Instintos |O M E G A V E R S E| -P A U S A D A

20

"Mierda, mierda, mierda, mierda, ¡Me gusta Derek Hale!"

Gritaba en su cabeza mientras conducía hacia el internado en medio de la noche, Stiles en ese momento era un tren que echaba humo a mil por hora. No podía dejar de pensar en Derek y el beso que habían experimentado.

Su primer beso.

Recordarlo hacían que sus mejillas se pusieras calientes de la vergüenza, pero mantuvo su sonrisa boba todo el camino de regreso.

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Cuando llegó al internado casi era toque de queda, por lo que se apresuró a dejar a Roscoe en el estacionamiento y dirigirse a los dormitorios con prisa. Estaba a punto de subir cuando reconoció a lo lejos una cabellera rubia al fondo de los pasillos.

"Ese es Liam" pensó en sus adentros mientras paraba en seco costándole decidir si avanzar a las habitaciones o quedarse a acompañar al rubio. En su indecisión, el rubio  se le había adelantado adentrándose a lo que parecía ser la cafetería.

Stiles se quedó mirando el pasillo ahora desierto, ¿Qué hacía Liam en la cafetería a estas horas? Y más importante aún, ¿Estaba solo?

Con duda se acercó al pasillo por donde había desparecido la cabellera rubia muy sigilosamente, mientras escuchaba pasos y cosas moverse de sitio.

Cuando llegó a la sala de la cafetería, notó que solo la luz de la cocina estaba prendida, y se podía ver la sombra de una persona alta buscando algo.

Stiles dudó, Liam era incluso más bajo que él. ¿Era Liam?

—¿Liam, eres tú?–. Llamó fuerte pero sin gritar demasiado. Los sonidos de la cocina cesaron y la luz se apagó de repente.—Liam si eres tú no le diré nada a nadie–. Stiles se adentró a la cocina tomando la linterna de su celular a la mano.

No dio muchos pasos dentro cuando una persona con una bufanda más grande que su rostro, salió de la cocina con los brazos arriba en señal de rendición y Stiles no pudo pegar mejor grito varonil por la inesperada situación.

—¡Mierda me asustaste!–. Bufo tocándose el pecho con una mano mientras trataba de alumbrar el espacio que los rodeaba con la otra mano.

La persona que salió se rió en su cara, y le tendió la mano.

—Perdona si te asuste, no fue mi intención. No me llamo Liam–. Dijo risueño y Stiles se avergonzó una vez más, lo había confundido con Liam. ¿Por qué?

—Disculpa, continúa con lo que hacías–. Estuvo a punto de volverse por donde había llegado, pero el extraño encendió la luz de la cocina.

—Soy Isaac, estaba buscando la receta de galletas de la escuela por un reto. Lamento haberte asustado–. Stiles volteo a mirar al rubio y asintió confuso.

Si la directora lo pescaba estaría en serios problemas con el desconocido.

—Entiendo, mejor me voy antes de- bueno, ya sabes. Adiós–. Y Stiles prácticamente escapó de allí.

Qué situaciones para más extrañas le ocurrían a él y solo a él.

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Cuando por fin llegó a la habitación que ahora compartiría con Scott y Liam, optó por entrar sin hacer ruido.

Lastimosamente para Stiles, Scott alias chucho desordenado, había dejado su carrito de colección casi en la entrada de la habitación.

El estruendo que se escuchó de una estrepitosa caída seguido de jarrones rotos se escuchó esa noche.