Única parte

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Solo salía para fiestas, gimnasio, estudio y compras. Solo hablaba cuando le pedían.

Hacía ya 4 años que su melliza murió, le costó recuperarse, no quería perder a nadie más, no quería que le doliese tanto el corazón, se alejo de sus amigos, solo Carlos se quedó a su lado y no dejó que se alejara de él.

Puede que un par de años después un chico de sonrisa inmensa y cabello oscuro lo animara a intentar amar. Poco a poco, después de terapia y apoyo por parte de sus seres queridos sanó casi por completo, no dejó de importarle su hermana, solo aprendió a vivir. Después de año y medio de relación con Tomás este lo dejó en un accidente de tráfico. Lo sabia, sabia que si amaba después le harían daño. Se sumergió en la oscuridad, el dolor no paraba, se sentía traicionado, Tom había prometido que nadie más le haría daño, pero mintió, fue su mismo novio quien lo dañó. No lloró, solo se enfadó, no sentía pena ni tristeza, solo rabia y cansancio. No fue hasta una hora después cuando Carlos lo encontró desangrándose en la cama.

Terapia y medicamentos, ninguno funcionó, no trató de matarse otra vez, no, hizo algo peor, morirse en vida, no sentir, no importarle nada, no llorar, no reír, no enfadarse. No mostraba nada por fuera, pero peor era que tampoco sentía nada por dentro.

Una cosa llevó a la otra y no importarte nada supuso riesgo, caminaba sin cuidado, se drogaba sin pensar, podía parecer valiente en algunas situaciones, pero si lo conocías sabias que no lo era, solo no le importaba morir en un incendio o escalando un edificio, solo no le importaba vivir sin ser feliz.

No le importaba el dolor físico como picaduras de abeja, peleas o accidentes, simplemente no las notaba, siquiera notó cuando casi se muere por comer una nuez, la cual era alérgico.

Incluso después de una fiesta podía pasar por un callejón peligroso, no le importaba que le atracasen o le violasen, ambas cosas ya le habían ocurrido más de una vez. No le importaba que Carlos llorase por su culpa o que su madre lo hiciera, tampoco le importaría si alguno de los dos se quisiese quitar la vida.

Carlos estaba harto, harto de que no diese signo de vida dentro ni fuera de su cuerpo humano, más que harto estaba preocupado, odiaba a su amigo consumido por el dolor de la traición. Lo que más de menos echaba de este mundo era verlo sonreír, gastando bromas con él, incluso a veces intentaba que su amigo se enfadase con él, pero ni de eso era capaz. "Desearía que me pegase un puñetazo en la cara, por lo menos así sabría que siente algo" pensaba Carlos a veces cuando lo miraba.

Lo llevaba a fiestas para que se animase. Chicos y chicas ligaban con él porque era muy atractivo, él solo les daba lo que fuera que quisiesen, atención, bailes, besos, sexo. El era gay pero eso no le importaba lo más mínimo en ese momento, ahora mismo no veía a las personas como humanos. Eran sus superiores, si querían divertirse con él les dejaba, si querían cabrearse con él les dejaba, si querían que fuese amable lo era. Solo tenían que pedirlo por la boca y él obedecía. No se sentía marioneta ni controlado por nadie, que va ¿Os habíais olvidado? No sentía nada.

Carlos lo llevaba al gimnasio, y le ordenaba a hacer tareas cuotidianas, el obedecía, no le importaba entrenar, no parecía cansarse, no le importaba comprar ¿Qué perdía yendo a un supermercado, o yendo a lavar?.

Todas las noches él soñaba, soñaba en la nada. Noche tras noche observaba las manchas en el suelo de su sueño. Dos manchas de formas abstractas, dos manchas sin ningún tipo de significado, si ningún tipo de misterio, sin ningún tipo de magia. Sin embargo era gracias a esas manchas por lo que seguía sintiendo. Él sentía, sentía gracias a la curiosidad. Las manchas no eran nada, pero para él lo eran todo. Le provocaba pensamientos, pensamientos de incógnita. ¿Por qué dos manchas se encuentran en mi único sueño? ¿Por qué dos manchas me hacen sentir? ¿Serán esas dos manchas lo que me han destrozado?¿Serán mis sentimientos lo que tapan? ¿Será la ausencia de algo? ¿De mis sentimientos?¿de mi novio y mi hermana tal vez? ¿Serán las propias manchas ellos dos? ¿Sentirán algo las manchas?

Era la curiosidad lo que le mantenía con vida, necesitaba saber el significado de sus sueños. Era gracias a las manchas por lo que seguía con vida.

Carlos lo miraba con desesperación, su madre ya se había rendido. Una vez el psicólogo de Carlos le preguntó: "¿Por qué no te rindes tú también? Él solo te provoca dolor y tristeza y no te da nada a cambio de todo lo que haces ¿Por qué sigues a su lado?" a esto Carlos no le contestó. Todos los días sus amigos le preguntaban lo mismo y no sabia que responder. El psicólogo le intentó abrir los ojos "Carlos, la persona que conocías ya no existe y nunca volverá a existir. Y aunque se recupere, nunca será lo que fue de pequeño, porque su vida cambió ¿Por qué no te rindes tú también? Sabes que a él no le importaría que lo dejases, en todo este tiempo no le ha importado"

Carlos llegó a pensar que sus amigos tenían razón, su psicólogo también, incluso la madre del que no sentía podía tener razón. Tal vez debería dejarlo marchar.

Un día Carlos se presentó en su casa y le anunció que lo abandonaría, que le dolía demasiado y que no podía más. Él asintió sin expresar nada. Él no sentía nada, menos curiosidad por las pequeñas manchas.

Y así fue, su mejor amigo dejaría de visitarlo, dejaría de obligarlo a salir, de mantenerse con vida. Sin embargo este seguía viviendo, se mantenía el solo, no pensaba morir sin saber de aquellas manchas.

Fue la noche en que Carlos dejó de hablarle cuando una mancha desapareció en su sueño. Esa curiosidad aumentó hasta que se convirtió en necesidad, ansiedad, nervios. Él sentía y necesitaba saber porqué. Sintiéndose ansioso llamó a Carlos. Era la primera vez que le llamaba desde la muerte de Tomás. Era la primera vez que le contaba algo a su amigo por su cuenta desde la muerte de su novio.

Carlos sentía felicidad, preocupación, ansiedad, nervios, pero sobre todo curiosidad después de escuchar la única palabra que su amigo había pronunciado por el teléfono: "Ven"

El que había empezado a sentir comenzó a sentir desesperación, a impacientarse, a descontrolarse. Salió corriendo de su pequeño apartamento en busca de su amigo, ya había pasado una hora desde su llamada y la distancia entre la casa de Carlos y la suya era solo la de la avenida. Tenia que encontrarlo.

Corrió hacia el piso de su amigo sintiendo casi de todo, tenia lagrimas de felicidad en los ojos. Una vez había empezado a sentir una emoción, explotó y siguió sintiendo todas las demás. Gritó en medio de la avenida por alivio de sentir y gritó en medio de la avenida cuando vio el cuerpo de Carlos entre un charco de sangre en medio de la carretera. Las lagrimas ya no eran de felicidad.

Antes de llegar a sentir enfado y frustración se dio media vuelta y volvió a su casa. Según él nada había pasado, el seguía sin sentir, no le importaba que Carlos hubiese muerto. Pero era mentira y él lo sabia. Esa noche no hubo manchas, Carlos era sus manchas, por Carlos seguía viviendo, Carlos le mantenía con vida. Sin Carlos él no vivía, no hubo un solo día en el futuro en el que él vivió sin Carlos. Porque él ahora tampoco viviría más.

SentirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora