31. The boy friends

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—¡Bebé por favor!

Wooyoung carga al niño que no deja de llorar una vez lo suelta. E un niño mimado, es claramente un príncipe. Lo besa en la cabeza y continúa tarareando con la esperanza de que se duerma. En teoría, ya no tiene por qué tomar responsabilidad por él. Las nodrizas se harían cargo y él, estaría como una figura lejana.

Sin embargo, habiendo nacido de una persona que lo abandonó, pero tuvo el descaro de decirle que no le serviría de nada aparte de pasar delante suyo sin interés... ¡Lo hace querer evitar eso! Quizá su bebé Beomgyu no tendría una vida de concubino ni nada parecido, pero no quita lo más fácil:

Es un bebé. Es una criatura pequeña y frágil que solo vive de ser cuidada y amada.

Wooyoung quiere darle lo que él no tuvo y eso es amor en su infancia. Quizá ahora no tenga tanto, pero lo conoce y tiene esperanza de que Beomgyu también lo tendrá incluso lejos suyo.

Tan solo no ahora. Por ahora, es suyo y de nadie más.

—Veo que el príncipe está bastante bien.

—Sí, tan solo tan revoltoso como siempre ¿no pudiste salir como tu hermano? ¿Por qué saliste tan escandaloso como yo? —refunfuña haciendo puchero y San no evita reírse por la ocurrencia—. Papi tiene que cenarrrr, duérmete por favor. —pide quejoso y dramático.

El bebé por su lado se ríe, encontrando demasiado cómicos los gestos de su progenitor. San se acerca y ladea la cabeza, no sabría decir si se parece a Wooyoung o no. Las fotos de su infancia carecen de presencia y aún faltan varios años para ver si sacó algo aparte de la actitud revoltosa.

— ¿Soobin me necesita o algo así? —pregunta Wooyoung a San. El caballero niega con la cabeza.

—Para nada. Tan solo vine a ver que estuviera bien.

—Viniste hace una hora.

—Muchas cosas cambian en una hora.

Wooyoung vuelve a Beomgyu. Eso es cierto. En una hora tuvo a un bebé y ahora cada hora debe atender una cosa distinta. Hambre, sueño, molestia, pañal sucio y agua empezando a ser un fiasco, su cuerpo aun pequeño e incapaz de procesar todo lo que consume. También animales inquietos que van y vienen.

—Lord Pelida me habló hoy—comenta Wooyoung en voz baja, con el cabello en parte de que cara—. Me comentó que le gustaría que fuese con él a su villa... he oído que quiere te era hijos. Quizá quiere usarme para eso.

Wooyoung abre los ojos, recibiendo un beso en la nuca y un apretón cariñoso en los hombros.

—Espero que busque a alguien más. Si no, se quedará con las ganas.

Wooyoung sonríe ilusionado. San le había pedido tiempo para saber cómo sentirse con esto, darle una respuesta clara. Wooyoung es impaciente, por lo que resultó exasperante, pero al mismo tiempo, sabía que San necesitaba pensarlo bien.

Por no mencionar que ni siquiera se trató de algo que debiera causar inseguridad: San se mantuvo siempre ahí, su "tiempo" fue más una excusa para dejar pasar el embarazo y tener la oportunidad perfecta una vez la soga real en torno al cuello de Wooyoung desapareciera.

Esperar a que ningún imprevisto pudiera suceder y unirse de forma pública y normal como todos los demás.

Cinco meses de supuesto pensar. No fue tanto viéndolo en retrospectiva.

Un sonido armonioso los hace ver por la ventana. Wooyoung se queda atrás de San, quien abre la ventana para revisar, teniendo a mano su arma. Lo que consigue es un rostro justo delante suyo y seguido, una pequeña sonrisa juguetona. Se hace atrás bruscamente por el susto y es Wooyoung quien exclama:

— ¡Hongjoong! — dice emocionado. Se acerca a prisa a él, abrazándolo por el cuello. San abre y cierra la boca. A diferencia de su pareja, él si nota el detalle más importante en Hongjoong—. ¡Me dijeron que te habías muerto y parecía que hubieras morido! —lloriquea torpe y melodramático—. Me asustaste mu- ¡SAN! ¡TIENE ALETA TIENE ALETA TIENE ALETA! —Chilla señalándolo con una sola mano. Pues con la otra sigue cargando al bebé.

Hongjoong se ríe divertido y Seonghwa permanece recostado en la ventana, analizando la escena. Tenía tanto sin venir, que se olvidó de que ahora hay un príncipe. El bebé luce muy lindo.

— ¿Cómo estás aquí? ¿Qué sucedió? —pregunta San, pasmado. Hongjoong gesticula con las manos.

— "Tengo la sensación de que no puedo decir cómo o qué paso, solo pedirles con conformarse con saber que estoy aquí." —responde y Wooyoung asiente entusiasmado.

No le interesa como fuese ¡Hongjoong está aquí! Se acerca a él para mostrar a Beomgyu y la sirena de aleta oscura lo carga, sentándose en un mueble—. Es realmente muy lindo. —Wooyoung da un chillido de emoción.

Ahora tiene un amigo sirena, que es amigo de Seonghwa y aun así, dice que su bebé es lindo. Se siente realizado.

. . .

—pero qué-

Soobin se sonroja de forma violenta, teniendo a Hongjoong delante suyo. La sirena hacia una reverencia con la cabeza y se acerca al incrédulo rey—. "Un gusto volver a verlo alteza."

—Lo mis... Mismo digo—balbucea con una sonrisa nerviosa—. Estás... Bien... Y-y

Quiere preguntar. Necesita preguntar. No obstante, aprendió con Seonghwa que a las sirenas y sus milagros no se les puede preguntar nada. La existencia de Hongjoong cómo está ahora, es un secreto que no puede saber por desgracia. Solo aceptarlo. Hongjoong por su parte, vino por una razón muy específica:

—"¿Puedo leer en la biblioteca?"

Soobin no resiste romper a reír. Podrá tener una aleta en lugar de pies, pero no cambia que Hongjoong tiene cabeza para una cosa.

Tal vez dos, con Seonghwa abrazándolo por la espalda y sus brazos sujetos por Hongjoong que se ríe de sus obvios celos.

—Claro. Lee cuánto gustes.

The boy who found his soul || SeongJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora