único

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Con mucha pesadez, Valentín abrió los ojos y se apartó del cálido cuerpo de Agustín para apagar la alarma.

Un nuevo día iniciaba, asi que le dejó un piquito a Giay en su mejilla y fue hasta el baño.

Caminó con un poco de dificultad, ya que la noche anterior fue algo alocada. Quisieron cerrar la semana con un broche de oro, si así se le puede decir a que Agustín le de al colorado como cajón que no cierra.

Ni bien entró vió su cuerpo desnudo frente al gran espejo. Sus ojos hicieron un rápido escaneo y divisó varias marcas que Giay le dejó sobre su pálida piel, algunas ya viejas y otras bastante recientes.

Mientras se cepillaba los dientes escuchó el tintineo que hace el broche del cinturón que usa Agustín, minutos después el mayor estaba ingresando al baño.

Valentín sintió un calor subir desde la punta del dedo del pie hasta el cabello más largo de su cabeza. Miraba a través del espejo a un Agustín recién levantado, con su camisa blanca desabotonada, su pantalón sin prender y su cabello todo alocado, podría decir que se veía tierno con sus rulitos cayendo por su frente, pero ver su abdómen marcado, los chupones que le dejó en su pecho, la V en su parte baja que invitaba a bajar su bóxer para seguir el recorrido, lo hacían pensar otra cosa.

Por otro lado, Agustín nunca estuvo tan feliz de haberse levantado a las 8 A.M un lunes. Entrar al baño y que lo primero que vea sea el blanquecino y bien formado culo de Valentín, lleno de pecas y con algunos de sus dedos todavía marcados, no sabía a quién agradecerle por la vista.

Conectaron sus miradas a través del espejo por unos segundos. Agustín le regaló una pequeña sonrisa al menor y se acercó lentamente hacia él.

Apoyó sus manos en su cintura, que aún seguía un poco roja por lo fuerte que lo había apretado la noche anterior, y dejó un camino de besos desde el hombro derecho del colorado hasta el izquierdo, Valentín se dejó hacer bajo las caricias del mayor.
La mano derecha de Giay viajó hasta el pecho del bonaerense, bajaba y subía por todo su torso.

Valentín tiró su cabeza hacia atrás, apoyándola en el hombro de Agustín, dejándole vía libre para que éste le bese su ya maltratado cuello.

La traviesa mano de Agustín fue hasta el semi-despierto miembro de Barco, mientras que su otra mano se dirigió hacia uno de sus pezones.
Empezó un lento vaivén por el miembro de Valentín, de vez en cuando aprentándolo, logrando que el colorado suelte leves suspiros cerca de su oído, provocándole escalofríos a Giay.

Al tirar todo su cuerpo hacia el cuerpo de Giay, Valentín sintió como se iba formando un bulto bajo los pantalones del san carlino, así que llevó una de sus manos allí y comenzó a masajearlo sobre el bóxer. Agustín dio un pequeño salto por el repentino toque, ya estaba tan perdido en la lujuria que nunca supo cuando su mano fue a parar allí.

Barco estaba disfrutando al máximo el momento, pero quería más de Agustín, necesitaba sentirlo dentro suyo. Para hacerle entender esto a su novio, Valentín tiró su culo para atrás, apretándo el miembro de Giay, quien dejó salir un gemido.

Valentín repitió esto un par de veces más, adoraba escuchar los gemidos de Agustín, creía que era uno de los sonidos más lindos que existían, y se sentía afortunado de ser quien los provocara.

Agustín captó la "indirecta" y se apartó un poquito para bajarse el pantalón y el bóxer a la vez, pero también se agachó, lo cual llamó la atención de Valentín, quien cambió en un segundo las palabras por un grito.

Agustín metió su lengua en su entrada.

Este era un nuevo nivel de placer para Valentín, era la primera vez que Giay hacía esto, y Barco se iba a encargar de que no sea la última.

Tiraba su culo para atrás y también presionaba la cabeza de Agustín, queriendo que hunda más su lengua en él.

Lo único que se escuchaba en el baño eran los gemidos de Valentín y los gemidos de Agustín que eran ahogados por el culo de Barco.

— A...Agus, me-me vengo.

Agustín paró abruptamente, se alejó un centímetro de la entrada de Valentín, quien bajó de su nube de placer por la falta de contacto, pero que luego sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo cuando el mayor lamió de arriba a abajo la línea de su culo.

Agustín se paró nuevamente detrás de Valentín.
Empezó a chupar, morder y lamer el cuello del menor para dejarle una marca, mientras rozaba su pija en la entrada de Valentín.

— Dale, amor.- suplicó Barco.

— ¿Qué querés?

Valentín rodó los ojos, sabía lo que quería el mayor; que le suplique.

Se sentía muy duro, asi que empezó a masturbarse lentamente, mientras Agustín seguía torturándolo.

— Que me cojas.

Con una sonrisa socarrona continuó. — ¿Y cómo se pide?

Valentín miró al espejo frente a él y se encontró con los dilatados ojos del mayor.

Lentamente dijo — Por favor, Agus, cogeme.

Agustín estuvo a nada de venirse al escuchar esa oración. Verlo a Valentín entregado a él, pidiéndole por favor que lo coja, lo volvía loco y lo excitaba muchísimo.

Escupió su mano derecha y lentamente metió su miembro dentro de Valentín. Él soltaba gemidos a medida que la pija de Agustín se hacía paso en él.

Mientras Giay esperaba que el menor se acostumbre, volvió a maltratar sus pezones, y una vez que Valentín estuvo listo, Agustín tomó su delgada cintura y comenzó a salir y entrar en él.

Los movimientos eran tranquilos, ambos disfrutando del placer de estar nuevamente siendo uno.

— Más-más fuerte...por favor.- terminó la oración en un susurro.

El mayor llevó su mano derecha al cuello de Valentín y dejó la otra en su cintura, y acto seguido le empezó a dar como al colorado más le gusta.

Los gemidos agudos de Valentín y el choque de sus pieles eran los únicos sonidos que musicalizaban la mañana del lunes.

Barco volvió a llevar su mano a su pija.

La burbuja de placer que formaron estaba a nada de explotar, cada vez los movimientos eran más rápidos y bruscos.

Estaban idos por el placer, pero igual lograron levantar ambos sus cabezas para contemplar a través del espejo, la erótica escena que estaban protagonizando.
Agustín hizo que Valentín se ponga de costado para que puedan apreciar más la vista.

Valentín estaba a nada de venirse, el verse a ambos en el espejo lo enloqueció, hizo que ese ardor en la parte baja de su abdómen aparezca, pero lo que realmente lo llevó al clímax fue escuchar los gemidos de Agustín.

Él, desde que levantó la vista hacia el espejo, no dejó de mirar, especialmente el rostro de Valentín, su cara reflejando el placer que estaba sintiendo, lo bien que Él lo estaba haciendo sentir. Su boca formando una "O" perfecta y como se entregaba completamente a él.

Se sentía en el paraíso.

Una, dos y tres embestidas más, y Valentín se corrió en su mano, soltando un grito que reflejaba lo increible que Agustín lo hizo sentir.

Luego de un par de embestidas más, Agustín se vino dentro del menor.

Valentín estaba apoyado sobre el lavamanos y Agustín se dejó caer, no con todo su peso, sobre el acalorado cuerpo de su novio.

Ambos se encontraban exhaustos, quedaron en completo silencio intentando recuperar sus respiraciones.

Cuando lograron recomponerse, Valentín se dio vuelta para quedar enfrentados. Tomó el cuello de Agustín y lo acercó para fundirse en un tierno y perezoso beso.

Las manos de Valentín jugaban con algunos mechones del cabello de Agustín, mientras que él acariciaba su cadera.

Pegaron sus frentes y se regalaban sonrisitas tímidas.

— Buen día, mi amor.- saludó Agustín.

Y Valentín lo volvió a besar.


























Mañanero [Giay x Barco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora