TRAUMA [NaruSasu]

Prólogo

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—Hoy no fue un gran día si te soy honesto. Llegué tarde a clases como de costumbre, perdí mi dinero del almuerzo pero un amigo me prestó así que no estuvo tan mal. En casa me la paso solo la mayor parte del tiempo. La universidad ayuda, te hubiera encantado verla. Es justo como lo habíamos hablado, enorme y llena de alumnos frustrados.— se rió ante lo último.— Siempre oliendo a café y cigarrillos. Hace que apeste mi ropa, y ese es otra razón por la cual mi día no ha sido bueno. Al menos ya ninguno lo es desde que ya no estás.

Sentando en el pasto del cementerio Naruto se cruzó de piernas y su semblante cambio a un más serio.

—Se que te prometí que seguiría con mi vida cuando ya no estuvieras pero... es difícil avanzar ¿sabes?— se pasó un mano por el rostro.—Neji dice que debería dejar de venir todos los días, que no es sano, que debería dejarte ir. ¿Debería? ¿No te sentirás sola si te dejo? ¿Si te olvido?

Le preguntaba a la lápida con el nombre de su amada grabada en piedra. Un hermoso nombre que solo podía pertenecer a una hermosa mujer, una mujer cuya vida no debió durar tan poco.

—Yo jamás te haría eso.—dijo luego de un rato.—Tu merecías más, te merecías el mundo entero. Lamento no haber podido dártelo, tal vez estés harta de que me disculpe todos los días y de escuchar el mismo discurso una y otra vez pero...— se mordió los labios con desesperación.— Tan solo no puedo dejarte ir, no todavía. Aún te amo como lo hice hace un año cuando te lleve a la playa a pesar del enojo del doctor. Esos recuerdos siguen vivos para mí.

Se secó las lágrimas que comenzaron a caer por su rostro. Al mirar hacia arriba noto los matices anaranjados del cielo y los tenues colores azulados anunciando la que la noche se acercaba. Debía volver a su hogar, así que levantándose del pasto recogió su mochila y la coloco en su hombro. Se acercó más a la lápida y planto un beso en la piedra.

—Ya tengo que irme, mañana vuelvo. Te lo prometo.— se despidió y camino alejándose de la tumba.

Al cruzar por el gran barandal del cementerio Naruto fue sorprendido por el sonido de las ambulancias y carros policiacos que avanzaban con rapidez por la avenida frente suyo. Parecía haber un alboroto más al centro de la ciudad.

"¿Un accidente?" pensó el rubio.

Luego se alzó de hombros y colocó sus audífonos en sus odios escuchando música durante su trayecto a casa. Al menos deseaba disfrutar un poco del recorrido antes de llegar, no tenía prisa, después de todo su padre probablemente no estaría para recibirlo en casa.

Pronto llegó y colocó sus zapatos en la puerta.

—¡Estoy en casa!— aviso, sin embargo un silencio largo y desconsolador fue lo que le respondio.

Suspiró resignado a tener un día una respuesta.

Dirigió sus pasos hasta un pequeño cuarto con puerta corrediza, al estar dentro se hincó ante el altar y procedió a prender incienso a cada lado de la fotografía de su madre. Juntó ambas manos y comenzó su rezo.

Su padre se había rehusado a sepultar a su madre, así que sus cenizas estaban justo detrás de su fotografía. Siendo parte de su hogar y de sus vidas. Deseando así que su presencia siguiera latente en esas cuatro paredes, aliviando su pena un poco.

Al terminar se levantó y cerro la puerta de nueva cuenta. Hoy no le aparecía cenar así que se metió de lleno a su habitación a dormir, ya luego haría los deberes. No era un irresponsable sin remedio, solo un procrastinador de primera.

(...)

Su padre llegó pasadas las diez de la noche, tropezando un poco con los muebles dejando caer su maletín al suelo para desplomarse en el sillón como peso muerto. Minato sabía que debía dejar de aceptar esas invitaciones de su jefe sobre ir a beber, pero en cuánto mencionaban a su esposa y de lo mucho que lo lamentan, su dolor era más fuerte y terminaba llenando su vacío con alcohol. Vacío que en realidad, jamás llenaba.