16. Sin Culpas

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Con el corazón roto y devastado, la Sultana Hatice tuvo que resignarse de su situación y seguir adelante con todo el pesar del mundo. Mahidevran ya le había informado acerca de los sentimientos de Ibrahim y el dolor que sintió fue semejante a cortarse con filosos pedacitos de vidrio contra su piel, fue como si su mundo se viniera abajo, y ni siquiera tuvo tiempo para llorar.

La Madre Sultana ya la estaba preparando para pasar la tarde con su prometido Mehmed Shalabi en el jardín real, el supuesto hombre guapo que era maestro del príncipe Mustafá. A decir verdad, Hatice nunca había tenido una plática formal con él, pero tampoco quería, sin embargo, nadie más debía sospechar de sus sentimientos por Ibrahim y su única opción fue conformarse y comenzar a prepararse. Era como un infierno.

Mientras tanto, Ibrahim estaba dirigiéndose a los aposentos del sultán llevando algunos documentos militares en sus manos cuando de repente, al doblar en uno de los pasillos del palacio, él chocó contra el cuerpo de otra persona, provocando que sus papeles cayeran al suelo con torpeza. Aquel accidente que lo tomó desprevenido, y que le causó casi inmediatamente un extraña sensación de molestia, fue reemplazado a una más burlona cuando se percató que había tropezado con la fiera pelirroja.

Hurrem dio un paso hacia atrás después del impacto, y estaba a punto de quejarse cuando notó que había chocado contra...

—Ibrahim...—Refunfuñó ella, con desdén y una leve señal de advertencia e irritación, cruzándose de brazos mientras veía al hombre ahora agachado para juntar los documentos caído que por obvias razones ella no se iba a molestar en ayudarlo.

—Señorita Hurrem...—Ibrahim habló casi de inmediato después de ella, y entre sus manos ahora estaban correctamente todos los papeles que se les había caído. Él se puso de pie y la miró con un dejo de arrogancia y superioridad, casi solo para irritarla.

Hurrem lo estaba mirando como si fuera un mosquito fastidioso que en cualquier momento ella metería un fuerte manotazo para matarlo, pero él solo encontraba esto divertido. Nunca podría tomarla en serio.

—¿Cómo no tienes vergüenza? Nuestra sultana está sufriendo por causa tuya.

—¿Por causa mía dices?—Estaba a punto de reírse pero se contuvo, le parecía tan irrealista que todo el mundo lo estuviera culpando ahora por no corresponder los sentimientos de la hermana de su mejor amigo, pero si era Hurrem quien estaba por regañarlo o gritarle, en realidad sólo podía restarle importancia.—Vamos señorita, entre nosotros sabemos que querías entregar mi cabeza a la espada de nuestro sultán, ¿no es así?

La pelirroja entrecerró sus ojos y chasqueó la lengua permaneciendo en un corto silencio en el que no afirmaba pero tampoco negaba las suposiciones (secretamente acertadas) de Ibrahim.

—No podrás encontrar a otra mujer como ella, ¿quién más se fijaría en alguien como tú? Acabas de desaprovechar la oportunidad de tu vida.

Hurrem casi sonaba como una madre que estaba reprochando a su hijo por no haber escogido una buena esposa, y sus palabras severas tenían intenciones ocultas como manipularlo para que se retractara de su decisión y aceptara a la Sultana Hatice, corriera hacia ella y de paso que Solimán le cortara la cabeza. Claro, de casualidad.

—No tengo tiempo para eso.—Se limitó a responder como un tono más serio y menos engreído como antes, ni siquiera lo ocultaba, restregándole aún su victoria en la cara a la señorita Hurrem.

—¿O estás interesado en alguien más?

Los ojos del hombre se abrieron un poco más por lo desprevenido que le había tomado aquella pregunta, que fue una de las similares que Mahidevran le había preguntado el día que lo había visitado a sus aposentos, pero por alguna razón escuchar la misma pregunta salir de la boca de Hurrem lo desconcertaba, dejándolo en un trance en el que su mente estaba en blanco y no podía responder.

Los Dilemas Del Amor [Hurrem x Ibrahim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora