1- Primer colapso

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Ese día abrí los ojos y desperté de mi cálido sueño. Después de nueve horas de profundo descanso, mi gato se lanzó a mi lado y se acurrucó en la parte superior de mi frazada, quedándose en mi pecho.

De la nada sentí un frío invernal recorriéndome las piernas, subiendo hacia mi torso y llegando a mi cabeza, causando una intensa oleada de escalofríos que recorrieron mi espina dorsal. Mire hacía los costados, y de la nada, se hizo de noche otra vez, y mi gato no estaba.

Intenté moverme, intenté levantarme de la cama y salir corriendo a por ayuda, pero no lo conseguí, puesto a qué mi cuerpo no reaccionaba a los estímulos de mi mente. estaba completamente aislada.

Muerta en mi desesperación, intenté gritar, pero tampoco lo conseguí. Solo salió de mi boca aire y un pequeño quejido que probablemente alguien a más de dos metros de mí, no escucharía.

Cuando pensé que todo eso no podía ser más confuso, de la nada, las luces comenzaron a parpadear, para después desvanecerse.

Mi cabeza era un bullicio de malos pensamientos que pronto se irían con la luz, y quedaría en blanco.

Ahí, inmóvil, sin poder hablar ni pensar, lo único que me digne a hacer fue ver hacia los costados, hasta que encontré algo que hubiese preferido no encontrar.

Había una silueta grande, negra, con ojos blancos entrando a mi habitación.

Ahora, estas voces de mi cabeza volvieron a aparecer, pero no eran las mismas. Estas se escuchaban retorcidas, macabras, y sobre todo, no eran mías.

Estas voces (que dicho sea de paso, empecé a sospechar que no estaban en mi cabeza) mencionaban un lugar mejor, un lugar al que yo realmente pertenecía, y prometían que estaría ahí muy pronto. Discutían sobre... ¿Quién debería llevarme "de vuelta a casa"? Todo esto me estaba mareando cada vez más, y noté que después de ver algunas sombras más, mi cabeza comenzó a palpitar y mi mente se nublo, haciendo que mis ojos se cerrarán de golpe.

Abrelos, llegaste a casa, y no hay escapatoria.

Deberás ser lo suficientemente valiente para encontrar una salida real, pero si realmente lo eres, no la buscarás en un principio. Porque sabrás que este lugar siempre vivirá en tu memoria y te atormentará.

Despierta, querida alma en pena, porque pronto no podrás hacerlo.

Tomate tu tiempo, abrí los ojos.

Llegaste. Llegaste a casa. Y no hay forma de volver atrás.

Quedaste atrapada acá.

Despierta..

Abrí los ojos nuevamente. Mi mente daba vueltas y tenía la vista borrosa.

En cuanto logré incorporarme de vuelta, llegó a mí un fuerte dolor en todo el cuerpo, un gran frío y una insoportable humedad en el aire.

No lograba entender muy bien dónde estaba, pero era como un sueño.

Era un cuarto pequeño, solitario, muy frío, en el que se escuchaban gotas de agua cayendo de alguna parte.

El piso era una alfombra blanca amarillenta que olía bastante mal. Y las paredes eran un confuso patrón de formas en un tapiz amarillo con algunas mal colocaciones. Frente a mi, un camino, que daba para otra habitación. Decidí ponerme de pie rápidamente para después, cruzar ese camino.

Examiné la habitación, era exactamente como la del comienzo, pero con la diferencia de que esta era un poco más grande. En ella encontré una pileta de madera llena de agua, y un señor mirándola fijamente.

Corrí rápidamente al señor y le supliqué por ayuda e información del lugar.

Al darse vuelta, me miró fija y agresivamente y lo único que salió de su boca fué:

-Corre, querida, sálvate mientras puedas, porque ellos están cerca, y en cuanto te des cuenta que llegaron, no habrá más escapatoria.-

Muy confusa y algo asustada, miré la pileta y le pregunté si el agua era potable. El señor no contestó hasta que le devolví la mirada, y gritándome fuertemente lo único que dijo fue "¿Me estás tomando el pelo? ¿Qué crees?" Cuándo volví a girar la cabeza el agua estaba completamente marrón, y emanaba un repulsivo olor a desechos humanos, basura y pescado podrido. Rápidamente, asustada me alejé de ella.

Unos segundos después, me digne por cruzar hacia la otra habitación, que como las dos anteriores eran iguales, solo que mucho más angosta y lo único que había en ella era una puerta de madera, con un letrero negro, que tenía una frase escrita en el:

-Esta es la entrada a casa, ábrela, y verás como tú realidad colapsa lentamente hasta hacerte encontrarla. Despierta, y la verás.-

Yo, entre la confusión y el miedo, abrí la puerta y solo se podía ver oscuridad a través de ella.

Dudando, ya casi convencida de que no la cruzaría, me di vuelta y me asuste al ver al señor, enojado, atrás mío. El mismo me dijo:

-Debías volver a casa. Debías repetir la historia, y si lo hacías, no habría vuelta atrás.-

De repente lo sentí empujándome fuertemente hacia la puerta, haciéndome caer hacia un vacío interminable.

Mientras caía, lo veía cada vez más arriba, más lejos, escuché su voz...
-Pero colmaste mi paciencia. Ellos ya están acá. Te lo advertí.

Y de la nada, caí nuevamente en otro lugar desconocido, inconsciente.

Vuelta a la realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora