su fin. – Por favor.

Javaid se reía en su cabeza, llenándolo de insultos, llamándole cobarde y repitiéndole que si no mataba al doncel seguiría torturándolo. Le aseguro que las cosas empeorarían a medida que pasará el tiempo, así que debía darse prisa.

-Pietro...

Sintió como una corriente extraña recorría todo su cuerpo, cayó al suelo por el dolor mientras jadeaba para poder respirar bien. Era como si lo hubieran golpeado por la espalda, conocía aquel dolor de antes, los castigos de los superiores siempre habían sido así. Pero en aquella ocasión era mucho más fuerte, se estaba partiendo en dos, sentía como sus huesos se rompían poco a poco, uno a uno sin césar.

Javaid no lo dejaría tranquilo hasta que hiciera su trabajo, le importaba bien poco como pudiera terminar el cuerpo de su víctima. Era la primera vez que había conseguido permanecer en alguien durante tanto tiempo, sin ser interrumpido por nadie, para él, Zayer se merecía una muerte digna al terminar con su trabajo.

Tan solo se la daría si hacía su trabajo bien y no lo decepcionaba. El guardián ahogo un grito de dolor cuando una segunda corriente recorrió todo su cuerpo, dejándolo sin aire unos segundos. Zayer podía sentir el sabor de la sangre en su boca, era demasiado desagradable.

-Mátalo, y todo esto terminará. – le aseguro Javaid. – Dejaré que hagas lo que quieras.

Negó con la cabeza, había una parte de él que lo detenía. No quería defraudar a Lennox, no quería herir a Nolan, no deseaba pelear con Pietro. Javaid clavó sus zarpas directamente en el corazón, deteniéndolo por más de treinta segundo. Zayer estaba perdiendo, pero no se iba a rendir.

¡Maldito, pequeño doncel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora