Capítulo 3

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Un ángel sin alas, ¿sigue siendo un ángel?

— ¿A dónde crees que vas, demonio? — le preguntó poniendo una mano en su pecho.

— Sal de mi camino, ángel— dijo sacando bruscamente la mano de su pecho e intentando ir hacia el final del callejón donde estaba Elizabeth. Pero no logró mucho porque el ángel se volvió a interponer en su camino.

— ¿Qué planeas hacer? — volvió a preguntar

— ¿Qué crees? — preguntó entre dientes, con los ojos rojos mirando a sus ojos celestes.

— No lo sé, eres un demonio... ¿Qué debo esperar que hagas?

Elizabeth miraba confundida por encima del hombro de su ya conocido agresor. Alto, delgado... su pelo, rubio oscuro, una mezcla rara entre rubio y castaño claro.

Samael miró por encima del hombro del ángel a Elizabeth con desesperación. Miró al ángel con rabia, lo empujó y se acercó corriendo al agresor.

— Déjala. — dijo entre dientes tomándolo del cuello de la camisa como antes, pero él solo rio.

— El que tendrá que soltarme eres tú...— dijo tranquilo, pero con algo de dificultad por la presión, Samael frunció el ceño y miró hacia los costados, había dos tipos apuntándole con un arma a la cabeza.

— Ahora vine preparado. Un movimiento brusco o sospechoso... y te vuelan los sesos. — Samael suspiró, lo soltó, levantó las manos a la cabeza e hizo un paso atrás con una sonrisa. Miró de soslayo a los tipos que no titubeaban.

Con un movimiento rápido desarmó al que tenía a su derecha y lo golpeó con el arma en la cabeza dejándolo en el suelo.

Se escuchó un disparo.

Elizabeth cerró fuertemente los ojos.

Ojos verdes rio.

Pero Samael no sintió ningún impacto, se volteó y vio al ángel mirando al otro tipo en el suelo.

— Para ser un demonio eres bastante estúpido...— dijo mirándolo por encima del hombro. Samael sonrió de medio lado y se acercó a Elizabeth.

— Creo que... si no quiere terminar como ellos, será mejor que se vaya. — dijo Samael en el odio del agresor. Éste tragó saliva, miró por encima de su hombro y se encontró con un Samael sonriente de ojos rojos. Se corrió lo más rápido que pudo y se acercó gateando al tipo que derribó el ángel, que estaba algo aturdido.

— ¡Idiota, levántate! Toma a Jones y larguémonos de aquí— dijo atropelladamente mientras se paraba lo más rápido que podía y salía corriendo.

Lo miró confundido, se volteó y vio a Samael y al ángel con miradas penetrantes y posturas imponentes. Se paró como pudo, se acercó a Jones, pasó uno de sus brazos por sus hombros y salió del callejón lo más rápido que pudo.

— Que cobardes...— dijo el ángel mirando por donde se habían ido.

— ¿Estás bien, Lizzy? — preguntó acercándose a Elizabeth, ella lo abrazó y asintió contra su pecho.

— Si, gracias...

— Bueno, parece que tus intenciones al final sí eran buenas...— dijo el ángel acercándose hacia donde estaban.

— ¿Qué carajos pensabas que iba a hacer? — preguntó con el ceño fruncido.

— Gracias a ti también. — le agradeció con una sonrisa— Si no fuese por ti, el disparo hubiese ido a Sam...

— No hay de qué. — dijo con una sonrisa— Tendrías que ser así de agradecido, Sam...— dijo mirando a Samael.

— Es Samael, para ti. — dijo serio.

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