Visitas tensas

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Feyre entró a la Casa de Pueblo sintiendo que todo el cansancio se agolpaba contra su frente de golpe,  haciéndola trastabillar. Parpadeó, queriendo aclarar su visión, intentó mantener las alas recogidas, de recobrar la compostura, pero su cuerpo entero gritaba por un descanso. Y un baño, aunque la sensación de tener una cama cómoda era más interesante que la de dormirse en una tina o tener que batallar con sus alas de nuevo en medio del agua y el jabón.

Arrastró los pies al avanzar, sintiendo un ligero calor que empezaba a nacer en su pecho antes de notar los pasos de Rhysand, luego sus brazos y su aroma envolviéndola por completo. Si había estado cansada hasta entonces, en ese momento se sentía incapaz de dar otro paso sin que sus rodillas cedieran bajo su peso. Una sonrisa tironeó de sus labios al sentir que la apoyaba contra su pecho firme y sus alas la rodeaba.

—¿Necesitas dormir, Feyre querida?

—Urgente —contestó en un susurro, inhalando con ganas el aroma cítrico y a sándalo que parecía envolverla de la misma forma que lo hacía todo él. No pudo contener el bostezo, el cual sacó una risa entre dientes del Señor de la Noche y dejó que la cargara sin dificultad, acomodando las alas como podía para que no estorbaran, difícil e imposible en aquel estado donde apenas era capaz de comprender dónde estaba.

Lo siguiente que supo es que la estaban bajando y su espalda dio contra una suave textura que solo podía pertenecer a las sábanas. Se removió un poco, acomodándose hasta liberar sus alas de su propio peso. Sintió que le sacaban las botas y las medias, así como un peso al frente de ella. No se creía capaz de abrir los ojos, pero reconoció a los brazos de Rhysand que volvía a rodearla, así como el ala que la cubría con el mismo cariño. Se acomodó mejor contra su pecho, entrelazando su pierna con la de él.

Soltó un suspiro cuando los labios de él se apoyaron en su frente.

—Descansa —le pareció escuchar que murmuraba, apoyando de nuevo aquellos labios en su frente con tanto cariño que Feyre se sintió ir directamente al sueño que tanto parecía estar necesitando. Lo último que escuchó fue el suave y firme latir del corazón de Rhysand contra su mejilla.

Rhysand aguardó hasta que la respiración de Feyre se aquietara, confirmando que estaba completamente dormida, con sus latidos más lentos, a salvo

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Rhysand aguardó hasta que la respiración de Feyre se aquietara, confirmando que estaba completamente dormida, con sus latidos más lentos, a salvo. Iba a ser imposible desenredarse de sus brazos, alas y piernas, estaba incluso tentado a no hacerlo, de no ser porque el deber seguía llamando. Seguía siendo la cabeza de la Noche. Al menos podría estar tranquilo de que ella estaba allí, con él.

Cuando sus propios ojos amenazaron con cerrarse, decidió apretar los dientes y apartarse, odiando cada movimiento que hacía, notando de inmediato el frío ante la falta de contacto. En cuanto logró soltarla, tomó una manta que solía tener a los pies de su cama y la puso encima de ella, admirándola por un instante más. Sus ojos se entretuvieron un momento en las orejas que empezaban a afilarse como puntas de las estrellas, en el cabello que se parecía cada vez más a las nubes que solían tapar a los pequeños puntos blancos del firmamento. Pero el mayor cambio estaba en sus ojos, los cuales empezaban a verse más azules que grises, recordándole a las Tres Estrellas de los illyrianos durante el Rito de Sangre. Se humedeció los labios antes de sacudir la cabeza y salir con cuidado de la habitación, más tarde vería si podía terminar lo que habían empezado en la cabaña.

Una Guerra de Rosas y Espadas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora