32. Boy' his space

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— ¿Todo bien?

—Sí. Sí.

Yeosang a veces tiene la mala suerte de perderse en su mente. Un efecto del uso prolongado de las drogas que le inyectaban. Es inevitable. Aunque pudiera haber una cura, aún se está desarrollando la tecnología para llevar a cabo tal nivel de reconstrucción. Es más fácil cambiar la materia y moldearla hasta hacer un todo un trozo de abdomen, antes que arreglar la química cerebral en puntos exactos del cerebro.

Es un lío. Quizá nunca lleguen a arreglarlo, pero tampoco considera que sea tan grave. No pasa del ensimismamiento por diez minutos. A menos que suceda en una situación nefasta, todo estará bien.

Yeosang bosteza y se recuesta en la mesa del comedor. La casa de Jongho es grande y muy acogedora a pesar de que casi no la usa. Después de todo, pasa la mayor parte del día y sus días en el palacio real. Un poco inútil, rara vez tiene a dos pacientes en un día, pero nunca puede estarse lo suficientemente preparado en caso de un desastre.

—Tengo que volver al palacio—musita en voz baja y medio dormida—. Le prometí a Wooyoung que lo ayudaría con su bebé. No lo deja dormir nada. Le gusta estar cargado todo el tiempo y tiene el sueño desordenado.

—Eres muy atento con Wooyoung—comenta Jongho. Por lo general no tienen mucho tiempo de hablar. Se ven en horas donde deberían estar trabajando y eso es malo. Que tengan simpatía del rey no es sinónimo a buscar un problema. además de eso, cuando comparten habitación en el palacio, se duermen o hacen otras cosas. Habla no entra mucho en la materia—. Todo el tiempo estás con él.

—Hemos estado juntos desde siempre.

—Llegaron casi al mismo tiempo.

—Es lo que pasa cuando te tiran en un burdel porque no tienen más utilidad para ti—Yeosang apoya la barbilla en su palma y mira por la ventana a la derecha—. Irónicamente, nos iría mejor ahí que con nuestras familias. Siendo prostitutas que no se dieron cuenta a tiempo y tuvieron que parir.

— ¿Quieres a tu madre?

Yeosang encoge de hombros. Ni siquiera la conoce a diferencia de Wooyoung. Quizá por eso es más indiferente y menos urgido de cariño. Nunca lo esperó de nadie, solo de Wooyoung y ese lo recibió siempre. La aparición de Yunho, por más cercano de edad que sea, también fue de mucha ayuda a no tener esa carencia afectiva que Wooyoung sí sufre.

— ¿Quieres a alguien?

Da una risita suave y cierra los ojos.

—Quiero a algunas personas. No son muchas. Podría contar con una mano a todas ellas.

—Veamos. Quienes son. —cuestiona Jongho con los antebrazos en la mesa e inclinado hacia Yeosang.

—Wooyoung—Dedo índice—. Yunho—Dedo de en medio—, San—Dedo anular—. Mingi—Dedo meñique—. Jongho. —Pulgar—. Una mano. —Abre y cierra la diestra y se ríe. Jongho se ríe bajando la cabeza, ligeramente avergonzado. Al subirla se lo queda mirando.

—Me alegra que me quieras y me tengas en un grupo tan selecto.

— ¿Qué hay de ti? ¿me quieres?

Nota esperanza e ilusión en la mirada de Yeosang. Casi como si estuviera ansioso de una respuesta positiva a una pregunta tan simple. Balanceándose un poco en la silla y manteniendo un gesto entre tímido y coqueto. Jongho empieza a enumerar.

—Mi madre—Dedo índice—. Mi padre—Dedo medio—. Mi hermano menor—Dedo de en medio—. Yeosang. Quien lo iba a decir, tengo a menos personas que quiero. Es decir, tienes más espacio.

Yeosang sonríe amplio y encoge de hombros, haciéndose el cabello para atrás y exponiendo de más la marca en forma de corazón que hay en su sien. La curiosa marca de nacimiento que exponían una cosa:

En cada etapa de su vida, tendría a alguien que lo amaría. De niño, fue Wooyoung, en su adolescente, también; cuando se hizo adulto, fue Yunho y ahora continua su camino por la adultez, está Jongho. Yeosang tiene la esperanza de que Jongho permanezca tanto tiempo como su vida le alcance.

Porque si se marcha, sería un espacio muy grande de su corazón que quedaría vacío.

~ * * * ~

— ¡Sucedió algo genial! —exclama Wooyoung apenas Yeosang pone un pie en la habitación del contrario—. ¡Vamos a la biblioteca para que veas! Beomgyu está allá. Lo dejé con Yunho y debe estar aun sin saber cómo cargarlo de la impresión.

— ¿Vale?

Yeosang se deja arrastrar, como de costumbre. La sorpresa se marca en cada uno de sus rasgos, sorprendido de la presencia de Hongjoong en una de las mesas. Como de costumbre, rodeado de libros, pero sin gafas, usando apenas joyas que adornan su cuello, pecho y brazos; una larga aleta de colores oscuros en lugar de sus piernas.

Por no decir que está vivo. Yeosang boquea y los señala con el dedo.

— ¡¿VISTE?! ¡Está vivo! —exclama en voz baja y contenida, pero igual de aguda. Beomgyu estira los brazos apena nota a Wooyoung, dando gimoteos que amenazan en volverse llanto—. Ay cariño, deja de ser tan exigente. —lloriquea yendo a tomarlo.

—Wooyoung, no puedes exigirle a tu hijo que deje de ser así cuando tú lo eres. —regaña Yunho y Wooyoung hace puchero. Hongjoong se ríe, dejando el libro en la mesa y acercándose.

—"¿Llora mucho?"

—Hasta el punto de no dejar a nadie dormir. Si no lo estoy cargando, no deja de llorar.

Hongjoong se acerca y le susurra al niño en la oreja—: Llora solo si hay molestia, si hay mucha tristeza; si estás en brazos que no conoces, pero en tu hogar entre tu familia, que no se vuelvan a escuchar los reclamos de brazos estar.

Beomgyu toma a Hongjoong del cabello y empieza a balbucear. Wooyoung queda con la curiosidad de qué le pudo decir.

Lo cierto es que, a partir de ese día, Beomgyu se queja muchísimo menos y ¡Lo agradece! Ya puede tener al menos cinco horas de sueño seguidas.

The boy who found his soul || SeongJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora